Mi recuerdo más caliente – Parte II: La noche que me hice hombre
Hace un tiempo les conté una experiencia que titulé «Mi recuerdo más caliente Parte 1», esta vez vengo a compartir otra experiencia que si bien no es con el mismo hombre, espero les guste también.
Soy del sur y, tal cual les conté, en el relato anterior, estudié en un Salesiano. Mi padres se separaron cuando tenía no más de 4 años, tras lo cual mi mamá comenzó una relación con un hombre un poco más joven que ella que con el tiempo se convirtió en mi único papá.
Año 2009, ya es noviembre y hoy sábado estoy de cumpleaños, finalmente soy mayor de edad lo cual me pone contento. Nunca he tenido muchas limitaciones en tanto desde muy joven comencé a usar barba, sin embargo me intriga cómo iremos a celebrar esta nueva etapa. En mi familia a nadie parece importarle mucho, lo cual no me sorprende, así que decido salir con mis amigos del colegio. Ya todos cumplieron la mayoría de edad, así que decidimos pasar por diferentes bares jugando a que me regalen un copete por la fecha. Uno, dos, tres bares y ya me siento más que mareado. No sé si un mal personal o no, pero cuando estoy entonado me pongo caliente. Miro a mis amigos con maldad, pero todos son heteros. El más cercano, Tomás, siempre me ha intrigado mucho, a veces me tira palos pero cuando se los tiro de vuelta se hace el weón, así que en el último tiempo he decidido ignorarlo.
En el bar que estamos en este momento es cerrado y no tiene espacio para fumadores, así que le pido que me acompañe a la calle. Dejamos a Andy y a Fele, los otros dos amigos, cuidando los puestos mientras nos dirigimos a la calle. Una vez allí saco mis Lucky Light, me queda uno, mierda, no sé cuándo me los fumé todos. Tomás me pide uno, pero no tengo, así que le ofrezco compartir el único que queda. La maldad me empuja a ofrecerle el humo por la boca, pero una vez más se hace el weón. Sé que quiere, es evidente, pero nada más puedo hacer. Nos hemos cambiado una y mil veces en las duchas del colegio y Tomás siempre anda con esos boxers sueltos de tela a cuadrillé así que aprovecho de mirar hacia su paquete, lo tiene marcado hacia el lado, está circuncidado y lo tiene duro. Me calienta más aún. Maricón, por qué se hace tan el difícil.
Nos terminamos el cigarro y me dice que tiene que ir al baño a lo que, no pierdo oportunidad, le digo que lo acompaño. El baño es pequeño, tiene un cubículo al parecer ocupado y dos urinarios, meamos uno al lado del otro. Miro de reojo, ya no la tiene dura, pero aún conserva ese porte grotesco con el que siempre fantaseo. El weón que está en el cubículo sale mientras nosotros seguimos meando en silencio, hemos tomado harta chela. No me importa nada. Oye que tenís el pico grande weon, grande y grueso, cómo chucha lo hacís?, le pregunto, como si fuese una conversación casual de urinario. Se queda en silencio por unos segundos tras lo cual me pregunta. Y tú, a ver, no la tenís así también?. Le muestro el pico, lo tengo semi erecto, grueso, más grueso que el suyo, pero mas corto y menos cabezón. No sé poh, toca, quizás crece. De pronto siento como abren la puerta así que me lo guardo rápida y disimuladamente. Tomás hace lo mismo. CTM, es mi papá el que acaba de entrar. Me saluda. Hiiiiijo, qué haces aquí?. Mira a Tomás, lo conoce pero lo ignora, está medio borracho, lo que puedo reconocer porque está hablando fuerte y muy cerca de mi cara. Celebrando mi cumpleaños, le respondo. Yo igual estoy medio borracho, aunque no tenemos la misma sangre es algo que heredé de él, así que sé, le da lo mismo. Tomás me indica que me esperará en la mesa con los cabros y me quedo conversando con mi papá.
Me quedo conversando ahí mismo, junto al urinario, mientras él se comienza a bajar el cierre para mear. Con una mano se agarra el pico, con la otra hace gestos que acentúan lo que está hablando. No tengo idea qué dice, no me puedo concentrar, solo intento mirarlo mientras mea. Siento mi corazón acelerarse un poco, siempre lo he deseado pero nunca he llegado más lejos que oler sus calzoncillos sucios, siempre llenos de semen. Conozco su olor, su color, los he revisado una y mil veces solo en la casa y no puedo pensar en más que eso y en qué si me acerco un poco más podría ver perfectamente ese chorro de orina salir de su pene misterioso. Oye weon, te estoy hablando, me interrumpe un tanto enojado. Oh, oh, perdón, me distraje, estaba pensando en que voy a hacer después, le miento pésimamente. Que qué vas a hacer? Te vas conmigo mejor, estai de cumpleaños y aún no te he regalado nada. Me siento disminuido, un poco culpable por el temor de quizás haber sido descubierto pero caliente, más caliente que nunca, entre Tomás y mi papá me dejaron a mil. Salimos del baño y me indica que irá a despedirse de sus amigos y me invita a que yo haga lo mismo con los míos. No quiero en realidad, probablemente me lleve a tomar y a conversarme de autos y minas y cosas que a mi no me interesan, pero no sé decirle que no, la mera posibilidad de encontrar una nueva oportunidad para verlo, o inclusive tocarlo, fantaseo, me empuja como un tren hacia su dirección.
