Corriendo mano en el metro
Me llamo Sebastián y tengo 22 años. No le hago asco a la hora punta en el metro porque me la paso corriendo mano a los minos que encuentro ricos ahí. Por lo general les voy tocando el culo (piola, para que no se den mucho cuenta y pase como accidente), y de vez en cuando les paso la mano por el paquete. Esta vez que voy a relatar, era un martes de octubre, en la mañana. Iba en la línea 5 en dirección a Baquedano desde Vicente Valdes y los minos más ricos ya se habían bajado en San Joaquín y en Camino Agrícola, así que ya iba aburrido. En Irarrázaval veo que se sube un mino con pinta de oficinista y un bolso deportivo colgado al hombro. Le echaba más de 30 años, era más bajo que yo, como de 1.75cm, medio maceteado, con el pelo castaño corto y con las entradas ya bien grandes, y una barba de un par de días. Con la clara intención de tasarle su culo, me corro atrás de él. Tenía esos culos de los que me vuelven loco, no muy grandes pero muy duros, se notaba que lo trabaja de alguna manera. Ya en Baquedano donde me tenía que bajar, el compadre se da vuelta y pone su paquete justo en donde estaba mi mano, sin mirarme a la cara pero con una sonrisa. Lo tomé al toque como una señal y no me bajé. Luego cuando el metro avanzó de nuevo se volteó de nuevo y acercó harto su espalda hacía mi, como manteniéndome cerca. Tenía un leve olor a un perfume que me calentó mucho. Ya en Cumming, el compadre se bajó y yo ni hueón me fui atrás de él. Ya cuando el tren había partido, el compadre se acerca a mi.
-Wena, me seguiste – me dijo él. Yo medio avergonzado y ahora cachando bien el medio mino que tenía al lado, solo le dije que sí -. Si no estas apurado te puedo llevar a un lugar cercano que conozco.
-Ya po – fue lo único que pude responderle, sentía que mi corazón latía a mil y tenía la cara caliente y el pico bien duro.
Me hizo un gesto para que lo siguiera y salimos de la estación. Luego de subir las eternas escaleras de aquella estación, me hizo un gesto de que caminara al lado de él. Sin conocer muchos las calles, solo caminé al lado de él respondiéndole las cosas que me preguntaba. Me dijo que se llamaba Juan Pablo, tenía 32 años y era gay aunque piola y casi nadie lo sabía. Luego de caminar unas cuadras, llegamos a un motel que pasaba piola como casa. Tocó el timbre un viejo que se notaba que era gay igual nos abrió. Nos hizo esperar un momento en una sala y ahí Juan Pablo me dio un beso inolvidable, que me quitó todo el nerviosismo y me pasó toda su calentura. Yo ni hueón le empecé a agarrar su culo que tanto me había cautivado. Al minuto volvió el viejo y nos llevó a una pieza. La pieza estaba mal iluminada pero era piola.
A penas se fue el viejo nos tiramos en la cama a agarrarnos a besos y manoseos. Le empecé a abrir la camisa a Juan Pablo y quedé fascinado con su cuerpo, que pese a no ser tan perfecto como el de un modelo, tenía músculos lo suficientemente trabajos y el vello corporal exacto para calentar a cualquiera que sienta una atracción por los hombres como nosotros. Él también me empezó a desnudar, y pese a no llegarle ni a los talones en físico, no pareció importarle y me pasó la lengua por el torso de igual manera. Ya cuando le saqué los pantalones noté que su pene no era tan grande como podría haber fantaseado, pero igual se lo mamé como nunca había mamado antes. Al parecer hice un buen trabajo, ya que sus quejidos eran cada vez más fuertes y mi boca estaba lleno de preseminal. Me sacó los pantalones él e hicimos un 69. Juan Pablo igual lo chupaba rico, no usaba los dientes para nada. Me dijo que quería comerme el culo y me senté en su cara mientras el me pasaba la lengua por el ano, y yo no podía no seguir comiéndome la verga que tenía frente a mi.
