El amigo de Snapchat
Mientras caminaba de vuelta hacia mi pensión, no había forma de dejar de pensar en lo que acababa de pasar, mil preguntas venían a mi mente y la verdad no habían respuestas muy claras hasta ese momento. ¿Cómo partió todo? ¿En qué momento llegamos a esto? ¿Podremos continuar siendo amigos y hacer como que nada pasó?. Un millón de recuerdos daban vuelta en mi cabeza y la subida era larga desde la playa, y ese día fue aún más, dándome tiempo para recordar como había llegado Felipe a mi vida.
Era octubre del 2019 y en medio de marchas y toque de queda había decidido descargar Snapchat para entretenerme un rato hablando con alguien y de vez en cuando aplicarle a algún sexchat. Fue ahí cuando comencé a hablar con alguien regularmente, hicimos match rápidamente, teníamos gustos en común y la verdad las fotos que había visto de él lo hacían ver bastante guapo; en ese momento tenía 25 años, moreno, se dejaba una barba bien cuidada, unos ojos cafés hermosos, cejas marcadas que hacían resaltar aún más su mirada seductora; mientras que de cuerpo era contextura promedio, un poco de pancita (casi nada) pero una espalda ancha y firme. Fue así como empezamos a hablar con cierta regularidad y no pasó mucho para que fuera prácticamente a diario que nos mandábamos nudes o hacíamos alguna videollamada para dejarnos llevar nuestros instintos más oscuros. Pero hasta ahí llegaba la cosa, si bien vivíamos a más menos una hora de distancia, la locomoción era pésima y ninguno tenía lugar para continuar con nuestras pasiones.
Con los meses esto se volvió regular, llegó la pandemia y si antes era difícil conocernos en persona, en ese momento fue francamente imposible, pero la calentura solo aumentaba. Por mi parte habíamos decidido tener una nueva oportunidad con mi polola, estábamos bien pero bastaba un par de días sin sexo para estar en una videollamada con Felipe dejándonos llevar nuestras pasiones más oscuras, así estuvimos unos meses hasta que él decidió volver con su ex y las llamadas pasaron a la historia, pero empezamos a forjar una amistad virtual, de a poco dejamos de descargar nuestras pasiones para empezar a contarnos nuestros problemas.
Las cosas siguieron así hasta que yo decidí emigrar a una ciudad más grande en marzo del 2023 para crecer en lo profesional, y resulta que ahí era donde Felipe estudiaba, en ese momento ya nos habíamos conocido en persona y se había convertido en mi mejor amigo, pero la distancia seguía siendo un gran problema para poder juntarnos regularmente. Así que mi traslado fue el momento perfecto para empezar al fin a transformar estas conversaciones en salidas a tomar cerveza después del trabajo o clases y aprovechar de conocer la nueva ciudad que me daba la bienvenida, sin embargo, ese día fue diferente, salí temprano del hospital y tomé la micro para ir hasta el punto de encuentro, el plan no cambiaba mucho, iríamos con un par de cervezas a ver el atardecer a los roqueríos que estaban frente al casino. Pasamos al mall porque tenía que retirar algo en una tienda y luego caminaríamos hacia la playa. Pero algo pasó en ese momento, no sé si sería algo en el ambiente pero la calentura se apoderó de mi desde que lo vi, recordé sus videollamadas, lo imaginaba corriéndose la paja y eyaculando leche por montones como cuando recién nos conocimos, fui al baño para intentar bajar un poco, pero él me siguió así que no ayudaba mucho. Decidí pensar en otra cosa y nos fuimos rápidamente a la playa, en eso caminamos y la calentura ya se había ido un poco, era una tarde fría de junio así que el clima ayudaba bastante. Llegamos hasta donde estaríamos, nos escondimos un poco por si pasaban los marinos y empezamos a tomar cerveza. Ahí el alcohol no ayudó mucho y empezaron a aflorar con más fuerza las ganas de verlo desnudo conmigo, la calentura solo aumentaba y el verlo ahí con el brillo de la puesta de sol no ayudaba mucho a disminuirla; trataba de pensar en otra cosa pero solo lo imaginaba en distintos escenarios pero él siendo el protagonista de la mejor película porno. Creo que mi cara de baboso me delató rápidamente porque me dijo que me notaba extraño, mentí dije que me sentía solo con el cambio de ciudad, ahí me abrazó como lo hacen los amigos y mi corazón a mil, sentirlo cerca, sentir su perfume, su abrazo firme con esa espalda ancha, apoyé mi mano en su pierna y creo que entendimos ambos que era lo que en realidad pasaba.
