Un hombre de negocios pasivo
Hola, soy de una comuna del sur de Chile. Me presento, tengo 24 años, profesional universitario, mido 1.80, contextura robusta y peludo. Tengo una buena verga, algunos dicen que dotado. Estaba en el trabajo y entre pacientes ingresé a la conocida app amarilla. Entre buscar y calienta sopas me encontré con un perfil conocido (por segunda vez, la primera vez hablamos y cambiamos nudes pero su perfil desapareció por lo que asumí me había bloqueado o eliminado la app), un treinteañero bastante guapo. El chico que llamaremos C es tipo oso, muy culón y pasivo. Esta vez nos escribimos, mismo ritual de siempre y quedamos de vernos al día siguiente. Fue tanta la ansiedad y el deseo que lo invité a mi casa el mismo día.
Cuento corto, rápidamente me duché antes que de su llegada y lo esperé en bata y con un slip negro. Llegó y vestía semiformal, con barba de dos dias y olía exquisito. Subimos a mi habitación y nos comenzamos a besar. Me tocó el paquete y lo tiré a la cama. Nos besamos un buen rato para luego quitarle la ropa y quedar ambos en ropa interior. Bajó y me olió el paquete, poco a poco bajó el slip y empezó a lamer desde la base hasta el glande, para luego meterse mi miembro en la boca, el cual ya se encontraba duro y húmedo por la excitación. Me pidió cumplir su fantasía de hacer cucharita bajo la tapa de la cama, lo que claramente acepté porque me encanta regalonear. Empezó a lamer y morder mis tetillas y ya no daba más de la calentura, le pedí que se pusiera en 4 y que levantara su culo. Nunca en mi vida había comido un culo con tanta desesperación y dedicación. Le metía y sacaba la lengua, él se abría los cachetes y gemia muy fuerte. Me pedía pico, me pedía que lo preñara. Quería leche y yo estaba dispuesta a dársela. Me levanté, puse mi cabeza en su entrada y empecé a introducirla lentamente, sintiendo como se quejaba. Fui cariñoso, soy muy preocupado por el placer de mis machos pasivos. Le follé en cuatro hasta acabar y llenarlo de leche.
Luego nos recostamos y nos besamos otro buen rato, para luego bajar y chuparle el pene (que no estaba nada mal), me pedía acabar en mi boca o cara, lo que yo con gusto le permitiría. Le metí dedos y me di cuenta lo abierto que había dejado a mi amante. Bajé y seguí mamando ese culo, esta vez con el gusto de mi leche, lo que me puso muy duro. Volví a follarlo y esta vez patitas al hombro, nos miramos, sonreíamos, sentíamos nuestros alientos y sus quejidos se convirtieron en gritos hasta que acabó sobre su abdomen sin siquiera tocarse. Luego de eso, le di extremadamente fuerte hasta volver a acabar.
Nos limpiamos, nos abrazamos e hicimos cucharita. Le ofrecí una ducha, pero tenía que irse rápido. Es un hombre de negocios.
Prometimos volver a vernos, espero que así sea. Nunca había tenido un acto sexual tan exquisito pero efímero como el que les acabo de contar.
Espero que les guste mi relato.
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