El guatón pico misil del retail 🚀

Escribí el relato “piercing en el pico”, sigo con mis historias y me encanta leerles. Como les conté soy una pasiva de 35 años, trabajador, independiente, pero desde que tuve la oportunidad de probar el pico una hembra en la cama. Esta historia ocurrió entre el 2016 y 2017, recuerdo tiempo de noviembre a marzo, en proceso de renuncia de una pega de mierda y muchas licencias, como también, luego de unas andanzas en un país cercano por 3 meses donde me dediqué a maraquiar de lo lindo, aprovechando que ahí nadie me conocía, relato que contaré en otra historia. En cuanto a mi cuerpo, sigo similar, más ejercitado quizás, culón, delgado, definido y más acompañado profesionalmente, follando a fierro pelao como siempre, pero a mi edad enfocado en pendejos activos y nuevecitos de paquete, el complemento perfecto para las cochinonas como yo que cumplen el sueño que otras niegan y juzgan por la moral pero les corre la baba al pensar en hacerlo.

En ese entonces, llegando bronceado gracias a la brisa limeña mis ganas de maraquiar en Santiago estaban en su máximo esplendor, mi soltura y puteria en el extranjero me llevaron a que apenas llegué al país lo único que quería era encontrar pico y poner en práctica mis aprendizajes. En ese momento, me reuní con un amigo de confianza a conversar y fumar weed, entre ambos solteros, salió la conversa de un grupo de whatsapp donde muchos chicos buscaban conocerse, en ese entonces tenía 26 años y nunca había estado en un lugar así, solo manejaba grindr o manhunt, me llamó la atención entrar e incluso, le pedí que me agregara enviando mi encargo al administrador. Ahora, reflexionando, fui bastante tonto, me uní con mi número personal y no resguardé casi nada la privacidad de mis datos, por ende, quedé metido en un grupo con cerca de 300 personas desconocidas.

En este grupo los chiquillos eran simpáticos y calentones, todos decían ser de Santiago, un día enviaban fotos presentándose, otro día panoramas de juntas, también, panoramas sexones sin mucho detalle y las típicas fotos de pico. En mi caso, no participaba en las conversas pero me dedicaba a mirar los integrantes, sus fotos y de ahí les hablaba para ver que salía. Uno de esos días apareció un pico igual a un misil, circuncidado igual que un misil, de unos 16 centímetros, grueso, con sus pelitos piolas y lo enviaba un chico de 30 años que en su perfil lucia una foto sonriente, cabello liso y medianamente largo, mencionando “tengo puras ganas de pescarme un flaite”, le comencé a hablar, su típico hola, supe que vivía en el sector sur oriente de Santiago, trabajaba en el retail cerca de mi pega en el centro y vivía con sus padres. Entre esas fotos hablamos de roles, de lo que buscaba y me pidió la típica “fotito de culo”. A lo más caliente lo hice y de ahí en adelante no tenía drama en mostrarme el pico en fotos y videos, hablarme en audios y contarme lo que hacía. Entre las conversas, me imaginaba que su pega era una paja, recibiendo todo el día gente de mierda y de pie y entre lo que hablábamos le dije que me encantaría que pasara a mi casa a tomar una chelitas y fumar weed para refrescarse (pensando en agarrarmelo en le proceso).

Nos juntamos un día, vivía en el centro y él se vendría en metro, mi depa quedaba en una calle que a la hora de la junta se llenaba de autos y bocinas, con ese calor de mierda de noviembre nos reunimos. El rato antes me arreglé, me puse ropa cómoda pero fácil de sacar, su lavado y su colales debajo, el que le mostraba por fotos en el whatsapp. Nos juntamos en mi mismo depa, me saludó de beso en la cara, era un chico alto, grandote y maceteado, moreno de más menos 1.85, me hablaba como que fuéramos conocidos, llegó de gafas y un moño que ataba su pelo. Fuimos a comprar a la botillería de frente a mi casa, andaba de camisa y me imagino que todo sopeado de la pega, el metro y esos calores ahogantes de las 18 horas.

En mi depa comenzamos a beber, compramos un pack de cervezas Bear Beer, tenía marihuana y las disfrutamos en mi living. Conversamos de películas, música, al hueón le gustaban cosas como de los 90 y 2000 y era medio geek. Eso estuvo entrete, me preguntó que me gustaba, qué hacía y de qué se trataba mi pega, como también, otros detalles de mi vida. Fue una conversa buena, pero se alargó y el culeo no llegaba, estábamos cerca del horario tope del metro y tenía que moverse del centro cerca de puente alto, en ese momento, ya estaba oscuro, volados, me acerqué lo más patudo y le chanté un atraque.

