Un Boliviano me abrió los ojos y algo más

Desde que recuerdo, mi familia siempre a vivido en Viña del Mar aunque tengo familia en Santiago y, somos originarios de Valdivia. Pero al finalizar el año 2021 todo cambio… mi padre llegó a casa de un viaje de negocios que tuvo por Bolivia. Hasta ahí todo normal. Yo estaba por comenzar en primer año de medicina en la universidad. Tenía amigos y disfrutaba al máximo de mi vida social… Yo estaba muy feliz con todo lo que tenía. Recuerdo que esa noche, luego de llegar de una noche de cine, el ambiente en casa era diferente. Mis padres esperaron a que hermana y yo estuviéramos en la mesa, durante la cena, para comunicarnos que nos mudaríamos.
Yo creí de zona, o máximo de ciudad, quizá a Santiago.

Pero cuando dijeron que sería a Bolivia, mi mundo se cayó. Sería el último lugar del planeta que yo me ubiese fijado para mudarme, pero por trabajo mi padre aceptó que nos mudáramos a Santa Cruz de la Sierra para comenzar desde cero. Mi madre ya estaba resignada, mi hermana se puso feliz porque ya había viajado muchas veces con mi padre y le encantaba la idea de vivir en Bolivia…pero yo, yo no estaba dispuesto a perder todo y, a todos.
Les dije que me quedaría con los abuelos, que yo no me iría de Viña.

Mis planes no salieron como pensaba y terminé dejando todo atrás. Era febrero del 2022. Aterrizamos en SCZ, una ciudad en la parte amazónica de Bolivia. Hasta ese momento yo creí que Bolivia sería como salía en las noticias. Frío, lleno de gente andina, pobreza y atraso. Mientras ingresabamos a la ciudad uno a uno de mis preconceptos se iban cayendo. Tenía ante mi tenía una ciudad cálida, Moderna y cosmopolita. Llena de tiendas internacionales, franquicias y las mismas facilidades que tenía en Chile. Y la gente, sobretodo en la zona donde mis padres alquilaron la casa, una zona llamada Equipetrol, te dejaba la boca abierta, hombres y mujeres muy altos, gente blanca y, de razgos europeos pero con características propias de Bolivia. Muy diferente a lo que veía a en los noticieros. Realmente era cierto lo que decían, Santa Cruz no es Bolivia. Por algo la llaman el Miami de Bolivia. No voy a mentir, la zona donde habían estaba la casa era muy linda y exclusiva. Ya no compartiría habitación con mi hermana y hasta en la casa había piscina.

Mi universidad también era increíble y tenía interesantes oportunidades de intercambio. Poco a poco me fui acostumbrando. Ya en la universidad, el docente pidió que formemos parejas para un proyecto que tendríamos que presentar en un par de semanas. Como rápidamente se formaron parejas… Me quedé yo solo. Pero el docente dijo que haría el proyecto con el chico que siempre falta a clases y, que justamente ese día no se presentó. Me tocó formar pareja con él, se llamaba Daniel y le apodaban lata de Coca-Cola o simplemente Coca-Cola, hasta ese momento no le había puesto atención a su apodo.

Al día siguiente, que Daniel sí se presentó, le hablé del trabajo que teníamos y me dijo que si quería podíamos vernos en su casa, para suerte mía, vivía a un par de calles de mi casa. Recuerdo que ese día me fui tipo 3pm y hacía un calor tremendo, 39°C aproximadamente.

Daniel me abrió la reja de su casa en shorts muy cortos, estaba en la piscina y me preguntó si quería nadar un poco antes de comenzar. Yo le dije que no, que teníamos pendientes. Fuimos a su habitación y cada quien en su laptop debíamos comenzar a buscar información.

Cuando Daniel abrió su laptop grande fue mi sorpresa en la que tenía una porno Gay de un par de negros cogiéndose a un chico asiático. Yo no dije nada. Pero no pude evitar reírme a carcajadas. Daniel se puso rojo pero ahí quedó todo.

Hicimos la investigación y luego descansamos. Hasta ese momento no me había fijado en él. Con sus 1.80 delgado pero con un cuerpo bien definido. Ojos cafés y un bigote sexy con razón tenía locas a todas las chicas del curso. Su piel era canela y se podía ver las venas que discurrian a lo largo de sus musculosos brazos. Sus piernas velludas me generaron un cierto temblor pero todo quedó ahí.

Esa noche no pude evitar pensar en él. Y hasta recuerdo que soñé con él. Desperté con el pico bien duro y no pude calmarme hasta que me hice una buena paja pensando en él.

A la tarde siguiente, volvimos a su habitación y ya con más confianza le bromeé si no volvería a ver porno gay si abría su computadora y el dijo que no. Y se volvió a poner rojo.

Pero dijo algo que me confundió. «A menos que tú también quieras ver»
Ambos nos partimos de la risa y le dije «tendrá que ser luego de terminar el proyecto». Cosa que nunca creí que sería así. Ya con el trabajo acabado. Daniel salió con el tema del vídeo y si me apetecía ver algo interesante.
Yo sinceramente creí que estaba jugando conmigo. Y le seguí el juego hasta que se puso serio. Encendió la laptop y puso xvideos. Yo me partía de la risa y él también mientras ponía sexo gay interracial (cosa que al parecer le gusta mucho). Yo estaba rigido como una estatua a su lado mientras él me veia de reojo. Recuerdo que podía escuchar mi corazón latiendo. Podía escuchar la respiración agitada de Daniel. Y podía ver cómo su bulto, comenzaba a crecer.

