Es mejor no planificar – Parte I

Hola, me presento: me llamo Camilo y vivo en Concepción. Tengo algo más de treinta años, y les contaré algunas de mis experiencias. Todas ellas son reales, aunque no daré nombres reales. A lo mejor las mezclo un poco, pero son todas cosas que me han sucedido.

Comenzaré contando que soy un chileno promedio: moreno, 170, delgado, nada feo. Una noche llevaba un buen rato en Grindr y nada resultaba. Probablemente el hecho de no tener foto me jugaba en contra. Eran cerca de la medianoche y llevaba buscando sexo desde las 21:00. Ya estaba por irme a dormir cuando me habló un chico bien guapo al que llamaremos Aníbal: moreno, 28 años, 1,75, tonificado y cuyo perfil decía «Carrete». Se había conectado recién y estaba a menos de 100 m, por lo que supuse que estaba en mi edificio. Al conversar con él me dijo que, efectivamente, estaba en mi edificio con un amigo suyo y que quería tomarse un copete y conversar un rato. Todo muy «inocente», hasta acá. Yo me preparé: me di una ducha rápida (siempre hay que ducharse antes de una junta así, por si resulta algo) y subí a su departamento. No sabía lo que me esperaba esa noche.

Al tocar el timbre, me abrió alguien distinto al de la foto, pero no menos guapo: 1,80, rubio, tonificado, con pelo tipo melena con rizos, bronceado y con una una pinta de surfista. Supuse que era el amigo de Aníbal.

-Hola, me llamo Bastián, tú debes ser Camilo. Pasa compa, Anibal está en el baño. ¿Te sirvo un copete?
-Hola, muchas gracias, una chelita estaría de lujo – le dije.

El departamento era más grande que el mío, y la mesa del comedor era bastante grande. Ahí empecé a ver ciertos detalles, como que había una bandeja con unos 10 vasos listos para servirse, unos posillos con maní y frutos secos, bastante copete y un juego de mesa de índole sexual, de esos que tiras los dados y debes hacer ciertas cosas con los otros jugadores. Por otro lado, Bastián tenía el pelo mojado y olía muy bien, como recién bañado, y se escuchaba que en el baño la ducha estaba corriendo, por lo que supuse que Aníbal se estaba duchando.

-Siéntate no más, estás en tu casa – dijo Bastián mientras preparaba mi chela. Venimos recién llegando de Santiago y queríamos hacer algo entrete, qué bueno que le contestaste al Aníbal.

Y empezamos a tener una conversación bien agradable, mientras él estaba con el teléfono respondiendo mensajes y se seguía escuchando la ducha correr.
Un par de minutos después se abrió una puerta y aparece Aníbal con el pelo húmedo, pero la ducha seguía corriendo.

-Hola Camilo ¡Qué bueno que viniste! – me saludó con un abrazo bien apretado. – Menos mal que me duché antes que el Damián, si no todavía estaría esperando.
Esto me estaba pareciendo raro… ¿Damián? ¿Había tres hombres en ese departamento? Al parecer sí, y si Damián era tan guapo como Aníbal y Bastián, con sólo verlos me daba por pagado. Además, eran muy simpáticos ambos. Comenzamos a conversar mientras pasaban las chelas y los cigarros. Resulta que Aníbal y Bastián eran pareja, y su mejor amigo, Damián, era el dueño del departamento, ya que ellos andaban de paso. Yo lo estaba pasando re bien, pero conocía a las visitas y todavía no al dueño de casa. Entonces se apagó la ducha y justo en ese momento sonó el timbre.
-Es mi visita, voy a abrir – dijo Bastián, y se incorporó.

Casi al mismo tiempo, sale Damián de la ducha, vistiendo sólo una toalla en su cintura…

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