Primos y campo
Es una de las tantas historias y muy típicas del descubrimiento sexual junto a un primo.
Si bien desde los catorce años han habido encuentros, desde la inocencia de masturbaciones mutuas hasta sexo con varios primos, tríos o orales entre varios. Somos parte de una familia bastante numerosa, con generaciones claramente marcadas, nosotros somos parte de una generación de cuatro primos que nos llevamos por un año diferencia cada uno. Andrés, Nicolas, Juan y Jaime.
Esta historia pasa con Andrés, un moreno de aproximadamente 1.65, delgado y con los músculos marcados propios de una vida de campo y de fútbol, por temas de su trabajo llegó a vivir a nuestra casa, por lo cual tuvimos que compartir pieza.
El trabajaba de guardia en un supermercado local, como siempre el llegaba en un día de verano, se sacaba la camisa, los zapatos y caía rendido a dormir una siesta.
No quedaba nadie en casa, a lo cual empiezo lentamente a tocar sus tetillas, su abdomen, sin que él despertara, pero al momento de empezar a bajar a su pene despierta, me agarra la mano y me empieza a besar. Un largo beso mojado, caliente, con desenfreno y calentura. Empiezo a recorrer su cuerpo con mis manos y decido sacarle sus pantalones ajustados, acerca mi boca a su bóxer y empezar a jugar con él por encima, el se entrega al placer, bajo su bóxer y empiezo a lamer su pene, que si bien no es grande (aprox 15 cm) siempre ha tenido un sabor exquisito.
Cabe recalcar que el es heterosexual, siempre ha tenido parejas mujeres y siempre haciéndose el machito, pero nadie sabe qué le gusta disfrutar una verga en su culito. Seguí chupándosela hasta bajar a su ano y empezar a jugar con mi lengua y mis dedos, empecé a dilatar y a jugar con él mientras el gemía suavemente. Nos desnudamos por completo y con mi polera le vendo los ojos, por experiencias me he dado cuenta que le gusta.
Una vez que está de espaldas en la orilla de la cama, con su culito dispuesto para entrar en el, empiezo a lubricar su ano con un escupe y al mismo tiempo mi pene. Empiezo a jugar con mi pene en la entrada de su ano, a ver sus muecas de placer y disfrute, empiezo a entrar cada vez más en el, suavemente para que lo disfrute, hasta que en un momento entro por completo y gime con placer y dolor. Me agarra de las caderas con sus piernas y me empuja para sentirlo completo, y realmente metérselo entero a un culito apretadito, redondito formado por el deporte y una piel morena, suave, de sólo pensarlo me vuelve a poner duro.
Seguí penetrándole, cada vez aumentando más el ritmo, entre besos o caricias, siento que empieza a apretar cada vez su ano y de un momento a otro se corre sin ni siquiera tocarse, sentir como mi pene era presionado por sus entrañas me puso a full y en un par más de embestidas le llenó su culito de leche, con el claro temor que volviesen a casa mis padres.
Lo sigo penetrando hasta dejarle la última gota de semen en sus entrañas, a jugar con su semen que tenía en su abdomen, con su pene ya flácido sobre su abdomen. Hasta el momento en donde se para y nos vamos al baño a ducharnos para sacarnos el olor a sexo. Nos bañamos y volví a chupar su pico con ese sabor exquisito que solo de él he probado. Ordenamos todo cómo si nada hubiese pasado y seguimos nuestro día como si nada. Agotados pero con calentura en nuestras miradas cada vez que nos mirábamos.
Hay muchas más historias, tríos con Nicolás y Andrés, sexo en ríos y en la casa de la abuela. Son años de aventuras. Actualmente el tiene una polola hace ya cinco años y no sé si se volverá a repetir
2 Comentarios
Anónimo
abril 7, 2025 a las 10:50 amSegunda parteeeeeeee
Anónimo
abril 9, 2025 a las 2:59 pmMas historias plisss