La Urgencia. Segunda parte.

Hola, gracias por sus comentarios, motivan a seguir escribiendo, por cosas de chamba no había tenido oportunidad de continuar con el relato. A manera de resumen; el Oswaldo era mi paciente, recientemente lo había operado de una lesión en su rodilla…un cabrón bien labrado, 44 años, 186 cm, varonil, rasgos faciales un tanto duros, bigote poblado, con una barba sombreada de 3 días, grueso en cuanto a su complexión, de músculos fuertes, su pecho (la parte que había podido observar) al igual que sus brazos, tapizados de pelo, pero lo que más me daba morbo de este cabrón eran sus piernas, macizas, definidas por el fútbol, peludas, cuando se las veía, pensaba en el buen empuje que tendría el cabrón a la hora de estar bombeando un culo.

Retomando el relato; me encontraba yo en ese tipo de situaciones donde parecería que las cosas suceden lentamente, escuchar a ese macho decir “te voy a hacer mi putito de planta” detonó en mi ese lado sumiso y cerdo que me acompaña. Volví a repetir la maniobra, con mis dedos tomé el líquido que escurría de su trusa, producto de su verga babeando cada vez más, lo llevé nuevamente a mis labios y de poco a poco fui bajando hasta llegar a estar sobre su bulto, pegué mi cara y comencé a aspirar los aromas que de él se desprendían, como si de unos poppers naturales se trataran, el olor era para ponerse loco, o mejor dicho, para ponerse muy puto; esa mezcla entre sudor del día, meados, leche seca, precum…creo que todos sabemos lo cautivante que es ese olor, capaz de doblegar la voluntad de un cabrón y convertirlo en un putito obediente y atento. Conforme lo olía, podía sentir la rigidez de su verga debajo de la trusa, con mi nariz y mejillas hacia presión e intentaba calcular su tamaño, me daba cuenta que era grande y que conforme estaba ahí pegado se iba poniendo más dura.

Oswaldo metió su mano izquierda en la trusa mientras que con la derecha sujetaba mi cabeza y ejercía presión hacia su bulto. Con la mano dentro de la trusa se impregnó sus dedos del sudor de la cabeza de su verga, los sacó y me puso el índice y el dedo medio justo en mi nariz, presionando levemente mientras me decía:

O: date doc, te encanta cómo huele no? Se ve que te puso muy putito el olor a reata de macho.

Y: si cabrón, no mames, me encanta!

En ese momento me dispuse a bajar su trusa, para finalmente poder oler y mamar esa verga, pero él me detuvo jalando levemente mis cabellos; a dónde puto?

Volteé instintivamente a verlo, su cara refleja morbo, placer, pero sobretodo un deseo enorme de dominarme y hacerme entender quién mandaba ahí. Con sus manos se incorporó un poco, quedando semisentado, traía una playera azul marino de su negocio que decía Ferretería Urrutia, se la quitó rápidamente, arrojándola al piso, yo había visto parte de su pecho el día de la cirugía, pero no expuesto de esta manera, no cargado de morbo, me llegó rápido ese aroma a ligero sudor del día, a macho…la distribución y el largo de sus pelos era perfecta, bajaban hacia su abdomen y ahí cubrían esa pancita chelera, del tipo de panzas que me vuelven loco. Me pidió que me acercara a él, yo estaba extasiado, pensar que ese macho me pediría que lo besara Uffff! Estaba en la gloria! En un movimiento que se me hizo eterno me incliné hacia su boca, con su mano izquierda sujetó mi cuello unos 30 cm antes de poder besar, solo me dijo:

O: abre! -al ver que no entendí del todo, lo repitió: abre! -yo abrí mi boca y el escupió una buena cantidad de saliva, espesa. Me retiró de su cara sujetándome del cuello aún, ya lo hacía ejerciendo cierta presión, sin llegar a lastimar, pero si a tener bien presente su mano con cierta sensación áspera en su palma que la verdad era muy placentera.

