El conserje colombiano – Parte II: Sexo, escaleras de emergencias y la última follada que me dio

Llevaba una semana soltero o en un receso de mi relación. Ese día estaba muy hot, no tenía a nadie a la mano para follar, hasta que se me vino a la mente, escribirle al conserje, le pregunté en qué estaba y que si quería follar, como siempre no demoró en responder, me contó que andaba en un cumpleaños, pero que apenas se desocupara me escribiría.

Como les conté en los otros relatos, el conserje tenía el pico gordo y largo, algo que en este momento de soltería y de puterío (más aún que cuando estaba en pareja) se me antojaba muchísimo, solo de imaginarme atragantándome con ella o abriéndome el culo para que entrara entera me ponía bien perra.

Mientras esperaba que se desocupara, decidí tomarme unas cervezas, al rato, me llega un mensaje de él, preguntándome si aún quería pico. Obviamente, le respondí que sí, que necesitaba que me lo diera todo, su siguiente mensaje, fue dándome instrucciones de donde y como esperarlo. Subí al último piso del edificio, y según sus instrucciones, lo esperé de rodillas en una pieza de servicio de la terraza. Luego de unos 5 minutos que sentí larguísimos, caché que alguien abría la puerta, y mientras la abría, se desabotonaba el pantalón, dejando ver su pico rasurado, y sí, no llevaba ropa interior, así que ni bien se asomó ese pico, me puse como becerro a mamar para tener esa leche en mi garganta nuevamente.

No sé cuanto tiempo me estuvo dando pico por la boca, solo recuerdo que no me cansaba de mamar, hasta que me saca el pico de la boca, se agacha para ayudarme a levantarme y me comienza a besar, y es que no lo dije en los relatos anteriores, pero algo que hacía bien, aparte de meterla, era besar. Al sentir sus labios y su saliva, caché que estaba borracho, eso sumado a lo desinhibido que estaba (siempre había sido más bien tímido) me hizo tener ganas de no solo mamar.

Así que aproveché ese momento para quitarle la polera, terminar de bajarle el pantalón e hice lo mismo conmigo, quedé totalmente desnudo y me di vuelta, mostrándole mi culo y mi hoyo totalmente dispuesto a recibirlo. De pronto sentí una nalgada que me hizo gemir, él al darse cuenta de que más que molestarme, me gustó, volvió a darme otra, luego se agachó y su lengua me penetró, no era la primera vez que me mamaba el culo, pero está vez, estaba como más ganoso.

Cuando cachó que me tenía todo mojado y dilatado, se puso de pie, me tomó del pelo con una mano y con la otra guió su pico hacia mi hoyo, me la metió toda de una, no voy a mentir y decir que no me dolió, porque puta que dolió, pero ese dolor me resultaba excitante, así que en lugar de escapar, tire el culo para atrás, evitando que se alejara, se quedó quieto un momento y yo, decidí autotaladrarme. Me sentía tan lleno y tan excitado, que parar no era una opción, hasta que me la saca y me da vuelta, sigue besándome, y esta vez hace algo que pocas veces me han hecho, me levantó y aguantando todo mi peso, me la metió nuevamente y fue el quién llevó el ritmo ahora, era una delicia sentir como lograba follarme en esa pose. Una vez que se cansó, le pedí que se acostara en el piso y comencé a cabalgarlo, hasta que entre gemidos, me dice que está por venirse, y que quería preñarme.

Aceleré el ritmo de las cabalgadas, su respiración se aceleraba, me la metía más profundo, y su pico comenzó a palpitar dentro de mí, sentí unos 4 o 5 chorros, estábamos agotados, me quedé recostado sobre él, con su pico dentro, en esa habitación a oscuras.

Cuando terminamos, me besó, terminamos de vestirnos y cada quien volvió para su casa. Esa fue la última vez que pasó algo con ese conserje colombiano, le dio cargo de conciencia luego que volví con mi ex y se hicieron amigos. Pero la historia en ese edificio continuó con su colega, otro conserje colombiano que era más caliente y más osado.