La curiosidad me llevó a esto
Soy casado, tengo 37 años y siempre había sido heterosexual. Pero un día, en una fiesta de un amigo en donde éramos todos hombres, uno de ellos —que sabíamos que era de connotaciones gay— entre relajo le decían que se la iban a “meter”. Si bien no pasaba del relajo, más tarde y con unas copas de más, me di cuenta de que este chavo y otros dos amigos habían desaparecido. No les dimos importancia. Me dieron ganas de ir al baño y se me ocurrió asomarme a una de las recámaras, en donde, para mi sorpresa, tenían a este chavo en cuatro: mientras uno lo penetraba por el ano, el otro lo hacía por la boca. Uno de ellos me vio de reojo y me invitó a pasar. Estuve observando cómo lo cambiaban de posición para metersela. Lo que más me llamó la atención fue cómo disfrutaba el chavo que tenían bien penetrado y, la verdad, me sentía excitado por cómo disfrutaba con las dos vergas adentro. Terminaron por fin: uno de ellos terminó en su boca y el otro en sus nalgas.
Pasó el tiempo y la curiosidad de, por lo menos, mamar una verga crecía, hasta que una vez en el chat me encontré con un señor de 47 años de Cuernavaca. Le conté mi curiosidad por hacer la función de pasivo (cabe hacer mención que en ese entonces vivía en Acapulco, Gro.). Me dijo que iba a venir de vacaciones y que gustoso me ayudaba a resolver mi curiosidad. Le pedí muchísima discreción, ya que, como mencioné antes, soy casado. Quedamos en el día en que venía y el hotel en el que se hospedó. Asistí a la hora que me mencionó; yo estaba muy nervioso, ya que iba a ser mi primera experiencia como pasivo.
Me recibió en su habitación, platicamos un rato y nos tomamos unas cervezas. Después de un rato me dijo: “A lo que viniste: a que te cogiera”. Me pidió que lo acompañara a la regadera para bañarnos. Nos desnudamos y nos metimos al baño; yo temblaba de nervios. Me dijo que tenía buen culo y que lo iba a disfrutar mucho. Comenzó a enjabonarme el cuerpo y a manosearme como si fuera una mujer. Me manoseó las nalgas con el agua, me quitó el jabón, me mordisqueó los pezones… Sentí riquísimo. Me volteó, acercó su cuerpo y sentí su verga casi entrar entre mis nalgas, pero nada más me la restregaba. Bajó su cara a la altura de mi ano e hizo algo que nunca había sentido y sentí riquísimo: me lamio el ano y metía su lengua lo más que podía. ¡Estaba excitadísimo!
Me volteó y me dijo: “Cómotela”. Me agaché frente a él y, por primera vez, metí un miembro viril en mi boca. Me decía: “Así, putita, cómotela”. A pesar de que nunca había mamado una, viendo videos gays vi cómo la mamaban y traté de hacerlo lo mejor. Me dijo que nos fuéramos a la cama. Nos salimos del baño, pero se sentó en el sillón y me dijo: “Sigue mamando, puta”. Me le pegué a esa belleza de verga, grande y gruesa. Estuve chupándosela por un rato, hasta los huevos que le colgaban pesadamente. Se paró y me dirigió, como si fuera su mujer, a la cama. Me puso en cuatro; yo, con el culo levantado y preparado para recibir por primera vez.
Sacó un botecito de aceite, pero antes me lamió el ano. Volví a sentir riquísimo. Me untó aceite en el culo, se puso un condón y me dijo: “Ahora sí vas a sentir a un hombre, como siempre has querido”. Me puso la cabeza de la verga en mi ano y comenzó a empujar poco a poco. Sentía un dolor conforme fue entrando, pero era más mi excitación, así que aguanté el dolor hasta que sentí que la tenía toda dentro. Y él me dijo: “Esta es una verga, ¿te gusta?”. Yo le contesté con un quejido seguido por un “sí” casi gritado. Comenzó a bombear su carne dentro de mí; yo quejaba y casi gritaba. No pensé que me iba a sentir una puta con la verga adentro. “Haaaaa síii, papiii, sigue”, gritaba yo, y él bombeaba más fuerte cada vez que oía gritar. Me volteó y abrió mis piernas, y me penetró de misionero. Como ya estaba mi ano acoplado con su verga, me la enterró de un golpe y siguió bombeando su verga dentro de mí.
Se levantó, se quitó el condón, se acostó boca arriba con la verga paradísima apuntando al techo de la habitación y me dijo: “Ven, puta, chúpamela hasta que me saques toda la leche”. Se la chupé como desesperado hasta que comencé a sentir que contraía su estómago y sus huevos, y me dijo: “Cómotelas todas, pinche puta”, hasta que sentí ese líquido por primera vez en mi boca. Traté de tomármelo todo, pero era mucho y salía por las comisuras de mi boca, hasta que succioné la última gota.
Nos volvimos a bañar, nos despedimos e intercambiamos números de celulares y correos. Eso sí, prometimos total discreción, ya que tanto él como yo somos casados. Si pudiera tener otra experiencia así de discreta, ojalá y se pudiera.
3 Comentarios
Anónimo
octubre 22, 2025 a las 11:22 pmQue rico lo del gay de el principio como debió disfrutar las vergas qué rico por más relatos asi
Anónimo
octubre 23, 2025 a las 4:12 amCuenta otra historia así
Anonimo
octubre 23, 2025 a las 8:35 amFuiste una puta por primera vez .