Perdido en el sur – Parte II
Cuando me fui de ese lugar, hablábamos por Telegram periódicamente, unas 3-4 veces a la semana, generalmente para saludarnos y enviarnos fotos. En diciembre me fui para esos parajes de nuevo, al llegar lo llamé por teléfono.
-Nacho, ¿cómo estás?
-Holaaa mi amigo, ¿cómo estás?
-Bien, ¿y tu? ¿Qué tal todo?
-Bien, acá, hace un calor tremendo hoy.
-Sí, lo sé, le digo. Estoy en el pueblo.
-Te puedo pasar a buscar si quieres, el alojamiento está disponible.
-Bueno… Si quieres. Tengo ganas de verte. Pero arrendaré una cabaña cerca del lago. No quiero molestar.
-Usted no molesta mi amigo Fabián. Pero usted decide. ¿Igual lo puedo ir a ver? También tengo ganas de verlo!
-Obvio, pero si puedes ven ahora o nos vemos después mejor?
-A lo que salga voy a verte. Cierro la comisaría a las 20.00 por horario de verano.
-Ok – le digo.
Arriendo una cabaña por 5 noches, eso me da derecho a estar en el día también. Así que por 5 días estaría en ese lugar y esperaba tener un lugarcito tranquilo para ver a mi cabo Nacho. Cerca de las 21 horas, me llama y me pide la dirección, se la doy y llega. Cuando cierra la puerta nos abrazamos y nos besamos. Fue un beso largo, profundo, caliente, húmedo. Desde Julio que no lo veía y todos estos meses estuvimos hablando por mensajes y videos, enviándonos fotos y pajas en línea. Teníamos demasiadas ganas de vernos.
Rápidamente nos empezamos a sacar la ropa, el Paquito me desnudó súper rápido, ese día no estaba tan helado, así que se podía estar en pelota. La verdad es que tampoco había podido verlo en pelotas, ya que esas noches que estuvimos juntos, siempre fue con algo de ropa o tapados, por el intenso frío que hacía. Le saco la última prenda y nuestros picos se encontraron, se unieron buscándose y tocándose, mientras nuestras manos recorrían todo nuestro cuerpo. Que buen cuerpo tenía el paco. Marcadito. Se notaban varias calugas y los brazos musculosos.
Empezamos a caminar en dirección a la cama desnudos, besándonos, lamiéndonos el cuello, el pecho, nuestras manos tocando todo cuanto podían, nos acostamos y él encima de mi. Lentamente empieza a bajar por mi pecho besando todo a su lado, hasta que llega a mi pico y se lo empieza a comer. Lamía, chupaba, pasaba lengua, la mejor parte, fue cuando empezó a pasarle la lengua al glande, lo hacía rozando, rodeando todo, lamía y saboreaba el moco que iba saliendo. Chupaba mis bolas, las tiraba y yo le tomé la cabeza para que se comiera todo mi pico entero.
Después de un rato, lo doy vuelta y empiezo a chuparle el hoyo, metí la lengua por su agujero, tenía buena raja, fibrosa, firme, el hoyo bien peludo, lo cual me calentaba más. Lo acomodo en 4 y empiezo a meterle el pico lentito, me apoyo en su espalda abrazándolo para besarle el cuello mientras se lo iba metiendo lentamente.
-Oh que rico Fabián. Te extrañaba. Quería sentir tu pico en mi hoyo de nuevo.
-¿Te gusta?
-Me gustas tú! – Me dijo.
-Lindo…
Me calentaban sus palabras y su acento sureño. La ch marcada, cantadito. Lo doy vuelta y le abro más piernas, lo meto y me agacho para besarlo, él cruza las piernas sobre mi poto y siento que me hace presión, me encantaba sentir que lo quería bien adentro, que no quería que me saliera de él. Me separo y le tomo las piernas de los tobillos y empiezo a meterlo más rápido, podía ver su cara, su mirada de placer, sus labios entrecerrarse y morderse el labio de abajo. Podía ver su pico moverse, lo tocaba a ratos en el pecho y también su pico, lo pajeaba y le deba nuevamente. Al rato le aviso que me voy. No le pregunto donde, solo le aviso y él empieza a tocarse el pico, acabamos juntos.
Le saqué el pico del hoyo y salió la leche de él, se veía rico. Mientras se entrecerraba por las contracciones del orgasmo. Yo me tiro encima de él, mi pecho se llena de su leche que cayó en su pecho y nos besamos. Nos quedamos así, me abraza y comenzamos a conversar. Al rato me dice, traje un pollo asado con papas fritas, se me quedó en el auto. Se para, se pone zapatos y mi buzo y sale, así, a torso desnudo a buscar el pollo. Entra con él a la pieza y nos sentamos en la cama a comer. Me trajo servilletas y unos vasos. Yo tenía cerveza que había comprado y nos tomamos una lata cada uno. Luego nos quedamos dormidos. Cuando desperté no estaba, pero en la mesa había una nota que decía, vuelvo más tarde, para comer más pollo en el velador…Y un corazón.
