Tío vikingo

Dos semanas antes de Navidad de 2023, Andrea, la hermana de mi padrastro, llegó a Santiago junto con su familia. Venían desde Suecia para celebrar las fiestas con nosotros, por lo que se quedaron varias semanas en nuestro departamento, lo que hizo que todo estuviera muy movido en esos días.

Andrea no visitaba Chile desde hacía años y no veía a mi papá (aunque es mi padrastro, siempre ha estado más presente que mi padre biológico). Por eso, vino con su familia para compartir las fiestas con nosotros. Ellos eran tres: Andrea, su pareja Lars y mi primo pequeño. Se quedaban en una habitación de la casa, lo que significaba que teníamos que compartir todos nuestros espacios. Desde el principio, no me agradaba mucho la idea de compartir mi intimidad con personas que nunca había conocido en persona. Esto afectaba un poco mi privacidad, pero, con el tiempo, fui acostumbrándome.

Andrea llevaba años viviendo en Suecia, por lo que yo era muy pequeño cuando se fue de Chile a probar suerte en Europa. Fue como conocer a una persona que solo había visto a través del teléfono o en fotos en redes sociales. Así, fuimos conociéndonos mejor, compartiendo nuestros gustos y todo lo que implica relacionarse día a día.

Lars, su pareja, solo hablaba sueco e inglés, por lo que la comunicación con mis padres no era tan fluida. Sin embargo, conmigo sí conversaba un poco más, aunque tampoco de manera completamente fluida debido a mi nivel de inglés.

Con mi familia siempre he sido abiertamente gay, por lo que nunca ha habido ningún problema al respecto. Andrea y su familia lo sabían, pero para ellos no era un tema importante. En esa época, yo había terminado recientemente con una pareja, por lo que no estaba en mi mejor estado de ánimo.

Dado que era época de Navidad, mi familia salió a hacer las últimas compras, y yo decidí quedarme en casa. Tenía que ir a natación y, además, quería despejarme un poco del bullicio de las compras. Cuando todos se fueron, me levanté para prepararme y me fui a bañar. Mientras me desnudaba, recordé que no había llevado una toalla, que estaban en la secadora de la logia, así que tuve que ir a buscar una. Al pasar por el living, vi que Lars estaba tirado en el sillón, mirando su celular.

– ¡Mierda! – grite, mientras me tapaba con las manos el pene. Cabe destacar que no soy para nada pudoroso, ni me avergüenzo de mi cuerpo pero estaba el esposo de mi tía viéndome en pelota, que prácticamente es mi tío pero por lo poco que nos conocíamos no había tanta confianza que digamos.
– ¡Lo siento, lo siento!, no te quise avisar que me había quedado acá – respondió.
(Para que se entienda más, pondré las conversaciones en español, ya que ni mi inglés es muy bueno, ni su español era el ideal).
– Tranquilo, espero no hayas visto nada. Mientras iba a la logia en busca de una toalla. Me la amarré a la cintura y salí rojo hacia el living.
– No te preocupes, no vi nada que no haya visto antes – mientras se reía – además que hermoso es el cuerpo latino.
– Qué vergüenza – le respondí, mientras me iba hacia el baño.

Para ser sincero, tengo buen cuerpo. Toda mi vida he estado nadando, luego entrenando en el gimnasio, o haciendo mil actividades deportivas. Los domingos, por ejemplo, salía a correr con mi papá por la mañana, y eso solo es una de las tantas cosas que hacía. Mido 1,83 m, tenía 23 años en ese entonces, y mi cuerpo es resultado de todo el deporte que practiqué, además de un poco de vello en el pecho. En fin, para ser sincero, me considero atractivo, aunque el genio… bueno, digamos que no tanto.

Salí de la ducha, ordené todo, me alisté y salí de la habitación. Fui al living a buscar las llaves del auto y cuando estaba por salir, Lars me habló.
– ¿Para dónde vas?
– A nadar.
– ¿Es posible que te pueda acompañar?
– Claro, eso sí, no puedo invitarte a nadar, pero puedo hacer que ingreses al gimnasio. ¿Te sirve? – añadí.
– ¡Sería maravilloso! Me cambio de inmediato.

Llegamos a la ciudad deportiva de La Reina, y mientras íbamos en el auto, hablamos un poco. Me contó sobre su vida en Suecia, cómo conoció a mi tía, sus hobbies, y tocamos el tema de la mañana de manera superficial. Hablé con el recepcionista del gimnasio, y como mi plan permitía que alguien entrara como prueba, no hubo problema. Nos separamos y cada uno fue por su lado.

Lars era literalmente un vikingo: alto, rubio, con barba, aunque se notaba algo lampiño. Tenía unos 40 años, ojos muy azules y, por supuesto, un gran cuerpo. Muy atractivo, de hecho, tanto que no lo veías como «guapo» en el sentido tradicional (quizás solo a mí me pasaba). Se parecía mucho a Alexander Skarsgård, aunque con el pelo más corto y la barba.

Pasó el rato y fui a buscarlo al gimnasio. Lo esperé unos 30 minutos, ya que aún no terminaba. Me fui a la cafetería y lo esperé allí.

