Debut con el primo – Parte II

Después de años de la primera experiencia con Pablo, tuve varios morboseos locos en distintas etapas de mi vida. Durante los 20s era muy desinhibido y quería probar de todo, así que lo pasaba la raja con minas y wns, aunque principalmente con minas. Como mi círculo cercano de amigos cachaba mi onda, más de alguno quiso experimentar conmigo, y yo ahí estuve apañando para pasarlo bien.

Ya muchos años más tarde, con esposa e hijos, descubrí la app amarilla. ¡La revolución!. Me hablé con decenas de wns calientes. Intercambiábamos teléfonos y hablábamos por Whatsapp. Así tuve más de un par de experiencias express muy ricas que podría contar en otra oportunidad. Nada serio, por supuesto, sólo besos y manoseos.

Después de haber weviado un par de veces durante varios años y ya sin mucho interés, un día me bajó el morbo por Pablo. No nos habíamos visto en mucho tiempo y tampoco habíamos hablado nunca de lo que habíamos hecho de pendejos. Nos teníamos en RRSS, así que le hablé en buena onda para tantear terreno y, después de varias semanas de saludarnos y mandarnos memes, me armé de valor para iniciar una conversación más directa. Le pregunté si se acordaba de cuando de pendejos nos calentamos y nos terminamos agarrando, y me dijo que no. No fue cortante ni pareció molestarse, pero no hubo más conversación al respecto.

A los días le volví a hablar y le dije que me gustaría conversar con él de ese episodio, y que me gustaría saber qué pensó él en su minuto, viéndolo desde nuestra vida actual, de adultos responsables y con familia ambos, y aceptó mi invitación.

Llegó una mañana de día de semana; obvio, yo estaba preparado para el webeo, pero necesitaba ir despacio para no espantarlo.

Pablo llegó muy simpático, parecía contento de volver a vernos después de tanto tiempo y con la tranquilidad de estar solos y poder conversar tranquilos. Tomamos desayuno, hablamos de nuestras familias y nos contamos cosas de la vida. Por ahí empecé a poner el tema de lo que había pasado hace años y se hizo el loco. Me dijo que no se acordaba para nada, lo que me descolocó un poco. Sorprendido, le dije que me parecía muy extraño que no se acordara de lo que habíamos hecho, mal que mal, para ambos había sido la primera experiencia con otro hombre. Se rió diciendo que éramos pendejos y que en verdad daba lo mismo, que a esa edad era «normal» probar de todo. Se paró medio nervioso de la mesa y me pidió el baño.

Se demoró harto, y pensé: “Puuuuta, este wn está cagando, no pasará nada esta vez”. Escucho la ducha y quedé pensando: «Puta, el loco es de los que se lava después de cagar». Y en eso abre la puerta y me pide una toalla limpia. Fui a buscar la toalla y se la pasé sin mirar; él la recibió y no volvió a cerrar la puerta. Yo me hice el wn y, sin mirarlo, me fui al living.

Lo esperé un rato mirando páginas hot en el celular, echado en el sofá y pensando que al menos me quedaría material para las pajas, cuando sale sonriente y me dice: «Puta, primo, qué rico verte bien, después de tantos años». Y se sienta a mi lado, bien cerca, y me abraza como para una foto, de lado, me acerca a él y me dice: «Te quiero caleta, wn, te echaba de menos». Y me pregunta que cómo recordaba esa vez en que habíamos terminado culiando. Quedé plop. El wn me había dicho varias veces que no se acordaba y, después de entrar al baño, le volvió la memoria.

Se acercó mucho a mí y me dice: «Yapo, ¿de qué te acuerdas?». Me quedé pegado por la impresión y porque Pablo estaba agarrando las riendas de la situación, y le respondo: «Me acuerdo de la calentura de esa primera vez, de lo bien que se sentía, de la sensación de placer y miedo y culpa y del caos». Y me responde: «Pero fue rico». Se me acurruca en el pecho, me dice que se siente cómodo conmigo y se estira directo a mi boca. Me come los labios, me muerde suave y me mete la lengua, caliente, mojada, inquieta. Me quedo inmóvil, sólo me dejé besar, pero no respondo de inmediato, hasta que después de unos segundos se aparta un poco para mirarme y, antes de que me pregunte nada, lo tomo por el cuello y lo acerco para comérmelo yo. Le meto la lengua, lo saboreo, me lo bebo. Era delicioso, el mejor beso. Me mete la mano bajo el polerón y la polera y me comienza a acariciar el abdomen, el pecho; yo le agarro el pelo y lo tiro hacia atrás para mirarlo, lo veo directo y me río, le digo: «Mira el maricón, te lo tenías guardado», y me responde: «Esperé años por esto». Nos seguimos besando duro y se pone de pie para quitarse la ropa de arriba. Sigue igual de lampiño, blanco casi rosado, esbelto, lindo. Se me echa encima y me besa mucho, me aprieta con su paquete sobre el mío, jadeamos, nos retorcemos. Me quito la parte de arriba de la ropa, me lame, me muerde los pezones, me aprieta el pecho, me come el cuello. Nos comemos apasionadamente, como adolescentes vírgenes, ansiosos.