Como bien señalé en el relato anterior, soy una pasiva “a fierro pelao”, pero venía de tanto maraqueo fuera de chile que estaba usando condones, ya que estaba como se dice “lanzada a la vida”, tenía forros y lubricante siempre para mis encuentros. Me acerqué a ese pico de misil, lo toqué y lo chupé a lo más maraca. Este chico era grande, de ahí que le pusiera el guatón, yo delgado, culón, 175 y este chico cercano al metro 90. Él me acarició mi ano y se tiró de cabeza a chuparme el culo, me gustaba el olor de su pene y además que lubricaba mucho. Le dije pese a que lo único que quería era su leche “usemos condones”, le coloqué el condón, me agregué lubricante y le dimos. En un momento noté que estábamos todos calientes pero al cambiar de poses se le fue bajando, le dije que no se preocupe y me comentó que con el condón “perdía la sensibilidad”, lo sacó de dentro mío, se empezó a pajear y se la chupé, lo dejé acabar en mi boca y a lo más maraca me lo comí. Terminado el acto lo llevé de la mano a mi duchita para despedirnos de beso mientras él corría al metro.

En ese momento, creí que era de esos encuentros flash, que dado el incidente de la erección perdida no nos volveríamos a ver, pese a ello, me había encantando, sentía que era de esos activos que te transforman en su hembra cuando están culiando, pero no me hacía ilusiones, como varias de mis historias, la dinámica era me usaban, daban como caja y adiós. Sin embargo, recibí una hora después un mensaje que decía “llegué bien”, el cual respondí y le dije que bueno y que descanse, pero pensé que sería la última conversación.

Pasó el otro día, yo en la pega, ocupado de mis asuntos y así un par de días, cuando de repente recibí un mensaje “hola lindo cómo estas”. Obvio que respondí, seguimos conversando y planeamos la nueva junta. La dinámica fue similar, la típica chela, él llegando en metro de su pega, la weed y el culeo. Seguimos con condones nuestros 3 primeros encuentros, todos terminaban con él corriendo al metro. En todos ellos, acababa fuera, en mi cara, boca o encima mío.

Un cuarto encuentro subió de nivel, nos fuimos de carrete a una disco, tomamos antes, luego en el local, bailamos, sus besos locos, parecíamos pololos, lo pasamos bien en una disco alternativa, creo que ese día llegamos cerca de las 4 am y quedamos en que alojaría conmigo, al llegar a mi casa entre copeteados y volados me aproximé a besarlo y estaba super erecto, yo me acosté con él solo en boxer y él también, con su cuerpo grande me repondió a estos besos y en un momento caliente me di vuelta y acerqué su pene directo a mi ano, ahí estuvo moviéndose, empujando y tratando de entrar, fue la primera vez que pude como se dice “sentir su piel”. Sin embargo, tanto exceso hizo que nos quedáramos dormidos hasta el otro día.

Despertamos creo cerca de las 10 am, tomamos agua, desayuno y lo atendí como al marido (soy de esas pasivas que llevan el vestido de novia en la cartera). Entre las conversas le dije espontáneamente que no había drama en que se quedara, que almorzáramos o veamos cómo pasar el día, el wn me enganchó altiro. Fuimos a comer a lo más cerdos a un local de hamburguesas y pasamos la cañita en el centro de Santiago, quedamos de volver a mi depa y la calentura inicio de nuevo. En ese momento, creo que conocí el placer de su pene misil, entre un par de besos en mi living y con muchas ganas de hacer cosas cochinas desde la mañana fuimos a mi cama, nos besamos, yo salí a la calle de short, polera y colales, siento que me tiró de guata a la cama después de llegar, me bajó los pantalones y se fue directo a comerme el culo. Por suerte, creo que la preparación de la noche anterior estuvo buena, me hizo la follada de lengua y me retorcía de placer, en eso di vuelta mi cabeza y noté como dejó caer un buen hilo de saliva directo a mi agujero, a lo más macho sacó su pene circunciso erecto y entró de una. Sentí como me llenó, mi esencia de pasiva perversa a fierro pelao había vuelto, mi recto abrazaba ese pene y sentía como su glande se contraía y expandía dentro de mí. Solo dije ay!, nunca hubo dolor, se quedó un ratito ahí y en un movimiento en el que creo que acomodó su cuerpo su pene salió, en esa salida sentí cómo mis paredes anales no lo querían dejar y cómo mi esfínter le hizo una especie de beso a ese glande que hasta sonó, a lo que nos reímos puesto que se generó ese aire a presión que solo las pasiv@s podemos entender. Me aproveché de quitar la ropa, él también y nos pegamos el tremendo culión con la típica acabada en la cara y boca. De ahí en adelante, meses de diciembre, enero y febrero seguimos culiando, ya no había condones, lubricante, solo su saliva, lengua y la calentura que bastaban para mantenerme dilatado. También, conversamos de su pene, de que se había operado por fimosis y que pese a que para él fue traumático ahora le permitía sentir mucho placer llevar el glande descubierto. Era grueso, oscuro, con pelos y con esa variación de color producto de la cirugía del prepucio.

