Estudiante y la Fruta Prohibida
Todo comenzó una tarde cualquiera en mi colegio, yo me encontraba en el liceo, tenía unos 18 años. Para mi fortuna mi colegio era bastante peculiar, en primer lugar era como una pequeña universidad, donde podías andar libremente por los patios, debido a que cada estudiante tenía un horario diferente según tu curso y tú nivel.
Es por esto mismo que yo me encontraba en una de mis ventanas del día miércoles (entre 15.00 y 17.00 hrs.). Estaba descansando, escuchando música como de costumbre bajo la sombra de un árbol que se encontraba en el patio. Cuando de pronto se acerca a mí el típico “chico rudo” del colegio a meterme conversa, este chico era de un curso mayor que yo. Alto, guapo, rudo y de ojos marrones intensos, era bien varonil el chiquillo este, pero no me atrevo a decir que era uno de los chicos más guapos del colegio, habían otros mejores, pero bueno, la cosa es que al parecer este chico también estaba en una ventana libre al igual que yo y me empieza a meter conversa. Recuerdo que se sentó junto a mí a mirar el patio como yo lo hacía, contemplando la brisa y el poco flujo de personas que se encontraba en aquella tarde. De apoco nos pusimos a conversar, este chico no era un desconocido para mí, puesto que tomábamos la misma micro al salir de clases, no siempre, pero sí de cuando en vez nos topábamos en el paradero algunos días.
Comenzamos hablando un poco de cada uno la verdad sin entusiasmo alguno, era como para matar el rato, eso sentía ese momento. Pero de pronto dentro de la misma conversación lanzaba unos comentarios para molestar típicos de “Chico rudo” a un afeminado como yo, tales como, “¿Por qué te juntas con solo mujeres?” o “¿Por qué te ríes como mujer?”.
Al principio solo me reí de su estupidez, porque lo entendía por completo, era parte de este círculo de hombres que sólo se juntan entre ellos, que juega a la pelota en los recreos, se saca la polera, grita groserías, típico niño simio del colegio…
La cosa es que yo le respondía sin pudor todo lo que me nacía en ese momento, de manera bastante abierta y directa, como para que me dejara de molestar. Pero, en ese momento al verlo tan directo a los ojos y tan cerca, me di cuenta que lo estaba haciendo de lo nervioso que estaba. Me sorprendí al darme cuenta de esto y pude notar que su manera de calmar esos nervios, o calmar esa tensión sexual que creo estaba naciendo era molestándome.
La cosa es que dentro de la conversa de pronto me cuestiona el ser gay. “¿Cómo sabes que eres gay?”. Yo me reí por completo al no saber que responder esta vez ante tal estupidez. Comenzó a insistir en el asunto preguntando muchas cosas, como; “¿Cómo te diste cuenta?” “¿te has metido con un hombre alguna vez?”. Ante esta última pregunta quedé un poco en shock, y le respondí que no, que era muy joven aún para eso. Entonces me recrimina nuevamente el ser gay, diciendo que no puedo ser gay y tampoco debería hacerme llamar homosexual.
Ahí la conversación subió un poco de tono y comenzamos a debatir un rato de porque sí y porque no. Hasta que de la nada un poco molesto me interrumpe y dice “a ver, espérate”. Se para rápido del suelo y comienza a caminar como si nada… Yo totalmente anonadado de todo lo que estaba pasando no sabía ni que pensar en ese momento, pero intuitivamente lo seguí. Caminamos harto en silencio por los pasillos del colegio hasta llegar sin darnos cuenta al baño de hombres, entramos sin decirnos nada. Al entrar al baño uno tenía que atravesar un largo pasillo y al fondo al doblar a la izquierda estaban los baños y todo, pero antes de eso, en este pasillo eterno había una puerta que daba para un baño particular de “discapacitados”, baño que nadie nunca usaba. Entramos allí sin mencionar nada en absoluto.
Al entrar a ese baño lo veo apoyado en la pared junto a la puerta, aún lo notaba algo molesto, no sé por qué. Sin decir nada cierra la puerta con seguro y me dice “ya po… si eres gay demuéstramelo si es que puedes…” Debo confesar que en ese momento mis piernas comenzaron a temblar, quedé atónito, nos miramos nerviosos por su buen momento, mientras sentía una erección creciendo en mí. Mi corazón latía tan fuerte que sentía que me retumbaba la cabeza y todo mí cuerpo. Me sentí completamente ruborizado en ese momento, con mucha vergüenza y excitación. No había pasado nada pero me sentía desnudo, expuesto y muy caliente, como nunca lo había sentido antes…
Sin darme cuenta me dejé llevar por el primer impulso que me hizo dar un paso e ir directo hacia su bulto, con una sola mano firme. Sin dudarlo apreté un poco y comencé a sobajearlo por sobre el pantalón, mientras nos mirábamos fijamente. De lo cerca que estábamos podía sentir cada exhalación que hacía, entibiando mi frente y volviéndome cada vez más caliente… sentía mi cuerpo de una manera que no puedo explicar con palabras, tiritaba por completo, sentía calor y mucha excitación, e incluso me sentía un poco débil. Él podía hacer conmigo lo que quisiese en ese momento y yo no podría hacer nada al respecto… Y por el contrario, no quería que eso parara.