Lindo mi Paquito. Me encantaba como era, sencillo, transparente, humilde y bien ganoso. Era una combinación perfecta. En la tarde llega como las 21 nuevamente, nos besamos y tuvimos otro round. Esta vez lo hicimos en la silla del comedor, sentados. Fue una experiencia riquísima, pues se sentía que había entrado más profundo el pico en su hoyo. Duramos súper poco, me fui rápidamente en él y él en mi.
Dormimos juntos nuevamente pero en la mañana estaba conmigo. Lo despierto y le digo:
-Nacho, te quedaste dormido…!!!
-Nooo – me dice con voz de sueño – tengo dos días libres, era una sorpresa para ti.
Lo abracé y le di muchos besos. Me acosté con él y nos quedamos dormidos de nuevo. Despertamos como una hora después y le dije que haría desayuno, se levantó conmigo y lo hicimos juntos. Mientras estaba de espalda en la cocina, me abraza por detrás y empieza a puntearme. Yo me doy vuelta y nos besamos, mientras se me quemaba el pan en el tostador. Nos besamos y lo subí encima del mesón, me agaché y le empecé a besar el hoyo y minutos después, se lo puse patitas al hombro encima de la mesa de la cocina, una cocina de madera gruesa.
Fue súper rico, fue rápido, su hoyo ya estaba acostumbrado a mi pico, se dilataba rápido y de alguna forma sentía que tenía la forma ya adquirida, le dolía mucho menos cada vez que lo hacíamos y ambos lo disfrutábamos más. Antes de irme, le aviso y se baja del mesón y me pide que se lo eche en la cara. Tomo mi pico y me pajeo como dos veces y salta toda la leche calientita encima de su cara, su pelo, la oreja. Nacho comienza a chupar toda la leche del pico, se lo traga todo. Era maravilloso verlo chupando mi pico moqueado. Se para y me da un beso con moco y ambos saboreamos mi propio semen. Fue morboso, pero delicioso.
Nos subimos la ropa, nos lavamos las manos y la cara y terminamos de preparar desayuno.
Ese día salimos a conocer más el lugar, me llevó a lugares que no conocía, conocí unas cascadas, unos pozones de agua de montaña, unos senderos que llevaban a la orilla de un volcán. Lugares así. Andar con él era un pasaje seguro, conocía lugares que no están en el mapa y mi alma aventurera estaba feliz. En lugares realmente maravillosos, me abrazaba, nos besábamos, caminábamos de la mano, me abrazaba por detrás y yo a él.
Tuvimos la intención de hacerlo en un lugar, pero comenzó a llover. Al llegar a casa, nos duchamos juntos, lo hicimos en la ducha. Disfrutábamos cada momento. Esa noche lo volvimos hacer. Antes de dormirnos, lo hicimos de lado, fue muy rico, pues se sentía muy apretado y Nacho me besaba en todo momento mientras yo lo metía y lo pajeaba al mismo tiempo. Acabamos juntos y nos besamos por largo tiempo, de hecho nos quedamos dormidos desnudos. Despertamos al siguiente día con su respectivo mañanero. Salimos nuevamente y me llevó por otro camino más hacia el este, camino a argentina, pudimos subir el volcán y caminamos por nieve. Nos tiramos nieve y jugamos como dos niños, pero que cada tanto se buscaban para besarse y sentir la proximidad de su cuerpo.
Esa noche se quedó conmigo, no lo hicimos, pero dormimos abrazados. Él se acercó a mí y me dice:
-Me gustas!! No quiero que te vayas. Pero no sé si podría vivir aquí contigo. Es difícil en estos lados las relaciones entre hombres.
-En Santiago es lo mismo – le digo.
-Sí, pero allá en la capital es más común ver estas cosas.
-Tendría que venirme a vivir yo acá pos. Pero donde viviría? No tengo ni trabajo en estos momentos. Al menos no estable. Presto servicios a una empresa pero me llaman una vez al mes como por diez días.
-Viviríamos de mi trabajo pues. Acá no gasto mucho, todo me lo da la institución.
Tenía harto que pensar.
A la mañana siguiente se va a trabajar y me quedo solo en la cabaña, me va a ver en la noche y seguimos culiando rico. Ese día llegó con uniforme. Así que desnudé a un uniformado. Fue una experiencia muy caliente. Sacarle la ropa, dejarlo en camiseta con ese pantalón, le dejé puestos los bototos y le pedí que usara la gorra mientras lo culeaba. Uyyy…. Fue exquisito. Mi pico estuvo durísimo todo el polvo.
El último día, me llaman de la pega en Santiago, de la capital, como dice Nacho. Les aviso que estoy fuera de Santiago y me esperan a la vuelta, quieren una reunión conmigo para ver mi futuro laboral. Yo de profesión soy ingeniero civil. Así que en rigor puedo trabajar donde sea. Me despido de Nacho, me dio pena despedirme de él y dejar atrás los maravillosos días que pasamos juntos. Le digo que llegando le aviso.
Al otro día voy a la reunión y me indican que quieren que asesore una empresa pesquera que está en un puerto importante del sur. No es tan cerca de Nacho, pero estaríamos como a dos horas de distancia. Acepto la oferta y llamo por Telegram a mi Paquito para contarle.
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