En el camino de regreso al departamento, tocamos el tema de mi sexualidad. Comentó que en Suecia todo era diferente, que había mucha más libertad de expresión, y que le sorprendía que en Chile aún fuera un tema tan sensible. Entramos al departamento. Hacía un calor insoportable. Lars entró primero, se sacó las zapatillas en la entrada y luego la polera. Se tiró de espaldas al sillón, y algo cambió en el ambiente. Verlo así, me hizo sentir una calentura enorme, se me paró el pico con solo verlo, se veía muy varonil tapándose la cara con la polera, sus manos atrás de su cabeza, mostrando su cuerpo todo marcado y sus axilas con un poco de pelos rubios al sol.

– Me bañaré – le dije, necesitaba si o si una ducha con agua helada para bajarme esa calentura.
– No, no, no, ¿puedo ir yo primero?
– Si, no hay problema.

Se metió a bañar, se dio una ducha rápida, y salió del baño todo mojado, con la toalla en la cintura. Se fue directo a su habitación. Yo entré al baño y vi que había dejado su celular en el piso. Me quité la ropa, abrí el agua, y justo cuando estaba a punto de entrar a la ducha, abrió la puerta de golpe, buscando su celular. Se agachó para recogerlo. El baño no era tan grande, y ambos somos altos, así que nos quedamos bastante cerca, mientras lo recogía su cara estaba a la altura de mi pene, me mira el pene, luego a la cara y noté que se puso nervioso, pero no salió de ahí.

Se levantó rápidamente, me pidió disculpas por haber entrado tan rápido, y me explicó que pensó que ya estaba dentro de la ducha, porque el agua estaba corriendo. Le respondí que no había ningún problema, que no había visto nada que no hubiera visto antes, recordando lo que había pasado por la mañana. Él se disculpó otra vez y salió.

Entré a la ducha, no habían pasado ni 2 minutos, cuando abre nuevamente la puerta y esta vez se mete a la ducha conmigo, me doy vuelta y veo que está completamente desnudo, con el pico duro. Entendí lo que quería y se veía muy rico, se agarró el pico y se pegó en la mano con él, era grueso, muy blanco y muchas venas casi moradas sobresalían de su pene, muy pocos pelos en la pelvis y aprox. unos 19 cm.
Me agacho, se acerca, lo miro a la cara, mete sus grandes dedos en mi boca y me mira, introduciendo tres de sus dedos, hasta el punto de hacer arcada. Los retira, se acerca aún más, paso mi cara por su testículos y su pene. En eso me agarra del pelo y tira mi cabeza hacia atrás, él abre su boca indicándome que debo hacer lo mismo que él, mientras que con la mano que no sostenía mi pelo, agarró su pene y lo metió a mi boca. ¡Era exquisito!, sentía la piel de gallina mientras me follaba duro la boca y el agua chocaba en mi espalda, chupé sus testículos, me pasaba su verga por la cara. Mientras él solo gemía, con la mano libre me pegaba palmaditas en la mejilla y cuando me ahogaba me tiraba del pelo y decía palabras en sueco, con una cara que me quería hacer mierda. El no entender que decía y ver su rostro de esa forma me excitaba aún más.

Con una de mis manos me agarraba de su pierna y con la otra recorría su fibroso abdomen, la calentura que sentía en ese momento me tenía el hoyo dilatado y el pico goteando, yo solo quería que se fuera en mi boca y tragarme toda esa leche.

De repente suena mi celular, era mi mamá, veo que tenía mensajes de audio, le corté y escuché los audios mientras seguía chupando ese hermoso pico.

“Estamos aún en el mall, almorzaremos acá, pregúntale a Lars si quiere venir, sino pidan algo para comer, llegaremos pasado las 6. No lo dejes solo”. Decía uno de los audios.
Respondí con un OK, y seguí tocando ese cuerpo y chupándole el pico.
– ¿Qué dice? – preguntó
– Que llegaran tarde y que te divierta.

En eso agarró mi cabeza con sus dos manos, me comenzó a follar la boca muy fuerte, sentía que pasaba hacia mi garganta, lo tenía que empujar, para no vomitar, me pegaba tulazos, me escupía la boca, en eso comienzo a notar que sus piernas se comienzan a marcar, poniéndose rígidas, me toma de la cabeza, me folla la boca como nunca antes y deja su verga adentro, pasado de la garganta, siento como comienza a gemir, de una forma demasiado varonil que ninguno de los weones con los que he estado lo ha hecho así, siento que me presiona aún más mi cara a su pelvis y siento sus chorros de leche como pasan directo por mi garganta.

Nos quedamos mirando, me da un beso en la frente y sale del baño. Terminé de bañarme, salí a mi pieza, me sequé, me puse boxer y fui a verlo. Estaba acostado en pelota descansado mientras miraba el techo.

– ¿Estas bien?
– Si, excelente ahora – mientras se reía.
– ¿Qué vamos a almorzar?
Se agarró la tula.

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3 Comentarios

  • Anónimo
    marzo 20, 2025 a las 8:52 am

    Parte dos por favooooor

  • Anónimo
    marzo 21, 2025 a las 1:30 am

    q rico

  • Anónimo
    marzo 22, 2025 a las 4:11 pm

    Que rico es mamarlo así jeje bien motivado

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