Rafael
En uno de esos días que buscas algo bueno en grindisney, pero no sabes que quieres. En ese momento un taps apareció en mis mensajes y quién diría que sería el mejor sexo en mucho tiempo. Todo comenzó con un chat caliente, su nombre era Rafael, un chico que tenía un sensualidad única. Eras ese jugueteo del cybersexo, lleno de fotos y mensajes -te quiero hacer esto y aquello. En media hora ya estaba en su casa. Nos saludamos de beso en la boca y su mano tocó mi cintura, y una electricidad recorrió mi piel.
Como era veranos, la ropa corta hace que sientas más el roce entre ambos cuerpos. Nos volvimos a besar, parecía que nuestras lenguas bailaban al son de una música romántica. Sus manos recorrían mi cuerpo y sentía que mi piel se erizaba.
No sé en qué momento ya estaba sin ropa, ¿ese instante donde ya no sientes tu ropa y solo sientes el calor de dos cuerpos desnudos?- El calor recorría nuestros cuerpos, los besos me tenían embobado. Mi cuerpo solo quería hacer la voluntad de Rafael, que recorría cada centímetro de mi cuerpo con sus labios. Me puso boca abajo en la cama, sus labios recorrían mi espalda y sentía una electricidad muy placentera. Era una sensación de placer que agitaba mi corazón. Chupó mi culo y una sensación de placer se plasmó en gemidos que no podía controlar. Mi cuerpo estaba tan relajado que solo respondía a sus besos. Besó mis labios y comencé a besar su cuello, recorrí su cuerpo, sentía como sus músculos se tensaban y sus gémidos me decían que no parara. Bajé a su pene y lo comencé a lamer como un helado.
Comencé a chuparlo suavemente hasta que sentía que entraba toda en mi boca. Comencé a hacerlo cada vez más rápido, mi saliva cubría su pene y cada vez que lo chupaba el sonido de la mamada se mezclaba con sus gemidos. En ese momento solo quería que fuera el mejor sexo oral del mundo para él. El frenesí me inundó y comencé a chuparla más rápido, él se reía y gemía. Sus músculos se tensaron e inundó mi boca. Solo tragué y seguí mamando, no podía parar, sus gemidos eran más y más fuertes. Una segunda ola inundó mi boca, tragué.
Rafa tomó mi cabeza con sus manos, lentamente la levantó y comenzó a besar. Sus manos recorrieron mi cuerpo y sus dedos comenzaron a jugar en mi culo. Comenzó un juego con sus dedos que me hacían gemir mientras me besaba. No podía escapar y sentía que mi culo se aflojaba, estaba tan húmedo. Comenzó a penetrarme muy suave, hasta que lo sentí dentro de mí. Cuando entró completamente nuestros gemidos sonaron al unísono. Sus movimientos comenzaron a ser cada vez más rápidos, sentía un cosquilleo muy placentero. No quería que dejara de hacer. Entre mis gemidos y mi rostro le demostraban que me gustaba que me punteara. Sus movimientos era ágiles y en un pestañeo ya estaba en cuatro sintiendo su embestida. Sentía sus manos firmes en mi cintura, y me tiraba hacia él. El sonido de mi culo contra su pelvis era cada vez más fuerte. Mi espalda estaba un poco arqueada y mi cabeza estaba apoyada en la la almohada. No quería que parara. Nuestros gemidos eran cada vez más fuertes, yo solo le pedía que no la sacara más, que los quería sentir siempre dentro de mi. Sentí que su pecho se acercaba y tomó mi pene y comenzó a masturbarme, la sensación era enloquecedora. En ese momento mi cuerpo se tensaba y esa sensación electrizante era cada vez mas fuerte.
Él me decía te gusta? y golpeaba mis nalgas, cada golpe me excitaba más, y yo me masturbaba. Su cuerpo se tensó y sentí un calor en mi culo, no lo pude resistir y acabé junto con él. Me tomó nevamente de la cintura y nos recostamos de lado. Me comenzó a besar y le susurré que quería más
El se rió y me dijo estás seguro? y yo le dije que sí que quería más. No sé cuántas veces más tuvimos sexo, solo sé que nos quedamos dormidos en algún momento. Despertamos abrazados y adoloridos. Nos reímos y seguimos besando muy cariñosamente.
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