El enviado de Dios
Es la primera vez que voy a contar algo así, esto lo saben pocas personas. Hace unos años, llego a mi pueblo un seminarista, yo apenas si lo topaba, un día, fui a la iglesia y cuando terminó la celebración, este seminarista me habló, cabe recalcalcar que yo estaba en un coro en aquel tiempo, por lo que el seminarista me pidió el número del coordinador del coro y se lo mandé, a los pocos días contestó un estado mío, no recuerdo de qué era pero era un poco sexoso, y ahí empezamos a platicar más a menudo, ya era casi del diario. Pasaron los días y prácticamente se me insinuaba y yo le daba entrada, hasta que me invitó a salir a cenar al centro, compramos cosas para comer y nos sentamos en una banqueta a platicar, a la siguiente semana, ya prácticamente me decía que nos viéramos para hacer cosas, era un sábado en la noche cuando me dijo que fuera a la casa parroquial, me hizo pasar y entré a su habitación, el se metió a bañar y cuando salió se puso la pijama, se acostó a un lado de mi, no sabíamos cómo empezar hasta que me preguntó de qué me gustaba hacer, yo solo le respondí que yo solo me dejaba, ahí fue cuando me empezó a agarrar mi pene por encima del pans, acto seguido me empezó a besar y poco a poco nos fuimos desprendiendo de la ropa cada quien hasta quedar desnudos, el se llevó mi pene a la boca por un rato, después me volteó, se puso el condon y lo empezó a meter, no la tenía tan grande pero sabía complacer, y empezó a meterla y a sacarla, luego me volteó para abrirme de piernas y volverla a meter, era tan placentero hacerlo, igual no tenía un cuerpo esplendoroso, pero sabía lo que hacía, así estuvimos por un buen rato hasta que la sacó y se vino en mi abdomen, después le seguí yo y nos besamos, y así pasaron una o 2 veces más hasta que se fue al seminario después regresó.
Espero que les haya gustado, y si es así, les cuento de otros hombres con los que gustaron.
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