Voy a la mesa, les explico a los cabros que me encontré con mi papá y que quiere celebrar conmigo y me despido. Siento como Tomás me mira fijamente pero cuando me despido de él mira hacia el lado. Qué rabia. Podría quedarme perfectamente aquí, seguir webiando, ir a otro bar, pero sé que voy a perder el tiempo con este weon, así que me voy con mi papá, que, aunque sé también es un imposible, al menos de vez en cuando pasa su brazo por mi cuello abrazándome y me habla muy cerca del rostro, lo que me calienta mucho. Nada como ese olor a pucho, pisco y bencina que siempre tiene. Nos dirigimos al auto y en el camino me habla de lo esperado, es eléctrico automotriz y le fascina hablar de las hazañas que logra cuando llega algún vehículo complicado, es como si cada uno de sus autos fuese un acertijo que solo él puede encontrar, conquistar y dominar. Con mi mamá se llevan como el pico, aunque siguen juntos, así que no me habla de ella y francamente ninguno de los dos sabe donde está esta noche.
Llevamos un rato en el auto y no tengo idea a donde vamos, pero se detiene un momento a comprar otra botella de pisco. Mistral de 46° para el regalón, me dice. Vivimos casi saliendo de la ciudad, así que se estaciona en un mirador cerca de la casa. Fumamos, tomamos, escuchamos música en la radio, todo mientras él sigue hablando y yo le respondo con frases cortas que disimulan mi falta de interés. De pronto nos quedamos en silencio, cuestión muy rara en él. Oye hijo, hace rato que quería conversar algo contigo pero no sé cómo hacerlo. Cuéntame, le respondo. No sé, es que en realidad no sé cómo hacerlo, creo que todos los papás deberían conversar con sus hijos al respecto, pero igual. Se detiene, pensativo, lo miro, no creo haberlo visto más de dos veces así de acongojado. Es que, no sé, tú, tu amiguito ese del baño, jamás te he visto polola… Me vio, lo sé, es evidente, pero no me atrevo a afrontarlo en realidad, que incómodo. JA JA JA, me río falsamente. Yo sé lo que tú estás pensando pero na’ que ver. Y por qué nunca has traído polola a la casa, eris un weon encachao, inteligente, algo debe pasar, me pregunta. Nada, simplemente me pongo tímido con las mujeres, le vuelvo a mentir descaradamente. Aaaaah, es que si es así, hay una solución re fácil, expresa con alegría y alivio, mientras enciende el auto. La verdad es que estamos los dos bien borrachos y pienso que no debería conducir así, pero ya estamos cerca de casa, pero, para mi temor, gira en dirección contraria. A dónde vamos? le pregunto. Tranqui Franquito, ya vas a ver, hoy te enseñaré a ser hombre. Temo, temo mucho por su propuesta pero también me siento intrigado y caliente. Sobre todo caliente. Lo imagino follando como un hombre y me calienta más aún. No digo nada, solo tomo un poco más y espero que lleguemos a donde sea que vamos.
Al estacionarse mi intuición se hace realidad. Ya hijo, aquí está el remedio para su problema de timidez, yo era igual cuando chico y mi papá me trajo aquí mismo y se me pasó, pero no le cuentes a tu mamá, termina diciendo, mientras me guiña un ojo. Esta noche una para ti y otra para mí, qué opinas? De pronto, una idea fugaz y obscenamente caliente cruza mi cabeza. Ehmm no sé papá, yo de verdad jamás he estado con una mujer, temo mucho cagarla o no saber darle placer… tú… me enseñarías cómo? Puedo ver en su rostro que está confundido así que lo empujo un poco más. O sea, mira, primero pasa tú y yo te miro y si quieres me explicas o no, porque igual aprendo rápido mirando jaja. Sale de su estado de confusión y me mira con reprobación. No sé si sea lo correcto. Oye ya poh, si hoy cumplí 18, o aún creis que soy weco? Lo desafío, borracho, enojado y caliente. Parece que mi afronta funciona porque asiente. Tienes razón hijo, disculpa, vamos. Nos bajamos del auto, me dice que espere un ratito ahí, entra a una casa color verde y a los 15 minutos sale para decirme que vayamos a una de las cabañas que están por un camino escondido junto a la casa. Prohibido contarle a tu mamá weón. Me lo dice con un tono de reto, pero en su rostro veo la misma calentura que siento yo, se agarra el pico y bajo la tímida luz naranja de la entrada veo que está tan duro como yo.
