El Bombero del Viernes Santo

Hola, les quiero contar una historia que me pasó hace años, Lo que empezó como una típica reunión familiar de Semana Santa se transformó en una de esas noches que nunca olvidas. Tenía dieciocho años y estábamos en casa de mis primos, con el clásico cocimiento y toda la familia reunida. Mis primos, que son cuatro años mayores, llegaron con sus amigos, y entre ellos estaba él, un bombero, aunque eso lo supe después.

Como en mi familia ya no seguimos eso de no tomar o comer carne en Semana Santa, empezamos a tomar copete. La cosa se puso buena, y en un momento, uno de los amigos de mis primos se sentó a mi lado a conversar. Súper simpático el compadre. Lo miré de reojo y estaba guapo, pero en ese momento ni lo pesqué con otras intenciones.

Cuando quedamos pocos, empezamos a jugar con penitencias. Perdí yo, y mis primos, que saben que soy gay y les gusta webiar, me mandaron a darle un piquito al amigo. El tipo no se hizo drama, y cuando le fui a dar el piquito, ¡pum! Se transformó en un besote con lengua. Todos se quedaron callados un segundo y después se cagaron de la risa.

Después de eso, el weón me empezó a mirar fijo. Nos pillábamos miradas y los dos sonreíamos. La weá tenía tensión sexual.

Como a las tres de la mañana me dio sueño, así que me fui a dormir a una pieza vacía. Me dejé solo el bóxer y la polera, y cuando ya me estaba durmiendo, siento que abren la puerta. Se metió alguien, cerró con llave y cuando di vuelta la cara, en la oscuridad escuché: «Soy yo». Era el bombero.
Mientras se acercaba a la cama, se fue sacando la ropa. Yo prendí la linterna del celular y casi me da un paro. El tipo tenía un cuerpo marcado, pecho peludo, piernotas… demasiado rico. Se notaba que se mantenía por la pega.

Nos lanzamos a besarnos, y yo le empecé a pasar mano por todo el cuerpo. Le bajé el bóxer y no podía creer lo que veía: tenía un pico de unos 19 cm, pero lo más impresionante era lo grueso que era. Nunca había visto uno así.

Me puse a chupársela, y el weón gemía rico. Yo trataba de metérmelo todo a la boca, pero era imposible. Después me puse en cuatro y él empezó a intentar metérmelo, pero no podía. Entonces se me acercó al oído y me dijo: «Date vuelta». Y ahí, sin esperarlo, me empezó a chupar el hoyo. Fue mi primera vez que alguien me hacía eso, y la sensación fue increíble. Tuve que morderme para no gritar.

Después me dijo que me preparara, y ahí sí, poco a poco, me lo fue metiendo hasta el fondo. ¡Qué weá más rica! Me mordía la oreja, me hablaba sucio, me movía rico. Después me puse en cuatro de nuevo y me empezó a dar duro. Los choques se escuchaban en toda la pieza. En un momento me dijo: «Párate». Me levantó, me abrió las piernas y, agarrándome de las piernas, me empezó a cachar contra la pared. Estábamos frente a frente, dándonos unos besos intensos. Después de un rato, sentí que se le puso más duro y acabo dentro.

Quedamos hechos pelota en la cama, conversando. Me contó que era su primera vez con un hombre, que solo una vez le habían hecho un oral. Nos quedamos dormidos abrazados.

A la mañana siguiente, bajamos juntos a desayunar y mis primos no paraban de webearnos. Los dos rojos como tomate, y ellos cagados de risa. Cuando se fue, mi primo (su mejor amigo) me dijo: «Este weón siempre se come minas buenas, ni me di cuenta que tiraba para los dos lados». Yo solo me reí.

A los días me escribió por Facebook, pasamos a WhatsApp y seguimos saliendo un tiempo. Hasta una vez me colé al cuartel cuando estaba de guardia y conocí a sus compañeros. Pero esa es otra historia, jaja.
Bueno, ese fue mi relato. Un poco largo, pero quería contarlo con todos los detalles. ¡Saludos!