Abriéndome al placer por primera vez
Hola amigos. Tambien soy lector de estos relatos y me animé a enviar el mío. Me presento, soy Nick, tengo 30 años, nacido y mal criado en Santiago de Chile.
La verdad, empecé en el sexo más o menos tarde, recién a los 22 años. Vengo de una familia muy religiosa y luché contra mi naturaleza demasiado tiempo, hasta que simplemente un día no pude más.
Es curioso, las cosas que vienen a continuación no las he contado a nadie nunca, hasta ahora.
Mi primera vez fue con un maduro que conocí en una página para buscar encuentros con otros hombres. Desde joven que practico natación continuamente, así que soy más o menos atlético. Puse mi foto y este caballero me escribió. Y de verdad era caballero, onda me invitó a comer y pasear por su auto en la primera ‘cita’. (Más adelante sabría que a estos se llaman sugar daddy). Era casado y con hijos grandes. Era empleado público en una región extrema, así que «estaba fuera de casa» frecuentemente. Me contó que le gustaban jóvenes como yo, lampiños y marcados. Cuando le conté que sería mi primera vez, los ojos le brillaron y me mostró cómo se le levantaba el paquete. Me pidio full discreción…sin saber que más discreto era yo, que usé un nombre falso y un celular viejo con chip nuevo para hablar con él.
A la semana siguiente nos juntamos. Llegada la hora, salí de la piscina de la U muy nervioso y creo que se me notaba en la cara la ansiedad. Me cambié rápido y fui al metro bellas artes. Saliendo de la estación me encuentro con él. Me dice que arrendó un departamento «por horas».
Subimos y en el ascensor me pregunta si estoy preparado. «No sé, pero estoy caliente», respondí.
Ya adentro, me dice que me ponga cómodo, mientras él va al baño. Me saco la camisa y el pantalón, quedando solo en boxer y una camiseta sin mangas. De repente, llega él y me abraza por detrás. Siento algo apoyado contra mí a la altura de la cadera. «Mira como me tienes, bien duro», me dijo al oído mientras frotaba su pene contra mi boxer.
Me da vuelta y lo veo desnudo. Tenía un poco de barriga y mucho pelo. Al mirar su pene, me asusté un poco de lo grande y grueso que era. (En las duchas de la piscina igual he visto varios penes, casi siempre dormidos, así que ver uno erecto aparte del mío me desconcertó).
«Tócalo, es todo tuyo» y lleva mis manos hacia ese pequeño monstruo. Me acuerdo que lo intenté medir, sosteniendolo con ambas manos. Al sentir mis manos soltó un gemido y me abraza, dandome un beso. Si, mi primer beso, dicho sea de paso.
Sin soltarme, me baja los boxer y saca mi camiseta, dejándome completamente desnudo. Me agarra suavemente las nalgas y con sus dedos juega entre ellas. «Si, ese culito está nuevo y apretadito..y es solo para mí».
Luego, se sienta en el borde de la cama y me pide que me ponga de rodillas. Tenía su pene muy cerca de mi cara, lo podía tocar con mi nariz. Ví sus huevos, grandes y separados. Se los toca mirandome vicioso. «Se nota que te gusta esto cabrito. Le voy a enseñar a tratar a su hombre, ya?»
Que le de besitos en todo el tronco, en el glande, que baje hasta los huevos, que me la coma toda, sin usar los dientes. Me daba instrucciones mientras me acariciaba el pelo y me hundía contra su pene. Empezó a mover su cadera y follarme la boca. Luego, lo saca y me da bofetazos con su pene, en mi cara y en mi lengua.»Eso, así, chupe despacito».
De repente, saca su pene y me dice «para, para, que ahora viene lo bueno». Se incorpora y busca en el velador un condón y un frasco de lubricante.
«Súbase a la cama..y pongase en cuatro para mí, que quiero probar ese culito». Yo, muy obediente, me puse en cuatro, dejandole todo mi cuerpo entregado. Con sus manos juega de nuevo con mis nalgas, esta vez con más desenfreno. Siento su barba entre mis cachetes y me muevo un poco, por las cosquillas. «Tranquilo, no se me mueva, que aquí yo mando», me dice incorporándose sobre mi, para hablarme al oído.
Me besa el cuello, la espalda y baja hasta mi culo. Lame con experticia y diligencia. Luego aplica harto lubricante e introduce un dedo. «Respira y relájalo». Luego introduce un segundo dedo y más lubricante.
Siento la punta de su pene en la entrada de mi culo. «Aquí voy», dijo, empujando lentamente contra mi cadera.
De tanto lubricante y lamida previa, no dolió la primera vez, pero sí se sintió extraño, como si el cuerpo no supiera lo que estaba pasando. Me embargó un calor y comencé a gemir despacio. Me abrazó y sentí su transpiración. El viejo estaba dando la vida en esa cacha.
Ya completamente adentro, se movía despacio y luego fue aumentando el ritmo. Luego me ordenó que me mueva yo contra su pene, mientras me sostenía la cadera.
Debo reconocerlo, ese señor tenía experiencia y me dejó loco de placer. Me agarré de las almohadas, casi desesperado y me movía para acomodarlo más adentro. Sentí el corazón acelerado y mi propio pene estallar.
«Voy a acabar», le dije. «Acabemos juntos» responde, y pasa su mano por mi costado y comienza a frotar mi pene. Siento como su respiración se detiene un momento, mientras se paraliza y su pene salta dentro de mí, y en ese salto, me estimuló algún punto ahí abajo que me hizo vibrar de placer, apretando más los cachetes y acabando sobre la cama.
El maduro me empuja hacia abajo, dejandome acostado. Sentí su peso sobre mí, pero no dejaba de experimentar su pene dentro, y mi culo caliente de tanto placer.
Me besa el cuello, el oído y dice «así se siente estar con un macho», mientras da una ultima embestida.
Luego se levanta, y dándome una nalgada dice, «Vaya a bañarse, mientras ordeno aquí».
Me bañé y vestí aún tembloroso. Me despedí rápido y tomé el ascensor. En la calle, vi mi reflejo y era evidente que estaba colorado. En el cuerpo aún sentía el vaivén de sus embestidas.
Subo al metro y veo que me escribe un mensaje. «Me encantó hacerlo contigo, ya luego te enseñaré a hacer más cosas». Sonrío. «La proxima semana seguiremos demostrándonos nuestro amor».
¿Amor?, Yo no buscaba amor, sino estar seguro que me gustaba el sexo con otro hombre. Vaya que si me gustó, y desde entonces, he disfrutado harto del placer de estar con hombres. Me entrego con todo, tal como lo hizo este viejo.
Saqué el chip del celular y lo boté en el primer basurero saliendo del metro. No volví a saber del maduro, porque al tiempo conocí a un chico de mi edad y comenzamos a salir. Pero esa es otra historia, que acabó luego de cuatro años, y dió pie a una época de desenfreno sexual (que da origen a 16 historias más).
Eso es todo por ahora. Espero que les haya gustado y un abrazo a todos. Su amigo Nick de Santiago
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3 Comentarios
Anónimo
julio 15, 2025 a las 10:41 pmCuenta más
Anónimo
julio 16, 2025 a las 2:55 amCuenta más con detalles siii. 10/10
Jesus
julio 16, 2025 a las 1:39 pmQue ricooooo yo no hubiese botado el chip porq con esa rica culeada uff había que repetirla