Conociendo un ciber

Esta historia corresponde al año 2009, cuando yo tenía 18 años. Estaba recién llegando a una nueva ciudad por la universidad y quería saber cuáles eran los lugares para poder tener sexo con otros hombres. En uno de los chat gay que estaban disponibles en esos años, una persona me comenta que existe un Ciber Café gay, donde la gente podía hacer de todo. Un día, saliendo caliente de la universidad, me dirigí hacia allá.

Estaba súper nervioso, pero a la vez muy caliente, así que entré al local, el cual era muy discreto por fuera. La persona que me atendió fue muy cordial, le dije que nunca había ido, me explicó como funcionaba casi todo y que él estaba ahí por si necesitaba algo. Así que me dirigí hasta mi cabina, que era un poco pequeña, pero podían entrar dos personas tranquilamente. Dentro de la cabina había un computador con acceso a internet, una cámara web y una silla. La cabina era cerrada, desde afuera solamente se lograban ver los pies de quien estuviese dentro.

Estuve un rato ahí, sin saber cómo era que la gente «podía hacer de todo», como me dijeron, así que me puse a ver una página porno. Al rato me llega un mensaje a la pantalla. Ahí fue cuando me di cuenta que había un chat entre las distintas cabinas, donde la gente se ponía de acuerdo y se pasaban de una cabina a otra para tener sexo. Claro que el mensaje que recibí yo era bastante más inocente: «¿Sabes cómo encender la cámara web?». Respondí que no sabía pero que algo conocía de computación, frente a lo que la persona del otro lado me preguntó si podía ayudarlo en su cabina. Accedí, salí de mi cabina y toqué la puerta de la suya. Mi sorpresa fue enorme al abrir esa puerta y ver a un hombre de unos 40 años, maceteado… totalmente desnudo. Me saludó y me hizo entrar. Yo estaba muy nervioso, había tenido pocos encuentros con hombres y ninguno de ellos era un cuarentón.

Le ayudé a conectar la cámara y me dijo que estaba muy agradecido y me preguntó cómo podía darme las gracias, mientras me tocaba el culo por encima del pantalón. Yo no dije nada, solamente le miré el pene, me tomó la cabeza, se puso de pie y me arrodillé a mamárselo. Tenía un pene muy rico, de unos 16 cms, un poco sudado y con liquido preseminal en el glande. Estuve mamando unos dos minutos, muy nervioso, y él me dice que quiere mi culito. Yo no estaba listo aún para eso, así que volví a mi cabina.

Una vez que entro a mi cabina, noté que en el chat se podía ver la cámara de la otra cabina, por lo que todos en el ciber podían verme mamando. Me dio mucha verguenza pensar que alguien me haya visto así que fui a pagar para irme rápidamente de ahí. Al momento de salir, la persona que atendía me dijo «la primera vez no es fácil para nadie, pero si te vas soltando, mamar no es lo único que vas a hacer» y me guiñó un ojo. Definitivamente me había visto.

Salí casi corriendo de ahí, muy avergonzado, pero a la vez muy caliente. De camino a la casa no pude dejar de pensar en lo caliente que fue la situación de encontrarme con un hombre desnudo, tanto así que llegué a masturbarme tres veces y pensando en cuándo podría ir nuevamente, sin saber que esa sería la primera de muchas en ese Ciber Café.

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