Yo tenía toda la mirada en la pantalla pero no podía evitar ver de rato en rato en su paquete hasta que Daniel dijo » Te importa si me hago la paja». Yo con voz temblorosa respondí «No, para nada. Adelante» Cuando se bajó el short, mi mandíbula casi se cayó al suelo. Cosa que Daniel se volvió a reír. Nunca en mi vida, jamás, había visto algo tan grande y grueso como el pico de Daniel. Ahí supe porque le decían lata de Coca-Cola. Porque su pene era tan grueso como una Lata Boliviana de Coca-Cola. Una monstruosidad. Daniel comenzó a pajearse y yo temblaba a su lado. En la película el asiático le hacía oral a un negro. «Te gusta lo que ves?» Preguntó Daniel. Y yo no supe que responder. «No lo sé» respondí pero Daniel no me creyó. «Yo creo que te encanta TODO lo que ves» aseguró mientras me señalaba mi propio pico que estaba como un mástil.

Me hice a un lado avergonzado mientras buscaba mis cosas para irme a casa.
«Quédate» pidió «No quieres intentárlo? No quieres hacerte la paja conmigo?» Preguntó. Con dudas logré bajarme mi pantalon y mi pene estaba en lo último antes de eyacular así que preferí no tocarme. Daniel me preguntó nuevamente si me gustaba lo que veia en pantalla. Y le dije que si. Me hizo señas y me puse de rodillas para que comenzara a mamar. Ese pico era tan grueso que en mi boca no cabía semejante pene. Era muy grueso. Y sabía a cloro, porque cada tarde Daniel estaba en su piscina. Comenzé a chupar como si no hubiese un mañana. Con mi lengua recorría cada centímetro de ese pene que era tan grueso como un brazo mío. Daniel acostado daba ruiditos de placer. Hasta que mientras su glande entraba en mi boca un chorro salio por la comisura de mis labios. Era amargo. Pero yo limpié cada gota que salía de su pene. Mientras Daniel se recuperaba ante semejante oral, yo me puse los boxer, tenía el pene todo manchado con mi propio semen, había eyaculado en todo ese frenesí y ni me había dado cuenta. Recogí mi mochila y salí de su habitación. Tenía las piernas temblorosas. Pero me iba con una sensación de felicidad.

Al día siguiente yo iba con mucha pena a clases. Con miedo de encontrarme con Daniel. La vergüenza me invadía pero para mí suerte no se presentó y así que me sentí más tranquilo. En la última clase lo ví, ya que tendríamos presentación de proyecto. Expusimos. Nos fue bien y él me invitó a su casa para celebrar. Yo con dudas, acepté.

De ida a su casa. Yo pemsaba que haríamos lo mismo del día anterior. Estuvimos ese día en la piscina. Ninguno mencionó nada de lo que había pasado hacia menos de 24hrs atrás y cuando me despidió durante la noche tampoco me invitó a su habitación. Yo estaba sinceramente decepcionado mientras caminaba a casa hasta que recibí un WhatsApp que decía «quería que fueses a mi habitación para que haya un remember ;)» Yo ni corto, ni perezoso me aparecí en su casa y fuimos directamente a su dormitorio. Le baje los shorts y comenzé a chupar como loco. Mi mano no podía con la circunferencia de su pene. Daniel se retorcía por la excitación. Los dedos de sus pies se cerraban tratando de no eyacular. Hasta que me comenzó a tocar el culo. Si bien yo había tenido ciertas experiencias con algunos amigos en Chile. No pasaron de besos y caricias. Solo 1 vez le hice sexo oral a un carabinero que conocí por grindr. Pero jamás había entregado el culo. Si me había metido un dedo o mi cepillo de dientes. Pero un pene, jamás. Daniel, con los ojos llenos de lujuria me pidió que me quitara la ropa. Me hizo acostar boca abajo con las piernas abiertas. Me dio una palmada muy sonora en el trasero y ambos reimos porque su hermano podría habernos escuchado. Y luego acarició mis glúteos y paso la lengua por mi ano. Yo brinqué al sentir esa sensación. Creí que estaba en la gloria. Nunca había sentido todo eso.
Ni cuando recibí una felación sentí tanto placer como que me hagan el beso negro. Daniel, todo un profesional, pasaba la lengua a lo largo y ancho de mi ano, yo gemía de placer.

Luego él se acostó e hizo que me subiera dándole las nalgas en la cara y la mía en su pene que estaba parado apuntando a mi boca. Comenzé a chupar mientras él me comia, literalmente, el culo. Su lengua iba y venía. Trataba de darse paso por mi ano Él era todo un profesional. Sentía que eyacularia en cualquier momento porque mi pene chorreaba de líquido pre seminal que daba al pecho de Daniel. Hasta que dijo «súbete» Yo vi ese pene monstruoso y pensé «No entrará». Por más que trataba de metermela era prácticamente imposible. Yo no tenía práctica. Mi culo estaba intacto. Y cada vez que trataba de meterlo creía que me partiría en dos. Estuvimos dandonos placer con orales por varias semanas hasta que un día con una copas de más. Logré comerme el gran rabo de Daniel. Cosa que creí que sería difícil. Desde ese día cada vez que puedo, voy a casa de Daniel y me monto en su pene hasta que ambos acabamos. Pero esa será otra historia.