El hermano de mi amigo – Parte I

Hola a todos, qué genial que ahora se puedan enviar relatos anónimos; es por eso que me atreví a contarles mi historia. Me llamo Maximiliano, tengo 19 años, 1.75 de altura, piel blanca, pelo castaño y flaco; no alcanzo a pesar 60 kilos jaja, y uso lentes. Lo que les contaré pasó el año pasado. Yo vivo en un condominio de departamentos, son varias torres, y en una torre aledaña a la mía vive Mateo, amigo y compañero de curso en ese entonces. Con Mateo nos conocemos hace años, somos súper cercanos, de esos amigos que se van al liceo juntos y que a veces se queda uno en el depa del otro. Esto último era algo bastante frecuente; a lo largo de nuestra enseñanza media me quedé muchas veces a dormir en su depa, y otras veces él se iba a quedar conmigo.

Su familia me quiere mucho, siempre me ha ido bien en los estudios y la tía Mónica (mamá de Mateo) siempre me pedía que lo ayudara a estudiar, ya que a Mateo le costaba un poco, sobre todo las matemáticas.

Mateo es el hijo menor, y tiene un hermano mayor, Carlos, de 23 años, 1.80, pelo negro y liso, generalmente corto, flaco y bien blanco. Se dejaba crecer la barba, la cual se le veía muy bien. Desde que lo conocí me llamó la atención, tenía un aire de masculinidad que me encantaba. Carlos estudia informática, actualmente cursa su último año y no pasa mucho tiempo en el depa. A lo largo de los años habíamos interactuado muy poco; cada vez que yo iba se portaba muy serio. Más de alguna vez pensé que quizás le caía mal, pero Mateo me decía que su hermano es así con todos. Más de una vez logré verlo recién levantado, vistiendo unos shorts de pijama que dejaban a la vista sus piernas gruesas y peludas. Carlos tenía esa manía de tocarse el abdomen de vez en cuando, movimiento con el cual levantaba levemente su polera y dejaba ver ese caminito de pelos que se perdía entre sus shorts.

Bueno, la cosa es que yo ya estaba en cuarto medio y no sabía qué estudiar. Una de mis opciones era estudiar informática, pero tenía muchas dudas respecto de cómo es la carrera, si pagan bien, qué expectativas laborales tener, etc. Así que le pedí a Mateo que le preguntase a su hermano si tenía un tiempo para mí y así poder hacerle preguntas sobre su carrera. Carlos dijo que ok, que el sábado de esa semana estaría en el depa y que tenía algo de tiempo, así que coordinamos y quedamos que yo iría después de almuerzo. No sé por qué, pero estaba algo nervioso; era solo una conversación sobre su carrera, pero Carlos provocaba cosas en mí. Aquel día hacía calor, andaba vestido solo con una polera y unos pantalones anchos color negro, de esos que tienen las costuras blancas y bien marcadas.

No me demoré ni cinco minutos en llegar a su departamento. Si mis cálculos eran correctos, Carlos estaría solo, ya que, como es costumbre, los días sábado Mateo sale con su polola y la tía Mónica, como buena trabajadora del comercio, lo más probable es que le tocase trabajar aquel día. Por otro lado, el papá de Mateo y Carlos trabaja en el norte, y aún le quedaban días en las minas.

Toqué el timbre y Carlos salió a recibirme.

—Hola Maxi, pasa.
—Hola Carlos, con permiso —le dije mientras pasaba y me quitaba mis zapatillas.

Carlos había terminado recién de almorzar, aún estaba la loza sucia en el lavaplatos. Miré a Carlos mientras nos acercábamos al living; vestía una polera gris y unos shorts negros que no le alcanzaban a cubrir las rodillas, junto a unos calcetines blancos de esos cortos. Me quedé pegado mirando sus piernas y, como si fuese la primera vez en el depa, no atiné a sentarme.

