Debut con el primo – Parte I
Hola! Llevo varios meses leyendo las historias y uff… cuántas pajas me he mandado.
Aquí voy con mi relato:
Estaba en la edad de los descubrimientos. Siempre me habían atraído las minas, aunque a veces sentía curiosidad por los weones, pero hasta ese momento solo había tenido relaciones heterosexuales.
En los veranos solía visitar a familiares y amigos, y a veces me quedaba a dormir en sus casas. Un día fui donde mi primo, que tenía mi misma edad. Escuchábamos música, veíamos películas y conversábamos de los típicos temas de adolescentes.
Llegó la madrugada y, como siempre, fuimos a acostarnos juntos en su pieza. Éramos bien unidos y nunca nos habíamos mirado con ganas… hasta ahora.
Nos pusimos a conversar de la vida, de minas y del colegio. Yo le conté que un compañero nos había dicho que en una junta de primos habían jugado a la botella, y que a uno le tocó besar a otro primo. Esa historia me tenía caliente hace rato, y supongo que se la conté esperando que pasara algo… y pasó.
Este wn, Pablo, empezó a preguntarme más detalles, y como no sabía mucho, los inventaba a mi pinta, obviamente calentando la situación. En eso me pregunta si yo me atrevería a jugar a eso, y que eventualmente me tocara besarme con otro wn. Le dije que no sabía, haciéndome el pendejo, aunque en verdad quería puro probar.
Estábamos acostados juntos, la pieza oscura, los dos full hot, yo duro como piedra, con ese calorcito rico y esa sensación de mareo rara de esa edad, cuando todo lo nuevo te excita al máximo. De repente, Pablo se me acerca de frente y me pregunta si jugaría con él, si me atrevería a besarlo. Y sin que yo alcance a responder, me pone una mano en la cintura, la otra bajo mi cuello, tomándome de la nuca con suavidad, y me dice que él sí jugaría conmigo. Me acerca a su cara y me besa suave.
Sentí de todo: calma, nervios, calentura, excitación. Era la primera vez que besaba a un hombre y se sentía delicioso. Lo acerqué desde la cintura, apretando su paquete contra el mío, frotándonos, mientras nos besábamos con cada vez más ganas, lamiéndonos la boca, apretándonos uno contra el otro.
Bajé mi mano a sus glúteos, suaves y redondos, los apretaba con fuerza, subía y bajaba desde su espalda hasta sus nalgas. Metí la mano bajo su bóxer para sentir su piel: tenía el culo suave, lampiño y fresco, porque nos habíamos duchado antes de acostarnos.
No parábamos de besarnos ni de frotarnos. Él también masajeaba mis glúteos y trataba de llegarme al hoyo, lo que me tenía aún más caliente. De pronto nos detuvimos por un ruido en la pieza de su hermana y nos entró el miedo y la culpa. Éramos inexpertos en todo. Conversamos un poco, sorprendidos por lo que estábamos haciendo. Pablo dijo que le gustaba la sensación y yo respondí lo mismo.
Volvimos a acercarnos, pero ahora con más ganas. Nos sacamos las poleras y empezamos a comernos el cuello, el pecho, los pezones. Nos mordíamos como salvajes, jadeando y retorciéndonos de placer. Pablo comenzó a pajearme por sobre el slip, que ya estaba mojado. Me apretaba fuerte el pico, duro como roca, mientras me besaba húmedo, me mordía los labios y me chupaba la lengua.
Metió la mano debajo de mi slip y tomó mi pico mojado, se llevó mi precum a la boca, lo lamió y volvió a besarme. Estábamos como ebrios de pura calentura. Yo agarré su pico, también duro y mojado, y empecé a pajearlo suave. Ambos gemíamos sin parar, nos besábamos eufóricos, hasta que nos quitamos la ropa que quedaba, desesperados por estar en pelota y sentirnos.
