Después de Brasil

Después de que llegué a Chile me quedé unos días en casa con mis papás. Me comentan que se quieren ir de vacaciones a la playa, en Punta de Tralca, mis viejos tienen una casa ahí y me preguntaron si quería ir con ellos. Mi relación con ellos no es muy buena, tampoco mala, he llegado a la conciliación después de varias terapias que parte de lo que tengo también lo formó. Y la forma en la cual me desenvuelvo también es un problema para otros, pero bueno, en eso estamos trabajando. Les dije que bueno y me fui con ellos unos días.

Estaba un día tomando sol en la playa, piola, leyendo un libro, cuando me llega un mensaje por whatsapp de Nacho:

“Hola, cómo estás?
Espero que todo bien.
Soy Ignacio
Nacho
de Brasil.
No sé si te acuerdas de mí.
Te comento que estoy con tiempo y me gustaría verte.
Claro, si se puede.
Un abrazo”

A mi mente llegaron primero los recuerdos de todo lo que viví en Brasil y de lo bien que lo pasé con él. Quise contestar de inmediato, pero mi papá justo me habló diciendo que tenían frío y se iban, que iban a comprar pan amasado.

—Ya —les dije —, me quedo acá un rato más. De ahí subo.
—Está bien — me dijeron.

Sentado a lo indio, en la toalla, mirando el mar, con harto viento y el celular en la mano empiezo a mover las piernas como de ansioso y traté de decidir qué contestarle. Sabía que si contestaba podía dar paso a algo más, y no se si quería ese algo más.No estaba bien como para pensar en ver a alguien de forma permanente. Soy un cacho por ahora. Putos dramas; puros bajones. Brasil era parte del estar bien y así fue, pero la verdad no estaba bien. Decido no contestar, ordeno mi toalla y me voy para la casa.

Al otro día, estaba sentado en la terraza de mis viejos, tomando un mate y me acuerdo del mensaje, encontré que no era correcto responder y decidí hablar:

“Hola, que sorpresa!!
Bieeeen, y tu?, qué tal todo?
No estoy en Santiago, me fui de vacaciones con mis papás.
Un abrazo”

Ya, quedé más tranquilo, aunque no estaba muy tranquilo, seguía pensando en Nacho, su cuerpo, su pecho, su pelo crespo, su piel, lo que hicimos; fue rico, me decía a mí mismo. En eso me responde:

“Que Bkn Sergio, me alegro que sigas de vacaciones.
Yo la próxima semana me arranco con unos amigos al Tabo, voy aquí cerca no más.
Estás por esos lados o en otro lado?
Quizás podríamos vernos!!!
Si te tinca.
La verdad es que he pensado harto en ti y me gustaría, que nos conociéramos más.
No sé….
Me pasaron cosas contigo por esas tierras.
Te comento que soy un hombre soltero.
Espero tu respuesta.
Nacho”

Wow. Habían varias cosas que analizar, suelo analizar todo. Así que fui por parte y las fui escribiendo:

“Yo estoy en Punta de Tralca, súper cerca.
Me quedo hasta el viernes.
Después debo volver al trabajo.
Así que pensando en mi? Mish!!!
Y de qué o por qué??
No hicimos nada de otro mundo.
Aunque yo también me he acordado harto de Brasil”

Me respondió:
“Wenisimo.
Llegó el jueves, al menos podremos vernos casi una semana.
Si es que se puede.
Te aviso cuando llegue.
Un abrazo grande!!!
😍😍😍😍”

No contesté más. Me sentí contento, extrañamente contento, decidí salir a caminar y bajé a la playa, camine por la costanera hasta la piedra del trueno, me senté un rato ahí, mientras sonaba el mar y la brisa me tocaba. Me sentí caliente, excitado, busqué si había alguien para hacer cruising pero no salía nadie, me devolví y me fui a la casa, me metí a la ducha y me corri una paja pensando en nacho.