—Ya —me dice—, toma asiento po.
—Sí, sorry —le dije mientras me sentaba.
—Mateo me dijo que querías conversar sobre mi carrera, que tenías dudas.
—Sí, lo que pasa es que no tengo claro qué estudiar, pero informática me tinca mucho y me gustaría que me contaras…

Así estuvimos un buen rato conversando. Carlos me contaba con lujo de detalle su experiencia en la U. Durante la conversación se notaba que a Carlos le gustaba mucho lo que estudiaba, y logró cambiar la percepción que tenía de él; respondió amablemente todas mis dudas y me contó acerca de algunos trabajos y proyectos que estaba haciendo.

—Si te tinca, podemos echarle un vistazo a uno de los proyectos que estoy haciendo.
—Yaa, dale.
—Vamos a mi pieza, ahí tengo el PC.

Fuimos a su pieza, él sentado en la silla de escritorio y yo atrás, sentado en la cama. Ahí en el PC me mostró las cosas que ha hecho, y me explicó un poco en qué consistía programar, que era un tema que me interesaba mucho. También le pregunté sobre el mercado laboral, cuáles eran sus expectativas, etc.

—La situación no es tan buena como en años anteriores, me han contado que antes era más fácil encontrar trabajo, pero en general de mi U se titulan súper pocos cada año, y prácticamente todos los que van saliendo encuentran trabajo pronto o se dedican a hacer algún postgrado o incluso ambas cosas, y los sueldos igual andan bien. Por lo mismo le sugerí al Mateo que estudiase informática, pero no quiso, dijo que las matemáticas no son lo suyo.
—Sí, es verdad jaja, le cuesta caleta matemáticas.

Acto seguido, Carlos se da vuelta en la silla quedando frente a mí con sus piernas abiertas y su cuerpo tirado hacia atrás, apoyado en el respaldo.

—Sí he cachado igual, tú le pegas más parece, ¿lo ayudas a estudiar, cierto?
—Sí, de hecho la próxima semana tenemos prueba, le había dicho que estudiáramos hoy, pero como salió con la Kim, dejamos el estudio para otro día, igual que paja estudiar un sábado jaja.
—Buta jaja, si anda más enamorado mi hermano, desde que pololea con la Kim que sale todos los sábados con ella.
—Sí.
—Oye, y tú, Maxi, ¿no tienes polola? —me dice.
—No —le respondí tímidamente.
—¿Y nunca has tenido polola?
—No —le dije lo más serio posible.
—¿Y pololo?
—¿Aah? ¿Qué? —exclamé haciéndome el weón, sin embargo, podía sentir cómo mi cara se calentaba, imagínense lo rojo que me puse.
—Pololo po.
—Eeh, no po, nada que ver —le dije escuetamente.
—Aaah, es que pensé que a lo mejor eras gay, como me miras tanto a veces… ¿o es rollo mío noma’? —me dijo mientras llevaba una de sus manos a su entrepierna.
—Eeh, no cacho de qué me estás hablando, Carlos —dije con mis ojos pegados en su paquete, el cual ya se notaba algo erecto.
—¿Aah, no? —¿Y qué estai mirando ahora?

Levanté la mirada y vi cómo Carlos me miraba, su mirada penetrante me ponía más nervioso. A estas alturas yo ya tenía el pico parado; nunca había hecho nada con nadie y esta era lejos la situación más erótica en la que había estado, por lo mismo no sabía qué hacer, quería puro tocar ese bulto que tenía frente a mí, pero me daba miedo estar leyendo mal la situación. Por suerte, Carlos era más lanzado.

—Lo siento, es que a donde moviste la mano se me fue la mirada para allá —me excusé.
—Ya po, Maxi, ¿crees que no me he dado cuenta cómo me miras cuando vienes pa’ acá? ¿Y cuando me cuarteai cuando me toco y me subo la polera?. Y mira po, si ya se te paró igual —me dice mientras se acerca y posa su mano en uno de mis muslos. Acto seguido, y sin despegar su mirada de la mía, va subiendo lentamente hasta llegar a mi bulto—. Ufff, ¿ves? Estamos igual, mira —me dice mientras en simultáneo se agarra el suyo—. ¿Quieres tocar?

