El conserje colombiano – Parte V: Otro conserje colombiano: La terraza del edificio y una última culeada mirando Santiago desde lo alto
- El conserje colombiano – Parte I
- El conserje colombiano – Parte II: Sexo, escaleras de emergencias y la última follada que me dio
- El conserje colombiano – Parte III: Otro conserje colombiano, un pico muy chimba y un pasivo que no era pasivo
- El conserje colombiano – Parte IV: Otro conserje colombiano, adrenalina, cocina y escaleras
- El conserje colombiano – Parte V: Otro conserje colombiano: La terraza del edificio y una última culeada mirando Santiago desde lo alto

Todo lo bueno llega a su final, y mis incursiones con Diego estaban por terminar. Ese día era otro de esos días calurosos de Santiago, llevaba varios días sin tener dentro de mi culo ni de mi boca el pico gordo de mi conserje.
Le escribí para ver si estaba disponible y me respondió que me tenía una sorpresa, pero que sería por la noche, así que para variar me entregó instrucciones: debía esperarlo a las 10 de la noche, en el último piso del edificio, vestido con un pantalón corto, sin ropa interior y el culo sin lubricante.
Llegué poco antes de la hora que me indicó, una vez en el piso 20, le escribí y me dijo que subiera a la terraza, que la puerta estaba abierta. Otro beneficio de tirar con el conserje, es que esa terraza la tendríamos solo para nosotros. Cuando salí, lo vi parado cerca de la piscina, ese loco era tan rico que solo verlo ahí ya me tenía el culo palpitando o en realidad me follaba tan bien, que no podía esperar volver a cabalgar ese pico jugoso.
Cuando me acerqué, me di cuenta de que mi conserje estaba con su uniforme, pero sin el pantalón, con el pico afuera y duro, cuando cachó que estaba cerca de él me hizo un gesto para que me agachara, eso bastó para que me pusiera en 4 y avanzara así hacia él, desde ese ángulo podía ver su pico desde abajo, se veía más jugoso, más rico, le pasé la lengua primero por los cocos depilados, cuando mi lengua lo tocó, Diego suspiro, y sentí como se le puso el pico más duro, luego mi lengua avanzó hacia el tronco, lo recorrí como si fuera un helado.
Me gustaba como se estremecía, llegué a su cabeza, la rodeé con mi lengua y ahí sentí las manos de mi conserje, rodeando mi cabeza y apretándola para que su pico se metiera en mi boca. No me hice de rogar y me la tragué, me atoré con ese pico que tanto placer me daba, sin mucho esfuerzo la metía casi por completo, llenándola de babas, yo la tenía muy dura, durante todo ese rato, no me había sacado ninguna prenda, por lo que mi pico a pesar de estar libre de ropa interior, estaba muy apretado ya.
Diego me pidió que parara, me tomó de los brazos, me acercó a él y me besó como solo él sabía, ese beso me dejó trastornado, no podía más, así que le pedí que me diera como caja. Él solo sonrió, me pidió que me quitara toda la ropa y me apoyara contra la baranda mirando hacia la torre Entel.
Ni bien me puse como me dijo, sentí la presión de su lengua en el hoyo, ese beso negro terminó de dilatarme, y fue su pico el que sustituyó su lengua, mi culo no ofreció resistencia, haberlo tenido tantas veces dentro, había hecho que se amoldara al grosor y al tamaño de ese pico colombiano. Y ahí me dijo: te presento Santiago y comenzó a culearme mirando la ciudad desde la terraza del edificio donde tantas veces habíamos follado, lo especial de esta vez, es que por primera vez, decidió no ponerse el condón, así que no solo era la vista lo espectacular, sino también sentir por primera vez su piel contra mi piel apoderándose de mí, muchas veces me imaginé en esa sensación, pero era indescriptible, tenerlo ahora, sentirlo calentito rozándome, controlando la fricción entrando y saliendo primero lento y luego rápido estaba siendo lo mejor.
En un momento decidí tomar el control, así que lo acosté en el piso y me puse a cabalgarlo, quería controlar la follada que me daría, quería ser yo quien lo hiciera acabar, finalmente Diego me avisó que estaba a punto de correrse, le pedí que me preñara, que me dejara por fin su leche dentro, uno, dos, tres, cuatro fueron los trallazos de leche que me dejó, sentir lo caliente de su semen, me hizo acabar sin tocarme, era la primera vez que follábamos a pelo, y fue tal como lo esperaba, lo malo, es que sería la última vez, por alguna razón nos distanciamos y nuestra historia llegó a su fin.
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