Empezamos a hablar harto por whatsapp, estábamos todo el día conversando. El jueves a mediodía, me avisa que llegó

Nacho:
“Nos podemos encontrar en alguna parte?
Quiero verte”

Sergio:
“Ahora? Estoy con mis papás.
Podría salir más tarde”

Nacho:
“Juntémonos en el Mampato de el Tabo. O voy a Punta de Tralca?”

Sergio:
“Voy al manpato. Nos vemos a las 18.00??”

Ncho:
“Ok”

Llegué y ahí estaba él. Esperándome comiendo una papa tornado.

—¿Quieres una?
—no, gracias.
—¿Abrazo? — abre los dos brazos y nos abrazamos.

Sentir su cuerpo otra vez hizo que mi mente viajara a los recuerdos de Brasil, la ventana, su piel, la cama, el baño, el sambodromo, la playa, la cama, sexo, sexo, sexo. No podía dejar de pensar en sexo.
Empezamos a caminar y fuimos a la feria artesanal, caminamos por las tiendas y me compré una pulsera, él se compró otra y dijo que la usaría siempre juntos.

Yo pensaba «amigo, no haga eso, no estoy para estar en una relación. No te emociones conmigo. Te vas a cansar y te irás». Así que decidí decirle eso. Lo invité a comer una pizza a un lugar que está cerca, entramos al local, nos sentamos y pedimos.

—Nacho, me gustaría decirte algo.
—Dime —me dice mirándome con ojos de niño.
—A mi también me gustó mucho tu compañía en Brasil, lo pasamos bien, pero como dijimos, lo que pasa en Brasil, se queda en Brasil. Estamos acá de nuevo y no puedo tener una aventura con nadie. No estoy para estar en una relación. Te conté lo que había estado pasando todo este tiempo y el motivo de mi viaje para allá. No te convengo. Tú estás disfrutando de tu vida, estás recién soltero y descubriste que ahora quieres estar con hombres, no puedo ensuciarte esa experiencia. Lo siento, pero más que amigos no te puedo ofrecer nada.

Nacho me mira triste. Toma mi mano y me dice:

—Sergio, tuve harto tiempo para pensar y la verdad, no sé si quiero tener una relación estable contigo. No sé si quiero pololear, casarme, tener hijos, perrijos o gatijos. ¡No sé! Si sé que quiero conocerte más. Me encantaste, todo de ti. Quiero conocerte más y que me conozcas más. Podemos ser amigos, obvio, pero, también podrían pasar otras cosas, quien sabe. No quiero exigirte nada, se lo que atraviesas y lo respeto, también sé que necesitas un amigo y aquí estoy para eso.

Llegó la bendita pizza y comimo. Conversamos, nos reímos, hablamos de puras tonterías; de su labor como profe más que nada y que le quedan varios días de vacaciones aún. Terminamos de comer, pagamos a medias la cuenta y salimos caminando, ya era tarde, más de las 22.00 horas. Empezamos a caminar por la calle principal, camino a punta de Tralca. Íbamos riendo y hablando, lo estaba pasando realmente bien.

Llegando a mi destino hay un gran sector pelado y oscuro, me dió la mano y se la tome, caminamos ese sector de la mano, yo sentía mi corazón bien contento y la verdad, me sentía tranquilo y relajado con él, en un momento me dice:

—Sergio, no aguanto las ganas de besarte.

Se acerca lentamente, «como de película la wea», toma mi cara con sus manos y me da un beso; yo le respondo. Fue un beso muy intenso, se acerca más a mí pegando su cuerpo al mío y puedo sentir sus partes en las mías, lo cual me prendió inmediatamente.

Un bocinazo y un grito de —maricones culiaos — nos separó, pero, yo quería más, salimos del camino y bajamos hacia la playa, en dirección a unos pozones que conozco de chico y que sé que no va nadie.
Caminamos apurados, yo lo iba tirando prácticamente, llegamos a ese lugar, no había luz, estaba todo oscuro y alumbrados por las luces de algunas casas y la luna creciente que se asomaba. Lo apoyó contra una pared y comienzo a besarlo igual de intensamente que el beso anterior. Jadeábamos, respirábamos agitados, me pegue a su cuerpo y le metí la lengua en la boca y jugué con la suya, mientras con una mano empiezo a tocar por encima del jeans su paquete. Estaba duro ya, recordaba ese pico largo y curvado y quería comerlo de nuevo.