No le dije nada, solamente estiré mi mano y la posé sobre su entrepierna.

—Pero aprieta po, aprovecha que soy todo tuyo.

Y así lo hice. Carlos ya tenía todo el pico parado; a través del short podía sentir cómo la tela de su bóxer no daba más. Levanté la mirada para buscar la de Carlos, y en cuanto la encontré, Carlos se acercó y nos dimos un beso, corto y superficial, el cual dio paso a un beso más largo y húmedo. Podía sentir la barba de Carlos rozar mi piel; el beso se volvía cada vez más apasionado. Sin embargo, Carlos lo detuvo, se alejó un poco y se sacó el short. Yo instintivamente hice lo mismo con mi pantalón. Ambos quedamos en boxers, él unos blancos y yo unos negros. Carlos se sentó en su cama apoyado en la pared y me dice “ven”. Me acerqué y con sus brazos me orientó para quedar encima suyo, pico con pico, que con nuestros movimientos de cadera se iban rozando mientras continuábamos nuestro beso. Carlos besaba intermitentemente mi boca y cuello, más uno que otro languetazo en la oreja. Yo gemía e intentaba seguirle el ritmo y, de cierta forma, imitar lo que él me hacía. De repente siento cómo sus manos bajan de mi espalda a mi culo; lo tocó y apretó fuerte. Sin embargo, no duró más de unos segundos tocando por fuera del boxer para, acto seguido, meter sus manos por debajo. Masajeaba mis cachetes fuertemente; yo más fuerte gemía con cada apretón. De pronto siento cómo con una de sus manos busca mi hoyito. Primera vez que alguien más me lo tocaba, y weón, les juro que Carlos me tenía pero ardiendo de caliente.

—Oooh weón —exclamé cuando sus dedos llegaron a él.
—¿Te gusta? —me preguntó mientras me besaba el cuello.
—Sí.
—Te lo quiero puro meter, Maxito. Estai terrible rico weón, no sabes cuántas ganas te tengo.

Uffff weón, casi me corro cuando me dijo esas weás.

Después de estar un rato así nos separamos; nuestros boxers estaban todos mojados.

—Buta que eri lindo, Maxi, mira cómo me tení —me dice mientras se saca el boxer y deja salir su pico: un pico no tan blanco como el resto de su piel, no tan largo pero grueso, vellos recortados y con el glande brillante por todo el líquido preseminal. Con una de sus manos se empieza a pajear, dejando sus dedos empapados. Separa su mano de su pico y me muestra cómo quedó de pegoteada—. ¿Quieres?

Muevo la cabeza en señal de afirmación y me dice: “Ya po, ven”. Me acerqué y pasó sus dedos por mis labios; pude sentir ese sabor a hombre, pero quería más. Así que me incliné y quedé entre sus piernas con mi cabeza frente a su pico. Primera vez que iba a chupar uno; lo hice instintivamente. Me lo metí a la boca, empecé a pasarle la lengua y a metérmelo de a poco. No llevaba ni la mitad adentro y me dio una arcada jaja. Miré a Carlos y se rió un poco. Intenté tragar un poco de saliva y seguí chupando; su sabor me encantaba. A ratos me lo sacaba y solo le daba languetazos a su glande. Carlos posó una de sus manos en mi cabeza y empezó a acariciarme el pelo; pasaba sus dedos entre mis mechones mientras yo volvía a meterme lo más que podía de su pico en mi boca. Le pasé a llevar con los dientes en algunos momentos; me daba cuenta porque Carlos se quejaba levemente pero no me decía nada. Saqué su pico de mi boca y le dije:

—Lo siento jeje.
—¿Por qué? ¿Qué pasó?
—Por los dientes jaja, es que nunca había chupado un pico.
—¿Eres virgen?
—Sí.
Eras jaja.
—Jajaja.
—Tranqui, Maxito, si lo estás haciendo bien. Usted siga chupando noma’ que me falta poco.