Nuestras conversas subían de tono, en un momento me preguntó por mis colaless y le confesé que tenía más y también juguetes sexuales, me hizo mostrárselos y jugamos con un dildo, pero que no fue muy entretenido ya que su pene de carne era lo que más me satisfacía. Así mismo, modelé mis tangas y colaless e incluso era regla tenerlos debajo para sorprenderlo. Cuando empezamos a culiar tupio y parejo abandoné ese grupo de whastapp, pero en la intimidad siempre solía correrme la paja y seguía teniendo mi perfil en grindr, cuestión de la que nunca hablamos porque en realidad no sabía nada de este chico más que lo que me contaba y no le habíamos puesto nombre a lo nuestro. Por este motivo, pese a los buenos culiones mantenía mis fotos putonas y de vez en cuando miraba que otro banquete estaba disponible. En una de esas al querer mostrarle algo de mi galería pasé por error a abrir una foto en la que literalmente salía en 4, a cachetes abiertos en colaless y con cara de putona, que creo que generó en el cierto morbo, vergüenza, como también en mí, pese a que era su pasiva fija, no hablamos del tema y seguimos follando.

Pasando el tiempo el loquito subía de nivel, las juntas eran para tomar, volarnos, comer, culiar, el adivinaba lo que me gustaba, me gustaba que en nuestros acostones a dormir nos besábamos, bastaba que me diera vuelta para que tuviera su pene desnudo intentando entrar por mi ano. En otros culiones, me tomaba de forma dura e incluso me daba nalgadas o me cacheteaba los pezones, lo que me hacía pensar que estaba golpeándolos como si fueran tetas de las minas del porno. Así seguimos y si bien, pude disfrutar de su pene húmedo y baboso, nunca me preñaba, lo que hasta hoy es mi gran carta de recompensa. Si bien, a mis amigos les había contado de este chico y les mostré fotos para lo que identifiquen, uno de ellos que vivía cerca de la tienda donde trabajaba me comentó un día muy preocupado que lo había visto en la aplicación “amarilla”, yo a lo más empoderada le respondí que daba igual, total, el que se estaba acostando con él y chupándole el pico era yo.

Seguimos culiando pero finalizando en Marzo noté que estaba extraño, pese a estar conmigo y darme como caja, ya no se quedaba e incluso, me contaba de “cosas que debía hacer en el hogar sin sentido”, de a poco, me di cuenta que al parecer estaba saliendo con alguien y así fue, se puso a pololiar y se desapareció.

Después de 4 meses de tirar, follar piel con piel casi toda la semana y dejarme con ganas tremendas de su leche, la que solo tuve el gusto de probar, espiando a lo más PDI llegué a sus redes sociales y noté que andaba con un gordito feo que presumía a su hombre, ese mismo que a mi me tenía ensartá todos los fines de semana. Debido a todo lo pasado, me pegué mi sacudida de la situación, fui a los exámenes de rutina pensando revisarme y volver a las andanzas y en un momento de arrebato contarle mi interés por dejarlo libre por medio de este acto. Años después por la pandemia lo volví a ver por la app amarilla, ahora viviendo en otro lugar de Chile, le hablé y me comentó que nada había funcionado con ese pololo de ese entonces. Quedamos de vernos, pero en un momento pensé, si no me diste leche entonces para que repetir, habiendo tantos picos nuevos que probar. Sin duda, de esos culiones que te enseñan a disfrutar y recordar acostones y orgamos que a veces tienen que quedar hasta ahí. No hablamos más con el guatón, dejó de trabajar en el retail y según se cumplió su sueño de ser un ermitaño, que era de las fantasías que me comentaba cuando nos fumábamos un poco después del sexo, ese en que me recordó que no hay nada más rico que sentir el roce al natural entre dos hombres.

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