Entramos en silencio, me presenta a una chica, se llama Amelia, debe tener poco más de mi edad, con unas tetas bien parás y una cara de inocencia fingida. Le digo a mi papá que me quedaré por ahí sentado, pero él ya no me escucha, sus ojos están puestos en Amelia y sus manos están soltando su pantalón. Se recuestan sobre una cama mientras los miro desde el sillón en silencio, se besan, la toca, le saca el sostén y los calzones con una torpeza muy característica de él. Me saco el pico del pantalón y me comienzo a pajear, me gustaría evitar hacerlo, pero no me aguanto, estoy demasiado caliente y en cualquier momento me voy a ir. Oye papá, y si seguimos tomando un poco más los tres, lo interrumpo mientras me guardo el pico para no acabar y porque aunque estoy que exploto también siento celos de no ser yo el que está entre sus brazos. Me mira un poco enfadado, pero asiente. Al parecer hay alcohol en el lugar porque nos servimos los tres, conversamos, pero mi papá decide seguir solo con coca cola. Oye, y si esta vez tu me miras a mí, le digo? Veo sorpresa en sus ojos lascivos pero asiente. Se para, se sienta en el mismo lugar que hace un rato estaba yo y comienzo a besar a Amelia, se siente extraño estar con una mujer pero la idea de que mi papá nos esté viendo es mucho más excitante que cualquier otra experiencia que haya vivido hasta ese momento. Comienzo a besarla, nos desvestimos de a poco, tímidamente, Amelia se dirige a chuparme el pico pero le digo que no porque no quiero acabar aún, así que la invito a sentarse en el borde de la cama mientras yo me coloco desnudo, de rodillas, con el rostro dispuesto a comerle su zorrita y mi culo desnudo en dirección al asiento donde sé que está mi papá observándonos. Esooo, hijo mío tenías que serrr, me anima desde lejos. Sigo ahí, intentando descubrir toda esta nueva anatomía cuando escucho la hebilla del cinturón de mi papá sonar. Retiro mi rostro de la entrepierna de Amelia para mirar hacia donde está él, pero ya no está en el sillón. Observo hacia adelante y ahí está, un poco más allá, de pie, con el pico durísimo al aire e invitando a Amelia a que se la chupe. Nos movemos en esa dirección, yo sigo en mi aventura, mientras Amelia le come el pico a mi papá. Es delgado en la base, pero crece a medida que se acerca a la cabeza, calculo debe medir unos 19 cm y la vena que recorre desde sus testículos hasta su glande es la vena más grande que alguna vez he visto. Me pongo de pie pero mi papá me ignora por completo, está absorto en la mamada que está recibiendo y yo no sé qué hacer, tan cerca y tan lejos a la vez. Repto por el cuerpo de Amelia hasta quedar a la altura de su rostro que sigue pegado a la pelvis de mi papá. La intento besar y mis labios rozan el pico de mi papá que aun disfruta con los ojos cerrados. Entre los dos comenzamos a comérselo. Miro de reojo hacia arriba y puedo ver que nos está mirando pero no hace ningún esfuerzo en detenerme. De pronto, siento como sus piernas comienzan a temblar frente a mí. Saco a Amelia de la ecuación y solo sigo yo. A los minutos lo siento acabar en mi boca, me llena de su leche caliente, sólida, de calidad, uno, dos, tres chorros, empuja mi rostro contra su pelvis obligándome a tomarme todo su semen. Lo trago, estoy en el cielo. Acabo sin si quiera tocarme. Amelia se pone de pie, mi papá me mira con un rostro culpable y silencioso. Al rato nos vamos del lugar, ninguno de los tres habla. Nos dirigimos hacia el auto y al rato llegamos a casa, que se encuentra vacía. Nos miramos, sabemos que hemos dado un paso que no podrá ser borrado. Buenas noches, Franco, me dice frío. Me dirijo a mi cama, decidido a masturbarme con el recuerdo de lo que acaba de pasar. A los minutos tocan mi puerta, es mi papá, pero eso se los contaré en una siguiente ocasión.
🔥 ÚNETE A NUESTROS CANALES DE TELEGRAM 🔥
Recibe los mejores relatos directamente en tu celular
IR AL CANAL DE TELEGRAM
No hay comentarios aún. ¡Sé el primero en comentar!