Comencé a sentir el cambio en su respiración a medida que se iba erotizando, su erección se hizo sentir en mi mano poco a poco. Era la primera vez que sentía en mi mano un pene que no fuera el mío, situación que me ponía muy nervioso. Al sentir completamente duro su miembro atiné a desabrochar el pantalón con cuidado, quería sentir su pene un poco más. Yo seguí recorriendo lentamente su pene con mis dos manos esta vez, solo el calzoncillo estaba entre su pene y mis manos. Pude sentir como se humedecía ese calzoncillo entre mis dedos acariciando su glande con una mano y sus bolas con la otra mano. Estos dedos curiosos que lo tocaban por completo notaron un pene aún más grande que el mío, qué maravilla, solo eso sentía. Sin darme cuenta yo ya estaba apoyado casi entero sobre él, mi cabeza estaba apoyada en su pecho, el con mucho nervio puso una mano sobre mis redondas nalgas y comenzamos a gemir muy suavemente mientras muy despacio comencé a descubrir su pene.
El aroma a pene se apoderó por completo de mí y envolvió todo el baño, pude sentirlo. Sin dudarlo ni un poco mis rodillas cedieron y bajé a oler esa maravilla frente a mí, me arrodillé ante majestuoso pene mientras él se bajaba los pantalones, el calzoncillo y todo sin decir nada, dejando toda su hombría a mi merced. Al principio solo lo sostuve firme para oler y contemplar esa fruta colosal que me suplicaba que la devorara de inmediato. Fue entonces cuando antes de saborear ese líquido pre-seminal que no dejaba de salir mientras yo apretaba y relajaba mi mano sobre su pene, fue que lo miré a los ojos para ver su reacción que de inmediato mordió sus labios, vi su mentón tiritar, no sé si de lo caliente que estaba o de lo nervioso tal vez, pero volví mi mirada a su pene lo besé. Estaba tan dichoso de poder darle mi primer beso a un pene, y que suerte la mía de encontrar tan deliciosa fruta. Delo excitado que me encontraba comencé a lamer todo el líquido que fluía como un néctar exquisito dentro de mi boca, mientras con la mano izquierda no comencé a sobajearme por sobre el pantalón.
Debo confesar que la acción ardiente y excitante de ese momento rápidamente tomo mayor velocidad e intensidad, yo con mis ojos bien cerrados saboreando y chupando sin cesar solo podía oír sus gemidos que sonaban fuerte ante el inmenso silencio de aquel baño. De pronto comencé a sentir una sensación bastaste extraña en mi abdomen bajo, en mi vientre bien adentro comencé a sentir un calorcito y comencé a pegar pequeños espasmos o saltos involuntarios que no sabía por qué aparecieron, una pequeñas contracciones que también aparecieron en este chico, tomo mi cabeza con ambas manos al principio con fuerza, pero enseguida relajo sus manos y solo las poso sobre mi acariciándome el pelo mientras no dejaba de gemir. En ese momento me di cuenta que yo estaba a punto de acabar, y claro estaba más excitado que nunca así que me deje llevar simplemente y comencé a tocarme con más intensidad para llegar al orgasmo.
La acción se volvió bastante intensa por unos segundos, mientras yo succionaba y succionaba todo el néctar de hombre que comenzó a salir tras su eyaculación precoz, el me apretó suave la cabeza mientras dejó salir un pequeño gemido bien fuerte sin importarle nada, yo sin desperdiciar una gota siquiera jamás saque su pene de mí boca. No pasaron ni dos segundos después de eso y comencé a eyacular como nunca, como en ninguna paja anterior. Pude sentir como mi mano se humedeció tras todo el pantalón mojado, como si me hubiese orinado encima.
Ambos suspiramos fuerte en completa pausa, viéndonos directo a los ojos, fue así como nos quedamos unos segundos, mientras poco a poco la respiración se calmaba y volvía a la normalidad.
El silencio y la calma de nuestros cuerpos duro poco, el rompió el silencio para subirse la ropa y vestirse, entonces yo dignamente me paré y como una señorita me fui a enjuagar la boca sin querer hacerlo, pues una parte de mi quería que ese sabor a pene siguiera en mis labios por un rato, pero sin pensarlo me lave. Él estaba parado allí, esperando que le dijera algo, que le dijera que hacer, como el típico machito idiota. Me reí, me di vuelta y lo abracé, al principio me recibió entre sus brazos con mucho cariño y me dice suave “ahora te creo que erí gay”, nos reímos, fue un momento bien romántico la verdad. Pero de la nada se puso rígido y dejo de abrazarme con ese cariño tibio. Me di cuenta lo que pasaba por su cabeza y antes de decirle algo me interrumpe en seco y me dice:
-“Yo no soy gay”
-“Si lo sé, no creo que lo seas la verdad… Y quédate tranquilo, esto fue un impulso no se lo diremos a nadie…”
-“Gracias… nunca había echo esto”
-“yo tampoco…” (diciéndolo para hacerlo sentir acompañado)
-“será nuestro secreto…”
Al decirme esto último levanta su mano como para estrecharla con la mía, como una especie de pacto de hombres secreto, yo no pude evitar reírme y le estreché la mano burlándome de esa situación, nos reímos y de la misma mano me jaló con fuerza para abrazarme y golpearme un poco la cabeza. Después de aquellas aclaraciones le dije que saliera tranquilo, yo iría a las duchas a darme un baño y cambiarme ropa, ya que estaba muy sucio, pues no podía entrar a mi clase siguiente además con toda esa energía viril dentro de mí. Él salió en silencio mostrándome una sonrisa antes de irse y yo me fui bien contento a las duchas como si nada hubiese pasado, con el corazón en la mano, pero con ansias de que eventos así se volvieran a repetir en mi vida, pues se abrió una puerta en mí que no iba a cerrar por nada ni por nadie.
🔥 ÚNETE A NUESTROS CANALES DE TELEGRAM 🔥
Recibe los mejores relatos directamente en tu celular
IR AL CANAL DE TELEGRAM
No hay comentarios aún. ¡Sé el primero en comentar!