Me soltó del cuello y llevó su manos detrás de su nuca, giró levemente su cabeza y con un ademán indicando su axila derecha, me dijo: vas putito! A mamar! No lo pensé dos veces y sumí mi cara en su sobaco, el aroma! Ufff me volvía loco, a estas alturas ya había perdido la noción del tiempo. La sensación de sus pelos en mi cara, escupir ahí su saliva combinada de la mía, lamía su axila de abajo hacia arria, escupía y repetía, me motivaba escucharlo más que gemir, emitir una especie de berreo, como un animal, prueba de que lo estaba haciendo bien, con su mano izquierda él presionaba mi nuca para ahogarme en su sobaco, así estuve alternando entre un sobaco y otro, eventualmente me concentré en sus pezones, que ya a estas alturas estaban duros, los ruidos que emitía eran cada vez más continuos y sonoros, con mi mano derecha comencé a sobar su verga por encima de la trusa, se sentía una cosa gruesa, que le costaba trabajo quedarse dentro del calzón, que de pronto le había quedado chico. El sujetó mi mano con la que lo sobaba y me jaló ligeramente hacia él, me miró y sonrió

O: te mueres de ganas de comerme la verga verdad puto?
Y: si cabrón, me tienes muy caliente.
O: te va a pinches costar saborear esa verga puto, te va a pinches costar! Entendido? (Yo solo asentí) Abre!

Supuse me volvería a escupir, en cambio, metió su dedo pulgar en mi boca y me hizo mamarlo, después sus dedo índice, y así sucesivamente, hasta tener sus 5 dedos en mi boca y empezar un mete y saca como si me estuviera cogiendo la boca.

O: que rico comes puto! Me acercó nuevamente hacia su cara y esta vez me llevó a sus labios, nos fundimos en un beso muy suave, muy intenso, no precisamente morboso, sino un beso hasta cierto punto cariñoso, yo me sentía de él en ese momento, comenzó a acariciar mi mejilla izquierda con su mano derecha mientras con su lengua exploraba mi boca y mi propia lengua, se retiró un poco, me vio a los ojos y sonrió…

O: te tenías ganas cabroncito! Anda, te la ganaste, dicho esto, con su mano me empujó con calma hacia su verga, me acomodé de tal modo que mis rodillas quedaran dobladas, me incliné y volví a pegar mi rostro a su bulto, comencé a mamar su verga por encima de la trusa gris, que a estas alturas estaba muy mojada de tanta baba, sujeté su tronco y la saqué por una lado, es una forma de exponer la verga de un macho que siempre me ha gustado, dejarle el calzón y así mamarlo, aquello era algo de puta madre, un poco morena, gruesa, de unos 18 cm de largo, ligeramente curveada hacia la derecha, tenía un pequeño lunar a mitad del tronco, la cabeza en punta (lo cual facilitaría las maniobras a la hora de) cubierta con un prepucio igualmente moreno, del cual brotaba una rica baba, y en la base, unos buenos webos le colgaban, no perdí más tiempo y me la llevé a la boca, degustando su precum de un sabor amargo y una consistencia deliciosa, empecé despacio a mamar, toda su reata, bajando hasta la base, sintiendo sus pelos púbicos en mi nariz y barbilla, conforme le limaba la verga escuchaba como emitía ruidos de placer, con su mano en mi nuca me clavaba hasta el fondo, logrando que me arqueara por que me estimulaba de más la garganta, su verga la tenía ya repleta de baba, mía y suya, continué mamando pero con más fuerza, me iba a la base y ligeramente y a propósito mordía su tronco, tomaba sus huevos los metía a la par a mi boca, y en la cara, yo mismo me sacudía su verga y la azotaba con cierta fuerza, lo escudaba decir -Eso putito, disfrútala! Te gusta tu macho? Yo solo gemía indicándole que si, que me encantaba mi macho. Comencé a mamar más rápido, y su jadeo y movimiento se hizo más violento, tomé sus huevos y los jalé un poco; le produje algo de dolor, lo vi en su rostro, pero le gustó y evitó que se corriera.