Se para frente a mí, le llega el sol que lo hace ver tan brillante y claro, nos miramos unos segundos y se quita toda la ropa que le quedaba. Se sienta sobre mí de piernas abiertas y me sigue besando, me abraza fuerte y me come el cuello, gemimos juntos, nos falta boca para lamernos. Comienza a frotarme el pico con su culo; mi precum ya traspasa las telas y el suyo me moja la guata. Siento que quiero explotar en él. Lo agarro de la cintura para dirigir sus movimientos, como si me lo culiara sin quitarme la ropa. Le agarro el pelo y lo bajo a mi pecho, que me coma los pezones y baje lamiendo; me desabrocha el pantalón, me come bajo el ombligo, me mete las manos siguiendo la piel de mi espalda para apretarme los glúteos. Me baja brusco la ropa y me mira la verga, que es una roca, mojada, chorreante; me acaricia las piernas y se mete el pico entero en la boca. Me limpia el precum, se come todo. Yo gimo, inhalo profundo y ahogo gritos de placer. Lo agarro del pelo y le follo la cara.

Pablo se levanta aturdido, con los ojos rojos, mojado de saliva y precum, salvaje y erecto; se sube al sillón y me pone su pico en la cara. Huele a mi jabón. Le agarro el culo y le como la verga, lo pajeo con mis labios mientras me folla la cara, duro.

Se baja del sillón y se me acuesta encima boca abajo, como pidiendo nalgadas; le miro ese culo redondo y perfecto y me pongo saliva en la mano para explorarlo. Le busco el hoyito, rosado, apretado; lo acaricio y se va abriendo, meto el dedo de a poco y gime, ahoga sus gemidos en el cojín, con la cola levantada me reclama por más. Así que hundo el dedo completo y siento que me aprieta; lo meto y lo saco varias veces, yendo más rápido cada vez, sumo otro dedo y siento su pico palpitar sobre el mío. Me aprieta el brazo, me pide que vaya lento y le hago caso. Pasan minutos así y quiero besarlo más, así que nos levantamos, lo dirijo al pasillo, lo apoyo contra la pared y lo beso, lo froto, nos pajeamos juntos, con una mano y dos picos duros y mojados. Lo giro y lo rodeo del cuello con mi mano, como aquella vez; aún le gusta que lo asfixie un poco, mientras le froto mi pico entre sus cachetes. Me pajeo en su culo y es delicioso. Otra vez abre su entrada para mí, me busca y me encuentra, así que se la meto de una y lo hago quejarse; quiere escapar un poco pero el muro lo contiene, lo levanto a estocadas, él jadea y pide que siga.

Invito a Pablo a la ducha, juntos. Ahí me saqué otra fantasía. Lo enjabono, lo chupo, le como la boca, lo pajeo y le meto el dedo al mismo tiempo, quiero verlo acabar. Me agacho a mamarlo, quiero que me dé toda la leche que tiene, pero me pone de pie para ofrecerme culo de nuevo. El agua caliente se siente maravilloso.

La espuma y el jabón ayudan a que follarme su culo sea más fácil y comienza a moverse más rápido. Me dice: «Échamelo todo adentro» y eso me pone a mil. Mientras lo rodeo de la cintura con una mano y con la otra del cuello, le muerdo las orejas desde atrás y lo embisto cada vez más fuerte hasta que nos retorcemos juntos y lo lleno. Veo sus chorros llegar a las baldosas de la pared y correr con el agua, y me siento feliz. Es delicioso y quisiera seguir, pero ha pasado la hora y tengo que ir al colegio pronto por mis hijos.

Lo llevo en auto a su depa y me devuelvo sonriente, esperando que vuelva a pasar algo.

Espero que los haya prendido este relato. Yo estoy durísimo.
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1 Comentario

  • Anónimo
    octubre 10, 2025 a las 10:48 pm

    Ufff que hot tuve algo parecido con un primo

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