Semen de colectivero
La historia que voy a contarles es una experiencia propia, que me ocurrió hace algunas semanas, mi nombre es Pedro, tengo 18 años, mido 1.73 mts, mi contextura es media, pero mucho más cercana a lo delgado, peso 68 kg, tez blanca, pelo castaño y vivo en Ovalle, una bella ciudad de la IV región.
Cada tarde salgo de mi trabajo alrededor de las 6 de la tarde, y para volver a mi casa tomo un colectivo de la línea 18.
Tranquilamente como todos los días, caminé rumbo a mi embarcación, el sol ya se estaba poniendo aunque aún le faltaba bastante para esconderse del todo. Esperé unos minutos e hice parar un auto. Tal como lo hacía siempre, nada fuera de lo común. Aunque debo admitir que tengo una imaginación bastante perturbada y pervertida y suelo imaginarme haciendo miles de cosas con los colectiveros. Por tal motivo, trato de sentarme en el asiento de enfrente junto a él. Y desde allí les miro disimuladamente el paquete, algunos son bien sabrosos y otros no, pero de igual modo lo disfruto, en especial cuando me tocan conductores que se sientan con las piernas bien abiertas o de esos que utilizan pantalones delgados y marcan cada parte, las dos bolas y el pene.
Esta vez, al subirme, me llevé una gran sorpresa, el conductor era muy guapo, tendría unos veintitantos y si no unos treinta y pocos, su tez era trigueña, tenía una patilla muy marcada y que le deba unos aires de macho recio, no era delgado ni gordo, estaba en su justo medio, vestía una polera con cuello bajo que dejaba ver unos pelitos locos en su pecho. Y allí estaba la gloria, usaba unos pantalones color crema que le marcaban un enorme y apretado paquete que resaltaba entre sus piernas bien abiertas.
– Buenas tardes – le dije con simpatía.
– Buenas tardes – me contesto él con voz de pocos amigos, pero de esas voces roncas que tienen los viejos amargados.
Eso fue todo lo que interactúe con él. Pues no me hablaba en absoluto. Pasó un tiempo y debió percatarse de que yo le miraba el paquete y también sus brazos velludos, porque me echo una mirada disimulada varias veces. No me importó. Por algún motivo quería que se percatara. Yo estaba caliente. Y lo mejor era que estábamos solos en el vehículo.
No aguante más. Nunca había hecho semejante cosa, pero simplemente la calentura me la gano y me dije a mi mismo que si pasaba algo malo, daba lo mismo, porque nunca más volvería a verle.
Lo hice. Puse mi mano sobre su pierna y el corazón me latía a mil. No reaccionó de inmediato.
– ¿Qué wea? – me dijo con voz amenazadora a los 4 o 5 segundos.
– Se lo chupo gratis – ¡qué! No podía creer lo que mi boca acababa de decir. Pero menos creería como resultaría la situación.
– ¿qué? – dijo confundido, pero sin quitarme la mano de su pierna – ¿eres weco culiao?–
No le conteste y moví la mano hacia su paquete. Ahí fue cuando me la sacó violentamente. A mi me dio miedo y no dije nada más, pero él siguió conduciendo en silencio y al cabo de unos minuto habló.
– ¿Deciai en serio lo de recién? – quedé totalmente sorprendido
– Si – le dije.
– Ya po – me dijo. Yo no podía creerlo, ese macho me estaba pidiendo que se la chupara.
– ¿Enserio?
– Si – e hizo señas mirando su paquete. Comprendí que quería que se lo chupara mientras manejaba y sin dudarlo me agache un poco aún en mi asiento le desabroché el botón y le bajé el cierre. Él se levantó un poco y le baje el pantalón un tanto, de tal modo que quedó su bóxer celeste completo a mi vista. Tenía unas piernas peludas y un paquete enorme, se notaba la erección y un poco de pre seminal. No aguante y al cabo de sobárselo unos segundos le metí la mano y saque su verga, era muy gruesa y algo grande, unos 19 cm, no tenía tanto pelo. Al parecer se los cortaba. La cabeza, era lo mejor, grande, rosada, brillosita y bien marcada. Lo masturbe un poco y note como comenzó a conducir más rápido. Seguro estábamos en una carretera ¡había salido de Ovalle!.
– Chúpala po, vamos a ir a dar una vuelta por ahí, justo ando con gorritos –
Esa wea me excitó mucho, quería culearme.
Mientras conducía seguí en lo mío, y empecé a pasar la lengua por el líquido pre seminal que tenía en la punta de la cabeza recién pelada. Le chupe la cabeza una y otra vez, al tiempo que gemía. Había un olor a hombre, exquisito. Me la fui metiendo más y más hasta sentirla en las amígdalas, chupaba frenéticamente una y otra vez, esa verga era un manjar de los dioses, gruesa, gorda, cabezona, larga, y una venas pocas por la mitad. Y para que decir los cocos, eran enormes.
– Chupa weon, chupa, deja acabarte en la boca –
Era muy excitante todo, yo chupaba y chupaba hasta que sentí como se contraía y salía el semen en cantidades enormes, me corrió por la pera y el cuello la moca del viejo, ¡que rico! Leche caliente y un colectivero gimiendo mientras se estacionaba en una parte cerca de la carretera.
El pico no se le bajo, era de esos que pueden acabar varias veces seguidas.
– Te lo voy a meter –
En ese momento ninguno de los dos se acordó de los “gorros”, y así tal cual nos bajamos del auto, se sentó en una piedra que había por ahí cerca. Ya estaba oscuro. Yo me baje el pantalón y me dio un poco de vergüenza que me viera el pico, pero igual.
Ahí estábamos, él sentado y yo parado.
– siéntate encima mío –
Abrí las piernas y me empecé a sentar mientras me tocaba el culo metiéndome los dedos desesperadamente casi haciéndome daño, pero no me importaba. Sentí su pico en mi entrada y continué. Baje un poco y un dolor terrible. Me había metido la cabeza.
– Eso, baje, baje más – me decía el viejo muy pervertido – bajé, eso, eso –
Seguí bajando, hasta sentir sus cocos, era un calor enorme en el ano y sentía su cabeza y la dureza de ese miembro erecto hasta más no poder.
Me agarró las nalgas y empezó a gemir y a respirar rápido. Me bombeó una y otra vez, primero lento y después rápido, pero siempre él llevando el ritmo, era como si me levantara con las manos, una wea exquisita. Entraba y salía una y otra vez, después me la sacaba completa y me la metía de golpe, una y otra vez, entraba y salía, entraba y salía. De golpe.
Su cara era la de un verdadero depravado. Gemía muy fuerte, y me follaba con brutalidad, pero a mi me encantaba.
– Ahh! Ahh!! –
Y me llenó el culo de leche, sentí como palpitaba ese delicioso pene, y una sustancia espesa y muy caliente me quemaba las paredes del ano, me soltó y me dejo caer en sus piernas, con el pene aún dentro mío sentía como chorreaba el semen por mis piernas y a la vez como su pene permanecía dentro mío.
Así nos quedamos. Yo no acabé, pero lo disfrute enormemente.
Finalmente me sacó su pico y nos fuimos. Me paso a dejar a la puerta de mi casa, me dio su número y me dijo que vivía en la aristía, una población de aca de Ovalle, olía a ese perfume de Antonio banderas, uno bien usado ahora. y en especial a semen, semen salido de esa verga, tan bella, gorda y cabezona, y con una manchita láctea. Besos.
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1 Comentario
MrJota
julio 15, 2025 a las 4:28 amWow uno de los mejores que he leído, con razón los rescataron, buen trabajo!.