Nos miramos fijamente y mi mano en un par de segundos estaba mucho más arriba sintiendo un bulto que palpitaba y crecía más cada segundo. Nos miramos con cara de ¿y ahora qué? Tomamos lo que nos quedaba de cerveza y empezamos a caminar por la orilla de la playa hasta llegar a la desembocadura del estero, acaso podría ser un buen lugar para desatar las pasiones? Solo un vistazo y vimos que había mucha gente, seguimos el camino y la calentura solo iba aumentando, en eso decidimos desviarnos de la costa y subir buscando algún lugar. Eran momentos donde la cabeza que pensaba era la de abajo y estaba decidido a dar un paso más allá, no importaban las consecuencias, subimos y la calentura nos hizo olvidar completamente que estaba el palacio presidencial y, por tanto, lleno de pacos. Por supuesto que no hubo oportunidad de nada y bajamos derrotados hasta el reloj para ya despedirnos, pero no quería. Lo invité a la playa con la excusa de un café, fuimos a comprarlo y bajamos a la arena, pocas veces he visto tan vacío como ese día. Solo nos miramos y nos dimos un beso, uno que estaba guardado desde el 2019 y que recién 4 años después me atreví a dar; toque su pecho firme para luego abrazarlo con fuerza y sentir su paquete al borde de la explosión juntarse con el mío. Besaba exquisito, solo podía pensar en lo mucho que me arrepentía de haber dilatado esta situación. Nos comimos unos minutos y mi mano ya lo tocaba entero, la playa vacía, la oscuridad nos ocultaba de las luces de la ciudad, nos sentíamos en un oasis donde podíamos liberar la calentura guardada por años. Lo miré y mi mano bajó hasta su bulto, empecé a tocarlo por encima pero estaba que explotaba, confirmé que no hubiera nadie y lo saqué. Al fin tenía en mis manos ese pene que tantas veces había visto por videollamada, pero que hacía años que ya tenía en el olvido.
Comencé a pajearlo suavemente, no era un pene gigante, unos 16 centímetros con una cabeza rosada exquisita, lo toque un par de segundos y ya tenía todo el glande mojado con su precum. Yo por mi parte estaba duro, empecé a jugar con mis dedos haciendo círculos en su cabecita. Estábamos en la gloria, y no queríamos que nada nos interrumpiera, en eso lo miro y supe inmediatamente lo que venía, solté su pene y el bajo y junto con el también bajaron mis pantalones. Se metió mi pene a la boca y comenzó una de las mamadas más ricas que me han hecho . Ahí en una playa a metros de la ciudad, con el sonido del mar de fondo estaba el tragando mis 17 cm, jugando con su lengua en mi cabeza, tragando todo mi precum y mirando como lo disfrutaba, pasaba la lengua por todos lados y luego terminaba siguiendo el recorrido de la vena que desembocaba en mi cabeza para darme la mejor mamada que me habían dado hasta ese día. La calentura de la situación, sumado a lo rico que sabía hacer todo hizo que pronto me pusiera caliente, le dije que parara y continué con la paja que había dejado inconclusa, cuando supe que era el momento empecé a pajearnos mutuamente y nos fuimos a la par, bote chorros de leche, el igual, todo quedó en nuestros cuerpos, estábamos llenos de la mezcla de fluidos del otro. Lo abracé, lo bese nuevamente , nos empezamos a pegotear. Era el momento de volver a nuestras casas, lo dejé en el paradero y empecé a caminar hacia mi pensión.
Mientras pensaba todo esto no me di cuenta que ya estaba frente a la casa, me fui a mi pieza, me bañé para limpiarme y me terminé pajeando pensando en lo rico que habíamos hecho con Felipe. Pero ahora que vendría, ¿hasta aquí llegaría la amistad?, ambos teníamos nuestras relaciones, probablemente no podríamos seguir… ¿o si?
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1 Comentario
Anónimo
febrero 9, 2025 a las 5:05 pmSegunda parteeeeeeeeee