Mi primer anal
Buenas, soy Pancho, tengo 33 años, mido 1.85 m, peso 80 kg, soy moreno, peludo, me mide unos 18 cm y soy cabezón de grosor piola. Soy un tipo normal, medio ñoño. Esta es mi primera experiencia con otro hombre. Era más o menos junio del 2020, plena pandemia; la verdad me sentía solo. Hace un par de años que estaba soltero y, con lo tímido que soy, solo me mataba a pajas. Tampoco ayudaba el hecho de que trabajo en el negocio familiar y desde casa, por lo que mi interacción con gente nueva era nula.
Vi una publicidad de la app de máscara amarilla y la descargué por lo caliente y aburrido que estaba. Me dio curiosidad por lo que ofrecía, y me puse a revisar perfiles por un tiempo. Encontré uno de un chico un par de años menor que yo. «Azizella» era su nick. Tenía fotos con el pelo liso, largo hasta el pecho, carita de mina, flaco y con las uñas pintadas. Era un femboy, estaba rico, pasaba piola como mina, solo tenía fotos de frente. Lo saludé y nos pusimos a conversar. Esto duró un par de días, era algo refrescante para lo fome que estaba la cosa por la pandemia. Hablamos de todo un poco, más que nada de gustos y cosas de cada uno para conocernos, ya que por los toques de queda y el encierro no nos podíamos juntar.
Debo decir que me gustaba hablar con él, es gamer y un poco ñoño, aparte de que le gusta ver películas. Nos mandamos fotos, pero sfw (safe for work). Ya después de un par de días, nos agregamos a WhatsApp y Discord para hacer videollamadas y compartir pantalla. Así nos mostrabamos lo que jugábamos. Verlo con maquillaje sutil y el pelo largo me ponía loco. Nos reíamos harto casi a diario, y de a poco me pelaba, pero piola, como dije soy tímido. Le compré una suscripción a un juego que me gusta y empezamos a jugarlo. Ya llevábamos un par de meses jugando y como amigos. Cuando avisaron que podíamos salir por lo de las fases, nos juntamos en persona.
Yo estaba nervioso, nos juntaríamos en su depa. Dejé mi pega lista para no andar apurado y si me quedaba con él, no me afectaría, claro, solo si había química. Ya para cuando llegué a su casa, salió a recibirme, nos saludamos de beso en la mejilla. Sentir su calor, su perfume dulzón y verlo arreglado… A todo esto, él es trigueño y mide unos 1.70 m. En persona me llevé la sorpresa de que era culoncito, qué ricos se veían sus muslos en un short de satín y una polera negra que dibujaba su figura esbelta. Se veía depilado de todos lados.
Me hizo pasar y nos fuimos al living. Me ofreció una chela y acepté, estaba caluroso y sudando un poco. Aparte, me ofreció mota, pero solo fumo pucho, así que lo rechacé. Puso música y empezamos a conversar. Debo admitir que aunque quería que pasara algo, no andaba preparado. Aparte, mi amigo no era muy explícito con sus intenciones. Me daba la impresión de que era como una mina amachada. Ya entrando en confianza con el copete, acepté fumar unas quemadas y quedé pico volao. Me tuve que recostar en el sillón un rato, y mi amigo se portó bien, me cuidó y soportó lo jugoso de todo ese rato, que fue harto.
En un momento, se me acercó mucho, atiné a darle un beso y él me lo respondió. Me despertó el cuerpo de golpe y me calenté full. Iba a acomodarme en el sillón cuando él se sube encima mío. Puse mis manos en sus caderas y empecé a correr mano como desquiciado. Le apretaba los cachetes y él gemía rico. Qué ricos estaban sus panes. Empecé a tocarle el chico. Uff, ahí se levantó y me llevó a su pieza. Me bajó los pantalones, sin sacarme los boxers, y empezó a comerse mi pico. Por un costado, me sacó los cocos y se los metía a la boca. Ahí me dejó en pelota, me pasaba la lengua y la nariz por toda la corneta con harta babita. Olía a pico y sudor de cocos, pero parece que a él lo ponía más caliente. Se puso perrita, gozaba chupándome la tula mientras le metía dedos por el poto. Se notaba apretadito, hacía como un vacío cuando llegaba hasta el fondo. Le pregunté si podía sentarse en mi cara y lo hizo. Era mi primera vez chupando poto o experiencia anal en general, así que lo hice como si fuese un chorito. Lo lamía y metía la lengua, le daba chupones y le abría los cachetes, le restregaba la barba por el anito. Él gemía rico y me ponía la pichula durita mientras él me la mamaba y me pajeba con la baba. Quería puro ponérselo hasta los cocos.
Le pregunté si tenía condones y se puso a revisar, no encontró ninguno, pero me dijo que nos hagamos sobajeo solo por fuera. Nos pusimos de cucharita y él puso mi pico entre sus muslos y empezó a sobar, de paso su hoyito. Me apretaba con los cachetes, hacía presión para entrar, pero se detenía y se movía en círculos. Con la baba se sentía muy rico y resbalaba de una forma exquisita. A ratos sentía la puntita entrando y no aguanté y le dije que quería culiar, ya no daba más.
-«Déjame darte sentones», me dijo con carita de puta.
Me acosté en medio de la cama, me escupió y se masturbó esparciendo sus babas. Se sentó de a poco y sentía cómo le abría el chico, cómo me apretaba. Para cuando llegó a la base, soltó un gemido que me la puso más dura. Ambos sentíamos cómo palpitaba el otro. Se sentía caliente y a veces me ahorcaba todo el pene, qué wea más exquisita. Se movía lento ya que, según él, yo tenía el pico muy grueso para su hoyo. Fui gentil y lo dejé a él moverse hasta que se hiciera el molde. Ya después de un rato sentía su culito más caliente y, sin aviso, se movía más fuerte haciendo sonar mi cuerpo con el suyo. Yo gemía fuerte mientras nos comíamos la boca.
Después de un rato, le digo que me falta poco y quiero sacarlo un rato porque aún no quería acabar. Puso una cara de maldad y calentura máxima y me dijo:
-«Cagaste, ya tengo el culito en celo. Deja masturbarme el chico con tu pico o te voy a violar a sentones».
Me calenté y traté de durar lo más que pude ante tremenda movida de raja que me dio. Era una puta en celo y me ordeñó hasta la última gota. A pesar de que me fui cortao con gemidos y espasmos, él seguía moviéndose más fuerte. No aguanté mucho y me vine de nuevo junto con él.
Quedé weon por varios minutos, sobre todo por el hecho de que en la última mokeada me masajeó rico su culito con esos espasmos. Culiamos toda la noche y me convirtió en su dildo de carne. A cambio, él se hizo mi depósito de semen. Me hice adicto al anal en una sola noche. Al otro día, desperté con los cocos secos, pero seguí culiando hasta que me fui a mi casa, no sin antes almorzar y comernos un rato.
Si les gustó mi relato y le dan apoyo, sigo subiendo más partes y les cuento cómo me convertí en un activo sumiso de un femboy verbal.
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