Obedientemente volví a meterme su pico. Me lo metía lo más que podía, hasta sentir su glande en mi garganta; lo dejaba ahí un rato e intentaba masajearlo sacándolo un poco y volviendo a metérmelo, pero no aguantaba mucho; pronto me quedaba sin aire y debía sacármelo todo. Después de un rato empecé a pasarle la lengua por todo su pico, de arriba a abajo, hasta llegar a sus cocos, los cuales también quise probar. Les pasé mi lengua y parece que eso le gustó mucho a Carlos; dio un suspiro mientras con una de sus manos se empezó a pajear. —Sigue así, no parí —me pidió, y como pude seguí lengüeteando sus cocos. No pasó más de un minuto cuando jadeando me dice —ven, ¿querí leche?—. Le respondí que sí y abandoné sus cocos para acercarme a su pico. Alcancé a meterme su pico para recibir su leche. El sabor me sorprendió; no era desagradable pero sí raro. Sentí varios lechazos mientras los movimientos de su cadera hacían que su pico se adentrara lo más posible en mi boca; yo seguía chupando como podía, hasta que después del último chorro me dice: —Ya, para, para!… Oooh weón… que me hiciste correrme rico.

Y ahí estaba yo, con la boca llena de semen. Lo dudé unos segundos, pero la calentura me ayudó a decidir y finalmente me lo tragué todo. Carlos tardó unos segundos en reponerse y me dice:

—Weón, rico. Ven pa’ acá.

Me acerqué y nos volvimos a besar.

—Pa’ la próxima te toca a ti —dijo mientras me manoseaba el culo.

Acto seguido me tiró para atrás y me dejó recostado en su cama. Me quitó mi boxer y dejó mi pico libre a su disposición. Me besó los muslos y subió hasta mi pico, blanco y de glande rosado, tamaño promedio. Lo metió en su boca e hizo maravillas con él; se notaba que tenía mucha más experiencia. Lo chupaba todo con ganas, se lo metía entero y me hacía gemir; me chupaba los cocos mientras con una de sus manos me pajeaba. De lo caliente que estaba, no duré ni cinco minutos cuando me corrí durante una de las pajas que me estaba haciendo. Mi semen cayó en mi abdomen, y Carlos lo limpió todo con su lengua para luego acercarse a mí y darnos el último beso de nuestra primera vez.

Espero les haya gustado este relato; es la primera parte de todo lo que les quiero contar. Espero sus comentarios :3.

¿Te gustó el relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 5 / 5. Recuento de votos: 208

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

/ / 🇨🇱 Chile / 🌈 Gay /
💬 Escribe un comentario

9 Comentarios

  • Anónimo
    octubre 19, 2025 a las 10:46 pm

    Exelente relato y hot cuenta más

  • Anónimo
    octubre 19, 2025 a las 11:28 pm

    Que rico, cuenta más

  • Anónimo
    octubre 19, 2025 a las 11:58 pm

    Buen relato! Quedé como tronco.

  • Anónimo
    octubre 20, 2025 a las 1:01 am

    Cuenta más, q paso después de eso

  • Anónimo
    octubre 20, 2025 a las 2:17 am

    OMG me encantó
    La historia y como lo contaste me encanto dksksk

  • Anónimo
    octubre 20, 2025 a las 4:35 am

    Sin una de de mis favoritas historias uff. Sigue así queremos más historias

  • Anónimo
    octubre 20, 2025 a las 4:57 pm

    hace rato no leía un relato tan bueno acá, esperando mas!

  • Anónimo
    octubre 23, 2025 a las 1:49 am

    Hola
    Estés es mi correo electrónico: maximogonzalez746@gmail.com

  • Cristóbal
    octubre 24, 2025 a las 12:29 am

    Cuando la segunda parte?

💬 Deja tu comentario

×

Reportar Relato

SALTAR AVISO