Romance con mi primo de 2do grado parte 2
Antes que todo, gracias a todos los que leyeron y disfrutaron este relato. ¡Se vienen muchas partes más!
A los pocos días, una tía me pidió que cuidara su casa mientras ella se iba a trabajar a Santiago. Solo volvería un fin de semana al mes. Yo, encantado, acepté de inmediato. Se lo conté a Juanito, y me dijo entre risas que aceptara: esa casa sería nuestro nido secreto mientras mi tía no estuviera.
Cuando ella se fue definitivamente, me entregó las llaves. Desde entonces, le mentía a mi madre diciéndole que tenía clases hasta tarde, pero en realidad me escapaba a la casa de mi tía para encontrarme con Juanito. Incluso le había dado una copia de las llaves para que pudiera llegar cuando quisiera.
Al principio, nuestros encuentros eran suaves: besos, caricias, manoseos… pero la tensión entre nosotros crecía cada día. Hasta que una noche, decidí quedarme “estudiando” toda la noche en casa de mi tía. Le inventé a mis papás un examen crucial, y Juanito me preguntó si podía quedarse conmigo. Aunque no podía pedir permiso en su casa, planeamos su escapada.
Esa noche estaba ansioso, cachondo, contando los minutos. Cerca de la medianoche, me escribió: «ya todos duermen, voy saliendo por la ventana.» A la 1 de la mañana, llegó todo mojado por la lluvia. Apenas le abrí la puerta, lo jalé de la camiseta, lo atraje hacia mí y nos dimos un beso salvaje, desesperado.
Le dije que ya estaba acostado y que viniera conmigo. No dudó ni un segundo.
Esa fue la primera vez que vi a Juanito completamente desnudo. Su cuerpo musculoso, peludo, la pancita apenas marcada, y ese bulto impresionante entre sus piernas que me dejó sin aliento.
Me subí sobre él, besándolo como si quisiera devorarlo. No tardamos en irnos a la ducha. El vapor cubría el baño mientras él entraba primero y me invitaba a acompañarlo. Apenas entré, sentí su boca hambrienta en la mía, sus manos recorriéndome sin pudor. Yo ya tenía una erección brutal.
Sin avisar, Juanito se arrodilló bajo el agua y se tragó mi verga entera de un solo movimiento. Era mi primer oral y casi me vengo en su boca de inmediato. Me chupaba con unas ganas que jamás había sentido.
Después fue mi turno. Torpe, inexperto, pero dispuesto a complacerlo, me lancé sobre su polla dura y gruesa. Según él, mi primer oral fue uno de los mejores que había recibido.
Me levantó de nuevo, me dio vuelta y empezó a lamerme el culo. Su lengua caliente rozaba mi hoyito, haciéndome gemir y arquear la espalda. Después, sin prisa, fue introduciendo un dedo. Y vaya que tenía las manos grandes, sentía cómo me abría lentamente mientras me miraba sonriendo.
Salimos de la ducha excitadísimos, directo a la cama. Nos tiramos desnudos, empapados, los cuerpos pegados. Juanito me preguntó si quería seguir. Le dije que sí, pero que fuera despacio, que era mi primera vez.
Buscó en el velador una crema ,(Goicoechea doble mentol, jamás lo olvidaré), y comenzó a lubricarme el culo. El frescor de la crema, combinado con el calor de sus dedos abriéndome, me volvía loco. No tardó mucho en alinear su verga gruesa y empezar a empujar, despacio, paciente, sintiendo cada centímetro que me iba llenando.
Me folló durante casi veinte minutos, marcando un ritmo perfecto: lento, profundo, firme.
Cuando no aguantó más, se corrió adentro de mí, llenándome con su leche caliente.
Agotados, sonreímos. Entonces me preguntó si ahora quería follarlo yo. ¿Cómo negarme?
Lubricó mi verga con su boca, chupándomela hasta dejarla bien dura. Luego, se escupió en la mano, se mojó el culo y, sin dudarlo, se sentó sobre mí. Lo tenía abierto, húmedo, ansioso.
Me cabalgó como un animal en celo, gimiendo, mordiéndose los labios, mientras yo lo agarraba de las caderas y lo embestía con fuerza, sin piedad.
Después de unos minutos, me corrí adentro de él, sintiendo cómo se tensaba y gemía encima mío. Nos quedamos un rato así, abrazados, jadeando.
Luego, nos pusimos a conversar , muertos de risa, sobre lo que dirían nuestras familias si supieran que nos comíamos a escondidas… y más aún sabiendo que éramos primos de segundo grado.
A las seis de la mañana, me dijo que debía irse antes de que sospecharan en su casa. Antes de despedirse, me arrodillé frente a él y le di una mamada rápida, dejándolo limpio y temblando de placer.
Se fue, dejándome tirado en la cama, sudoroso, feliz, con el culo latiéndome y una sonrisa imborrable.
Continuará
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2 Comentarios
Anónimo
abril 26, 2025 a las 7:51 pmEstrictamente hablando no son primos
Anónimo
abril 27, 2025 a las 2:40 pmEs el mejor relato que he visto que caliente y te entiendo como se siente