Nos comíamos las bocas, nos masturbábamos mutuamente, frotábamos nuestros picos, intercambiando fluidos. Pablo se dio vuelta, me puso su espalda y empujó mi verga con sus nalgas ricas. Acomodó mi pico entre medio de sus glúteos y empezó a moverse, pajeándome con el culo, agarrándome para que no me alejara.
Lo rodeé del cuello con una mano, como ahorcándolo suave desde atrás, mientras le comía el cuello. Con la otra recorría su pecho duro, sus tetillas erectas, bajaba al abdomen y a la pelvis para apretarlo contra mí. Lo pajeaba mientras él no paraba de pajearme con el culo. Metía la mano, recogía mi precum y se lo llevaba a la boca para después buscarme con la lengua.
Busqué su hoyo con mi pico y empecé a empujar de a poco. Pablo gemía agitado, buscando encajarme dentro. De a poco empezó a entrar y se sentía increíble, mejor de lo que había imaginado. Sentía cómo me apretaba con cada milímetro hasta quedar entero adentro, con sus nalgas pegadas a mi pelvis.
Me quedé quieto un momento, disfrutando cada sensación, su olor, su piel suave. Lo abrazaba por la cintura y lo besaba desde atrás mientras lo pajeaba. Al poco rato comenzó a mover la cadera para meter y sacar mi pico, y era extasiante.
Después quisimos estar de frente otra vez. Nos besábamos y Pablo bajaba con su lengua por mis orejas, mi cuello, mis tetillas. Qué cosa más rica! Me lamía con ganas, de forma animal. Me masturbaba mientras me chupaba el pico, masajeaba mis cocos, me olía.
Lamía mi glande, recogía el precum, se lo tragaba. Se metió la cabeza entera y empezó a chupar con fuerza, hasta que sentí su garganta tragándose mi verga. Era la gloria.
Lo levanté, lo besé apasionado, agradecido por el placer, y lo puse sobre mí. Sentía su pico duro sobre el mío. Le pedí que se girara y empezamos a mamar las vergas del otro. Le abrí las nalgas, lubricando su hoyo con su propia leche y mi saliva, metiéndole de a poco un dedo, masajeando por dentro.
El ritmo se volvió más intenso, gemíamos sin control, hasta que le dije que iba a acabar. Sin sacar mi verga de su boca me hizo entender que podía hacerlo. Me dejé llevar, descargué toda mi leche en su boca, sentía que no paraba, pero Pablo no dejaba de mamar y se lo tragaba todo.
Yo lo pajeaba rápido, lamiendo su glande, sus cocos, mamándome toda su verga hasta el fondo. Y de pronto explotó en mi garganta, llenándome de leche. Me la tragué entera, hasta la última gota.
Nos acomodamos abrazados, nos dimos besos suaves y nos dormimos.
En la mañana despertamos separados por el calor, pero felices. No dijimos nada, aunque igual nos volvimos a besar, de día, en pelota, con el sol encima y caña de sexo.
Me fui antes de desayunar y no nos juntamos en años. A veces nos topábamos en reuniones familiares y nos saludábamos normal, como siempre, buena onda.
Con los años cada uno hizo su vida hetero: yo me casé, tuve hijos, una vida hermosa y feliz. Aunque de vez en cuando vuelve el morbo… pero esas son otras historias.
Espero haberlos calentado con mi relato tanto como yo me calenté con los suyos.
4 Comentarios
Anónimo
octubre 2, 2025 a las 8:43 pmQue rico! Cuenta más!
Anónimo
octubre 2, 2025 a las 10:21 pmCuentas más me dejastes full hot
Anónimo
octubre 6, 2025 a las 6:41 pmEste si que es un tremendo relato!!!…
ariel.cornejo34
octubre 8, 2025 a las 3:55 amQue rico todos tuvimos una experiencia loca con algún primo y estoy seguro que después hiciste más cosas con el jeje y si lo hicieron cuenta más