Luego de un rato, le dije si podía comerle el culo y me dijo que él no era pasivo. Le dije que no quería ponérsela, pero que no podía dejar pasar de saborear tan sabroso culo. Eso siempre funciona con los locos obsesionados con sus cuerpos, diles algún alago y se van a dejar hacer de todo. Su culo era el cielo. Como lo había sentido antes por encima del pantalón de tela, era paradito, no muy redondo y bien duro. Aparte era muy peludito, así que mi lengua tuvo una fiesta por hartos minutos ahí. Podía sentir como Juan Pablo gemía de nuevo.
Lo calenté tanto con el rimming, que agarró uno de los condones que nos había dejado el viejo, se lo puso como en 10 segundos y me tiró brutamente al otro lado de la cama para empezar a metérmela. Me puso en cuatro, me tiró un escupo en el hoyo, me dilató un pequeño con sus dedos (los cuales eran bien gruesos), y me la metió de una. Grité CTM que estoy seguro que se escuchó en las otras piezas (aunque desconocía si había más gente en el motel) y él solo se rió. Juan Pablo era una máquina, el hueón hacía maravillas con el no tan grande pico que tenía. El talento compensaba el tamaño, y ya a los 3 minutos tenía ganas de correrme sin siquiera tocarme
-Hueón, voy a acabar – le dije.
-Todavía no compadre – me dijo y me la sacó. Me di vuelta y vi como tenía gotas de sudor en su amplia frente y peludo pecho. Se sacó el condón y me hizo un gesto para que se la chupara. Me puse de estómago en la cama y se la empecé a chupar. Jugué con sus cocos que eran gigantes y me metía su tula entera en la boca. Juan Pablo abrió otro condón y se puso de espaldas en la cama. Se lo puso y yo empecé a montarle el pico. Mientras subía y bajaba con mi ano por su pene, pasaba mi mano por su torso: su plano estómago (que pese a no tener 6-pack era muy duro), su pecho y sus trabajados brazos. Mientras hacía esto, con mi otra mano me corría la paja y a los pocos minutos me fui cortado como pocas veces lo había hecho. Mi semen cayó por todo su torso y le llegó hasta la barbilla (alcanzó a mover la cara para que no le cayera ahí).
Sin enojarse y con una voz muy caliente, me dijo que ahora era su turno. Se puso de pie en la cama y me dijo que me arrodillara, se sacó el condón, me hizo chupársela de nuevo y al rato me la sacó de la boca y me tiró todo su moco en mi pecho y cara. Totalmente sudado por la sesión de sexo, Juan Pablo se acostó y yo me acosté al lado de él. Empezamos a conversar, me preguntó que a dónde tenía que haber estado y yo le dije que a clases. Me daba lo mismo haberme perdido dos clases, esta hueá era el cielo. Él me dijo que tenía que haber ido al gimnasio antes de ir a su oficina, pero que esto valía más la pena. Nos duchamos juntos en el baño que estaba en la pieza, huebiando más aun en la ducha. Antes de irnos intercambiamos whatsapps y prometimos mantenernos en contacto. Juan Pablo pagó por todo esa vez.
_____
Este relato fue rescatado desde una pagina que ya no existe. Por su calidad creemos que merece ser compartido nuevamente en KYUNIX.
Si tú eres el autor original de este relato, te invitamos a ponerte en contacto con nosotros. Queremos darte el crédito que mereces y, si lo deseas, incluir tu nombre (o seudónimo) como autor, o bajar el relato si así lo deseas.
📩 Escríbenos a relatogay7@gmail.com
🔥 ÚNETE A NUESTROS CANALES DE TELEGRAM 🔥
Recibe los mejores relatos directamente en tu celular
IR AL CANAL DE TELEGRAM
No hay comentarios aún. ¡Sé el primero en comentar!