El día que me extorsionaron

La historia a continuación ocurrió el año 2024 en Antofagasta. Soy hetero y si bien estoy pololeando, a veces me dan ganas de jugar con cosas no muy tradicionales de la heterosexualidad, tales como chupar penes a gente desconocida. En algunas ocasiones he descargado grindr o he contactado gente con gustos afines a través de telegram, para luego acordar juntarnos y chuparles el pene en diferentes contextos. Nunca me han penetrado porque no me llama mucho la atención. Por algún motivo me calienta la idea de que me utilicen y algo en particular me provoca la idea de chupar pico qué me motiva a chuparlo a gusto de quien me esta mandando, como si yo fuera un juguete sexual. Obviamente esto no lo ha sabido ninguna de mis pololas, menos la actual, y es algo que no le he contado a nadie, por lo que procuro nunca dejar un rastro de estos gustos. Sin embargo; un día quise probar algo diferente y mientras chateaba con un chico de grindr, tras habernos caído muy bien en la conversación previa, le comenté varías cosas personales mías y hasta le mostré mi cara en una foto con autodestrucción. Él parecía genuinamente interesado en juntarse por lo que seguí charlando y soltándome hasta que en algún momento, me vi a mi mismo sacándome fotos y posando para él, todas enviadas con autodestrucción. Mi sorpresa llegó al final de la noche cuando estaba a punto de desconectarme, ya que al despedirme me pregunta «y que harías si alguna de tus expololas o tu polola supieran de esto?» ante lo que me desarmo y le respondo medio tartamudeando «haría lo que fuera por tapar esa vergüenza». Segundos después de haber dicho eso, él me envía una de mis fotos donde claramente se veía mi cara mientras posaba en 4 abriéndole mi culo, junto con la frase «ahora serás mío y tendrás que venir a mi casa si o si para culearte la cara, o sino le pasaré esta foto a todos mis amigos hasta que te hagas viral». Sentí un balde de agua fría, un apretón en el estómago: lo que pensé que no pasaba, pasó y en ese momento donde ya no estaba caliente recapacité sobre todo lo que había compartido. Si bien, me he juntado con gente, siempre han sido desconocidos y nunca me han visto por lo que sentía la libertad del anonimato, pero esto era diferente. Finalmente esa semana me seguí conectando 3 veces más cuando me citó el tipo, donde conseguía hablarle y que me pusiera atención para pedirle que parara con esto, solo para terminar cediendo en que podía postergar la junta si accedía a enviarle más fotos mías, a su gusto. Honestamente, la última vez estaba decidido a ir a su casa y hacer lo que él quisiera para evitar la vergüenza de ser expuesto, pero al parecer el tipo no era tan psicópata y se arrepintió de todo lo que pasó, despidiéndose con un «cuidado con lo que pides», para finalmente no hablarme nunca más del tema. Y si bien, luego borré la app y la cuenta, él nunca supo que me calentó un poquito que me forzara así y hasta el día de hoy sigo con ganas de chupar un pico