Mi hermano en Grindr

Esta es una historia que me pasó hace rato y no me había animado a contar hasta ahora. Pasó como hace 3 años, yo tenía 25 y mi hermano tenía 23.
La cosa es que mis papás viven en el campo, no especificaré donde pero es campo y cada vez que voy para allá me aburro caleta porque no hay nada cerca y tampoco puedo salir a hacer nada sin que ellos me lleven. Por mismo, pasó mi tiempo revisando en Grindr para hablar con gente aunque no me pueda juntar con nadie.

A fines de un verano viajé para allá. Mis papás me instalaron en una pieza con mi hermano más chico y mi otro hermano dormía en otra. El primer día me instalo y me pongo a revisar qué onda en Grindr. Fue grande mi sorpresa cuando me encuentro con una cuenta con el nombre de mi hermano (le vamos a decir Matías) a metros de mí. Supe al tiro que era él porque era la única persona en varios metros, aunque tenía una imagen de dibujo animado. Sin poder resistirme le mandé el Tap de burbuja de texto, aunque era obvio que era yo porque siempre pongo foto. Obvio que mi hermano no me respondió.

Los días fueron pasando y yo sabía que era él el de la cuenta de Grindr. Me empecé a pasar cuentos, a calentarme con la idea de que mi hermano chico igual le hacía a la cuestión como yo. Como a los cinco días desde mi intento de contacto, me envalentono y le escribo al chat del Instagram:

  • Creo que te vi en Grindr.
  • Sí –respondió–. Me metí por pura curiosidad. Pero creo que no es lo mío.

La conversación quedó hasta ahí pero la calentura no se me había pasado. Yo nunca había pensado en nada así con mi hermano pero la mente es traicionera. Seguí esperando y alimentando las fantasías hasta que, casi el último día de mi estadía, mis hermanos cambian de pieza y mi hermano chico se va a dormir conmigo. Ahí dije, está es la mía.

Estábamos los dos por dormirnos pero a mí me picaba la curiosidad y necesitaba rascarme. Entonces le pregunté:

  • Oye, y ¿viste algo interesante en Grindr?
  • No -dijo mi hermano. Ambos estábamos a oscuras pero podíamos ver al otro por la luz de la luna – Sí la verdad me metí buscando minas trans pero no hay nada.
  • Es fome acá –respondí–. Nunca me sale nada cuando vengo.
    Así pasaron como diez minutos en que nos pusimos a revisar nuestros celulares cuando mi hermano me dice:
  • ¿A ti te ha salido algo?
  • Aquí no –le dije–. En otros lados sí.
  • ¿Y qué tal?

Quedé un poco helado con eso. Yo nunca hablaba de esos temas con mis hermanos y que él me estuviera preguntando me prendió al tiro.

  • Bueno –dije–. Aunque busco que me lo chupen nomás. Lo demás es mucho webeo.

Volteé para verlo y me di cuenta de que lo tenía duro. Lo intentaba disimular acostándose con las rodillas dobladas pero aun así se le notaba. Yo dije: o aprovecho ahora o nunca me saldrá.

  • ¿A ti te lo han chupado alguna vez?
  • Nunca –admitió–. Eso era lo que me daba curiosidad.
  • Es rico –le dije webeando–. Si no fuerai mi hermano te lo hubiese ofrecido.

Sabía que esa frase podía hacerme la noche y cargármela pero la dije igual. Cuando uno está caliente no lo piensa mucho.

  • Igual si es solo por probar -dijo mi hermano.

Levanté las sábanas, revelando mi pico todo erecto por culpa de esa conversación. Mi hermano lo miró y supo que estábamos en la misma. Se levantó la frazada y estaba peor que yo. Me dio pena porque no era mal tamaño y nadie había pasado por ahí.
Igual se notaba que estaba con vergüenza, así que para darle valor me bajé los pantalones del pijama y dejé que me viera el pico. El pareció darse ánimos y se los bajo. El pico era más grande y grueso que el mío. Yo estaba echando agua por la boca.

  • Dale –dijo mi hermano–. Pero va a hacer una wea de una vez.
  • Obvio –le dije y me agaché en el espacio entre las dos camas para empezar.

Yo tenía harta experiencia pero chupárselo fue raro al principio. Pero la calentura me ganó y empecé a chupárselo con ganas. Tenía el pico rico, como calentito y cuando empezó a gemir bajito me prendí y le puse harta velocidad. Mi hermano estaba disfrutando caleta de eso y yo feliz de darle ese regalo. Duramos como diez minutos en eso, donde aproveché de lamerle bien el tronco y los coquitos. Al final mi hermano me dijo:

  • Weón, estoy por acabar.

Me alejé y dejé que se terminara de pajear. Acabó con un gemido como adolorido y vi su leche caerle encima de la guata, manchándole el pijama. No quise acercarme más porque uno recién acabado recalcula lo que acaba de hacer. En vez de eso me fui al baño a limpiarme la boca y aproveché de correrme una paja con todo lo que había pasado. Cuando volví ya estaba acostado como durmiendo y yo me acosté sabiendo que acababa de chupárselo a mi hermano chico.

Al día siguiente no hablamos de la wea. Quedó ahí y hasta hoy no lo hemos vuelto a mencionar. Pero cada vez que me acuerdo de lo que hice me pongo caliente y la verdad amaría repetirlo.

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2 Comentarios

  • Carlos Ruiz
    febrero 11, 2025 a las 10:54 pm

    Uff me calentó este relato ya que se cabro, me pasó algo parecido con un hermano menor

    • Jhons
      abril 26, 2025 a las 3:19 pm

      Podrías contarme

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