El conserje colombiano – Parte IV: Otro conserje colombiano, adrenalina, cocina y escaleras

Las incursiones con mi nuevo conserje colombiano follador, se volvieron muy frecuentes, se convirtió en mi polvo fijo por casi un año, lo tenía cada vez que mi culo necesitaba pico y él me tenía cuando su pico quería descargarse en mí.

Casi siempre follábamos por la mañana, cuando mi pololo se iba al gimnasio o al trabajo y yo se supone que iba a la piscina. Nuestra rutina era simple, llegaba a su depa, me abría la puerta siempre recién despertado y pilucho, ni bien entraba, me ponía de rodillas, se la mamaba un rato, mi boca ya estaba totalmente acostumbrada a su tamaño, así que siempre me la tragaba entera, él me follaba la boca y luego me levantaba para besarme contra la pared de su living, mientras me quitaba toda la ropa y me metía el dedo una y otra vez en mi culo, preparándolo para lo que venía.

Luego de estar en el living pasábamos a su baño, le gustaba siempre ducharse conmigo, y era ahí donde me lo ponía primero, mientras el agua de la ducha nos mojaba, su pico se metía en mí y comenzaba a bombearme primero lento, y luego rabiosamente, teníamos una química sexual demasiado bacán.

Nuestra incursión mañanera terminaba en su cama de una plaza, me ponía en cuatro y me daba sin parar, siempre le pedía más y él siempre me daba más, más duro y más profundo hasta que finalmente, después de un bufido, me dejaba toda su leche dentro, aunque siempre en el condón. Pero como yo nunca tenía suficiente, siempre por las noches me bajaba otra vez la calentura, como dato, con mi pololo follábamos con suerte una vez a la semana, algo que para mí, nunca fue suficiente. Entonces, cuando estaba caliente por las noches, le escribía a mi conserje, que por suerte casi siempre estaba en el turno de noche, además yo tenía suerte que mi pololo dormía temprano y profundamente, así que aprovechaba para recibir otra vez el pico grande y apetitoso de mi colombiano favorito.

Una de esas veces, le pedí que subiera en su ronda y que viniera con el condón puesto, listo para que cuando yo saliera y me metiera en las escaleras de emergencia no perdiéramos tiempo y me la metiera de una. Cada vez que me decía que ya estaba subiendo (vivía en un piso siete) yo me ponía lubricante, un buzo y salía a esperarlo, casi siempre estaba ahí con el pico afuera, yo me bajaba el buzo, me daba vuelta y contra la pared ahí en las escaleras del piso siete, sin quitarse el pantalón ni nada, me la metía y me follaba hasta dejarme su leche dentro y hacerme acabar a mí.

En otra ocasión, simplemente le abrí la puerta, él no entró ni yo salí, pero me la puso ahí, yo nervioso porque algún vecino saliera o porque mi pololo se despertara y me encontrara empalado en la puerta del depto.

La más arriesgada de todas fue una vez que me escribió él, me dijo que tenía ganas de mi culo, pero quería follarme dentro del depto, aun sabiendo que yo no estaba solo, sus instrucciones fueron las siguientes: que le abriera la puerta en boxer, que estuviera lubricado, que le dejara la puerta abierta y que lo esperara en la cocina. No me negué a nada, al contrario, me calentó más saber que lo haríamos así, con esa adrenalina que cada vez nos ponía más.

Una vez dentro, se bajó el pantalón, me puso a mamar su pico, loco, amaba mamar ese pico, como tampoco tenía mucho tiempo, no pasó mucho y me puso de píe, me dio vuelta contra el mesón que dividía la cocina y el living y me comenzó a follar, yo no podía para de gemir, él trataba de callarme, pero no podía, lo estaba disfrutando mucho, lo gracioso de eso, es que la habitación donde dormía mi pololo en ese momento, quedaba justo enfrente de donde mi conserje colombiano me estaba rompiendo el culo. Mi ex nunca se enteró, quizás porque no le interesaba o porque tenía la suerte de que su sueño era pesado. Tampoco me complicaba eso, lo de que su sueño fuera pesado, eso me sirvió para todo lo que viví, no solo con mi conserje colombiano.

Volviendo al relato, estábamos listos para terminar, Diego, me toma del pelo, me la sigue poniendo muy profundo y su respiración se aceleraba más, luego de tres metidas duras, me dejó en la cocina, desnudo y con mi leche tirada en el piso. Sin más, se subió el pantalón y se fue a continuar con su ronda nocturna.

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1 Comentario

  • Claudio Bi
    diciembre 19, 2024 a las 10:58 pm

    que rico wn, porfa cuenta esas otras veces que dices que el sueño pesado de esa pareja te sirvió

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