Y: me monto cabrón?
O: no sé, el puto que me operó (refiriéndose a mi) me prohibió movimientos bruscos.

Por un momento, por la calentura había olvidado que este cabrón estaba recién operado.

Y: mejor con cuidado cabrón, no quiero lastimarte.

Volvió a sonreír y me guiñó un ojo…yo volví a lo mío.

Estuve así como 10 minutos más, mamando con ganas esa reata de macho.

O: ya va la leche puto! Va en tu boca, pero no quiero que la tragues, ahí en tu boca se queda puto, entendiste? Yo gemí para indicarle que sí.

Sentí como sus muslos se tensaban y toda su pelvis se ponía un tanto rígida, su leche comenzó a brotar con fuerza, unos chorros espesos, abundantes, fueron como 5 descargas de leche, era bastante, al grado que me produjo unas leves arcadas. Continué mamando por un rato más hasta que su verga se fue poniendo flácida, el me repetía que no tragara esa leche, se había vuelto un tanto incómodo tenerla en la boca y no poder deglutir. Me sujetó y me ayudó a incorporarme:

O: desvístete! (obedecí y me encueré) trae esa silla!

Con su mano izquierda apuntó hacia la esquina del cuarto donde había una silla sin descansa brazos, la acerqué y me ordenó ponerla cerca de la cama, a la altura de sus pies.

O: siéntate, levanta y abre tus piernas (yo obedecía) saca la leche de tu boca y ponla en tu mano, quiero que me enseñes el hoyo y te dedees con mi leche! Pfff!!! Obedecí gustoso, mientras lo hacía comencé a masturbarme, la sensación de su leche espesa, ya más diluida por la saliva de mi boca, me tenía muy puto, yo estaba ya muy caliente, me dolía la verga y los sebos, quería ya tirar la leche, acercó su pie derecho y entendí lo que deseaba, A mamar putito! Sin dejar de dedearme me incliné sobre su pie con cuidado; no quería moverlo mucho pues era el operado, comencé a mamar su dedo gordo del pie, no estuve mucho rato así; quizá un minuto y me vacié, conforme salía la leche me contraía; unos espasmos de placer que el alentaba Que rico puto! Eso! Eso! Vacíate! Terminé agotado, tiré leche como hacía tiempo no lo hacía y salió disparada para todos lados, manchando sus sábanas.

De vuelta a la realidad; ante su actitud de macho dominante, mi lugar ahí como puto pero a la vez como su médico no supe bien qué hacer…con su mano izquierda Oswaldo me indicó que me recostara a su lado, gustoso accedí, me acerqué a la cama por ese lado y me acosté con él, me rodeo con su brazo izquierdo y me llevó hacia su pecho, con la mano derecha me a acariciaba el cabello:

O: que rico doc, si que eres buen putito…mi putito! Te gusta la idea?

Y: me encanta cabrón! Me encantas!

O: puedes decirme papi.

Y: me encantas papi!

Me quedé recostado con él un buen rato más, hasta que su barriga rugió.

Y: hambre papi?

O: mucha, encargamos tacos?

No pasé la noche con él, pero ahí empezó una relación que más allá del morbo (que era mucho) se movería por la complicidad y el cariño que desarrollamos Oswaldo y yo.

Después les cuento cómo fue que se recuperó de su lesión y pudo moverse más, y sí que se movía bien.

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4 Comentarios

  • Anónimo
    abril 2, 2025 a las 10:44 am

    Ufff cuenta más cabron

  • Anónimo
    abril 2, 2025 a las 11:00 pm

    Tercera parteeeeeeeee

  • Anónimo
    abril 6, 2025 a las 11:08 am

    Qué buen relato! necesito la tercera parte y un médico así 😉

  • Anónimo
    abril 6, 2025 a las 9:37 pm

    Uff que puto morbo cabrón!

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