Mi profesor y yo: la noche que me rompió el culo

Tenía 24 años, y en la uni joder, mi profesor de literatura me tenía loco. Se llamaba Andrés, unos 45, casado, con esa pinta de hetero serio que da clases con corbata y todo, pero yo sabía que era puro show. Lo pillaba mirándome en clase, esos ojos que se clavaban en mi culo cuando me inclinaba. Nadie sabe que soy gay, y él menos, pero yo con esas ganas que paso de que me cagan a cada rato y con ganas de mamarle la verga y que me dejara el culo bien abierto. Lo deseaba tanto que me la jalaba pensando en él, en cómo me pondría en cuatro y me llenaría con su verga gruesa.
Un día, después de clases, me quedé solo con él en el aula. Le dije que necesitaba ayuda con un ensayo, pero era puro pretexto. Me acerqué a su escritorio, rozando mi pierna contra la suya, y vi cómo se ponía nervioso, su cara roja. «Profe, ¿puedo quedarme un rato más? Quiero que me explique bien profundo», le dije con doble sentido, y él tragó saliva. No aguantó, me agarró del brazo y me llevó a su oficina, cerrando la puerta con llave. «Eres un puto provocador», me susurró, y ahí supe que lo tenía.
Me empujó contra la pared, y su boca se pegó a la mía, besos salvajes, su lengua metiéndose como si quisiera follarme la garganta. Le bajé los pantalones, y joder, su verga era enorme, venosa, cabezona, dura como piedra. La deseaba tanto que me arrodillé ahí mismo y se la mamé como un desesperado. Sentía su sabor salado en mi boca, chupando la cabeza, lamiendo las bolas, mientras él gemía «sí, chúpamela, putito». Me la metía hasta el fondo, atragantándome, pero me encantaba, mi verga dura como nunca.
Me levantó, me quitó la ropa y me puso en cuatro sobre su escritorio. «Te voy a romper el culo, eso quieres, ¿no?», dijo, y yo asentí, deseándolo con todo. Escupió en mi agujero, metió un dedo, luego dos, abriéndome, y el dolor era rico, me hacía jadear. Luego vino su verga, empujando despacio al principio, pero joder, me dolió como la mierda, sentía que me partía en dos, esa pija gruesa estirándome el culo. «Relájate, cabrón», gruñó, y empezó a bombear, cada embestida más fuerte, sus bolas chocando contra mí. Me pegaba nalgadas, dejándome el culo rojo, y yo gemía «más profe, cójame duro», disfrutando cómo me llenaba, el placer quemándome por dentro.
Cogimos toda la noche en su depa, que vivía solo. Me subí encima de él, cabalgando su verga, sintiendo cómo me rompía el culo con cada salto, mis manos en su pecho peludo. Él me agarraba las nalgas, apretando, y me decía «eres mi puto secreto, nadie sabe que me encanta cogerme a un alumno como tú». Cambiábamos posiciones: en misionero, con mis piernas en sus hombros, sintiendo su peso aplastándome mientras me clavaba profundo; de lado, su brazo rodeándome, mordiéndome el cuello. Me vine dos veces, mi semen salpicando su pecho, y él seguía, incansable, hasta que me llenó el culo con su leche caliente, goteando por mis muslos.
Dormimos exhaustos, abrazados, su verga todavía medio dura contra mi espalda. Por la mañana, antes de despedirnos, me desperté con ganas de más. Le mamé la verga de nuevo, chupando lento, saboreando cada vena, hasta que se puso dura como hierro. «Mandame lleno de lechita, profe», le dije, y él sonrió, poniéndome en cuatro otra vez. Me la metió de un solo empujón, cogiéndome rápido, sus nalgadas resonando, mi culo ardiendo pero disfrutando cada segundo. «Te voy a dejar bien lleno para que me recuerdes», gruñó, y explotó dentro de mí, dejándome lleno y feliz. Me vestí, con el culo adolorido pero satisfecho, sabiendo que nadie sospecharía nuestra de esta aventura. Joder, disfruté tanto cogerme a mi profe….

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2 Comentarios

  • Anónimo
    octubre 11, 2025 a las 2:57 pm

    Mas detalles y mas historias

  • Anónimo
    octubre 12, 2025 a las 8:03 am

    Me la pusiste dura con tu historia jaja

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