Mi primo del campo – Parte I

Hola a todos, mi nombre es Esteban, soy de Chiguayante, tengo 20, soy de contextura delgada, pelo negro, piel pálida, mido 170 m y me considero tranquilo aunque terrible caliente. Les quiero contar lo que me pasó en mis vacaciones del verano antes de que empezara todo esto de la pandemia y cuarentenas. Ese verano viajamos con mi familia a Chillan para visitar a unos familiares por parte de mi papá y después un largo viaje en auto llegamos a un campo gigante que tienen estos parientes allá, la verdad es que yo me acordaba bastante poco de ellos, ya que no los veía desde que era niño, esto, sumado a que al principio suelo ser un poco introvertido, hizo que estuviese un poco nervioso de pasar tantos días con gente que prácticamente no conocía.

Al llegar al campo fuimos recibidos gratamente por estos familiares, tras bajarme del auto fui saludando uno por uno a todas las personas, de algunos algo me acordaba, pero de otros nada, ya había saludado a casi todos cuando me toca estrecharle la mano a un primo que no veía hace años, el Iván, al verlo no lo podía creer, el último vago recuerdo que tenía de Iván era de cuando él era un niño de 10 años, pero ahora, con 25 años ya era todo un hombre, y no cualquiera sino un hombre de campo, cuerpo trabajado, piel tostada, un poco más alto que yo, pelo castaño y profundos ojos negros, a simple vista parecía un macho bruto, pero por su cuidada barba pude notar que le gustaba cuidar de su imagen, le estreché la mano y durante unos segundos hicimos contacto visual, el cual prontamente rompí ya que no quería que notase lo asombrado (y caliente) que estaba al verlo, él por su parte se mostró contento de verme, probablemente se acordaba más él de mi que yo de él.

Ya era el segundo día desde que habíamos llegado, y ya había entrado en confianza con todos estos familiares y en especial con Iván, ya que de todos los primos presentes ambos éramos los mayores, y teníamos bastantes temas en común y un humor similar, aunque su personalidad extrovertida y arrasadora seguía contrastando con la mía.

Chillan es en general muy caluroso, por lo que en la tarde de este segundo día decidimos ir con varios primos a bañarnos a una especie de río que quedaba a unos 15 minutos caminando, llegamos al lugar y tras mojarnos pude notar que Iván tenía pedazo de tula, si bien es normal que con el short mojado se marque un poco, lo de Iván era excesivo, se le marcaba claramente el pico, se notaba grande y gordo, y por lo que pude observar, no fui el único que se percató, ya que otros también volteaban de vez en cuando a mirar.

A pesar del maravilloso espectáculo que brindaba Iván y la calentura que para ese entonces ya me tenía poseído, la tarde siguió bastante normal, estuvimos bañándonos y jugando un rato, poco a poco los primos más chicos se fueron devolviendo al campo hasta que quedamos solo Iván y yo, ambos nos salimos del agua y nos sentamos bajo la sombre de unos árboles, estuvimos un rato en silencio, cansados luego de estar en el agua, luego de unos minutos se levanta y me dice —Acompáñame— le hice caso, me paré y comenzamos a caminar uno al lado del otro en dirección contraria al campo, durante la caminata conversamos de varias cosas, entre ellas me comenta que está aburrido de vivir en el campo y que estaba planeando irse a vivir a un lugar más urbano a lo que le pregunto:

—¿Y por qué quieres irte?
—Es que aquí no me veo mucho futuro, además estoy solo, no hay muchas opciones para poder hacer algo rico.
—Hace poco terminaste con tu polola ¿cierto?
—Si po, alcanzamos a pololear como 5 meses, pero no sé, siento que nunca prendió bien la relación— me dice con una cara media triste.
—Si igual te entiendo un poco, en la ciudad hay más gente, demás que ahí conoces a alguien con quien si logres prender— le dijo intentando darle ánimo
—¿Y tú pololeas?— me preguntó mientras me miraba de reojo

Su pregunta me descolocó un poco, sabía que eventualmente saldría el tema y tendría que elegir una vez más entre mentir o ser sincero, pero ocultando parte de la verdad.

—No— le respondo después de pensar un poco
—¿Pero has tenido polola alguna vez?
—No— le digo mientras aparto la mirada.
—¿Y pololo?— me pregunta mirándome fijamente.

Lo miro de vuelta y nos quedamos en silencio unos segundos mientras su mano derecha baja hasta su short para agarrarse el paquete

—¿Te gusta?, vi como me lo mirabas en el río— lanzó esas palabras mientras en su cara y en especial sus ojos se notaba como la calentura iba surgiendo.

No sabía que decir, si lanzarme o no, me había visto mirándolo en el río y ahora se agarraba el paquete en señal de ofrecimiento, dudé un poco pero decidí darle nomás.

—Sí— le contesté mientras de forma tímida pero decidido estiraba mi mano para agarrarle el pico por sobre el short, ya estaba un poco duro pero no totalmente, aún así lo pude sentir grande y grueso, le empecé a frotar y apretar el pene sobre el short, acto seguido Iván me toma de la cintura y con un movimiento brusco me acerca a él hasta que nuestros cuerpos quedaron pegados, sus manos se van hasta mi culo y las mete por debajo del short, con una lo aprieta fuerte mientras la otra se abre paso entre mis nalgas para llegar hasta mi hoyito, el cual presiona intensamente con sus dedos haciendo un movimiento de masajeo mientras su boca se acerca a mi oído y me susurra —Sabía que te gustaba el pico primito—