Me agacho y comienzo a bajar el cierre, metí la mano y sacó su pico el cual me devoro inmediatamente, él estaba con las manos apoyadas en la pared y mi boca en su pico, lamí, chupe, lo hice tan rápido y rico que no demoró en escupir leche. La lanzó al suelo mientras yo me limpiaba la boca.

Me toma por la cintura y me aprisiona sobre él para besarme de nuevo, me da vuelta y hace lo mismo, me pone contra la pared y toca mi pico, mete la mano en el jeans, desabrocha el pantalón y baja el cierre, mete la mano y saca mi pico y se lo mete en la boca; comienza a chupar desde arriba, baja inmediatamente, se mete una bola en la boca, lame, tira, chupa «Ufff… exquisito».

Se para y se da vuelta, se baja un poco el jeans, me agarra el pico con la mano y empieza apoyarlo cerca de su ano, yo lo tomo y empiezo a meterlo. Logro meterlo con dificultades y en tres o cuatro movimientos, ya estaba todo adentro; Nacho se movía hacia atrás, presionando contra la pared, después de un rato le aviso que me voy y se lo echo adentro.

—Ohhj, como quería esto Sergio. Me tenías caliente. Quería hacerlo contigo de nuevo.
—Yo también— le digo—, me tenías caliente, te ves guapo vestido así.

Sacó el pico y lo sacudí un poco, boto la leche que me queda en los dedos y me subo el pantalón, él hace lo mismo. En eso una luz de auto que se acerca nos avisa que debemos movernos. Bajamos a la poza y entramos entre una roca.

Me dice:— Creo que entramos en una parte de esta historia en la que nos veremos seguidos. Tu cuerpo y el mío ya están unidos.
—No te entusiasmes mucho. Lento es mejor —le digo— Puede que te haga mal estar conmigo.
—Asumo el riesgo. Me encantas.

Lo abrazo y nos damos un beso.

Al rato suena mi teléfono, mi mamá; control. Respondo y decido irme. Subimos a la calle y esperé que él tomara una micro para devolverse. Llego a la casa y mi mamá esperándome.

—Sergio, tan tarde ¿con quien andabas?
—Con un amigo —le digo mientras me hago un pan con queso.
—Y ¿de dónde es?
—Lo conocí en Brasil —le digo—, me avisó que andaba por acá y nos encontramos. Piola.
—Y ¿cómo se llama?
—Ay mamá tantas preguntas.
—Tengo que saber con quien anda mi hijo pos.
—Lo que tengas que saber te lo contaré, no hay nada que saber— me muevo para irme al baño.
—¿Sergio? Yo entiendo que lo has pasado mal por años hijo, pero también entiendo que mereces ser feliz y tener la vida de todas las personas. Me alegra verte contento. Nada más diré.

Miro a mi mamá, lo ha pasado mal conmigo, fue ella lla me encontró un día que me tome varias zopliconas, ella me llevó a la urgencia, ella me cuidó, ella me lleva a terapias y se preocupa de mí, es ella la pone su mano en mi pecho cuando me dan las crisis y me dice que no olvide respirar. Así que me acerco y la abrazo.

—Tranquilita, estoy bien

Me acaricia y me deja ir.

Llego al baño y le escribo a Nacho:

“Mañana voy a bajar a caminar en la mañana a la playa, si quieres nos juntamos. Como las 11?”

“Nos vemos. Un beso”; me responde.

Los siguientes días fueron de vernos harto, salíamos, caminábamos, lo llevé a mis lugares favoritos en la playa, sobre todo la piedra del trueno. Lo hicimos en varias ocasiones en la calle, en lo oscuro, rápido y con ropa. Quería estar con él como en Brasil, no me había dado cuenta de que quería estar con él.

El día que me iba me dice:

—¿Me voy contigo!??!
—No, disfruta, nos encontramos en Santiago, si.
Le di un beso en la calle, con luz, no me importó. A nadie le importó tampoco.

Revisado por Stoler

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