Desventura con el padrastro – Parte 2
Las tres semanas siguientes fueron bastante incómodas para mí, ya que se me caía la cara de vergüenza, tras el bochornoso espectáculo en que Alfonso me encontró. Él, sin embargo, siguió actuando muy normal, como si nada hubiese pasado.
Ya estábamos a mediados de junio y ese mes era el cumpleaños de mi padrastro. Como la situación epidemiológica estaba bastante mal a esa fecha en mi región, decidieron no celebrarlo con nadie, sólo nosotros tres: mi madre, Alfonso y yo. Fue algo bastante simple la verdad, una torta hecha por mi mamá, y un picoteo, con algunos tragos. Nos quedamos los tres conversando y escuchando música, hasta que a mi mamá le dio sueño y se fue a dormir. Nosotros continuamos, yo bebiendo una cerveza, y él con un vaso de whiskey a las rocas. Igual me sentía medio incómodo, porque aún no se me pasaba la vergüenza, y para colmo, Alfonso decidió tocar el tema.
Partió diciéndome que jamás él se habría imaginado que yo “andaba en esos pasos”, a lo que yo, con algo de alcohol en la sangre, respondí un tanto molesto: ¿esos pasos?. A lo que me replica, intentando bajarle el perfil a sus palabras: bueno, que te atraían los hombres, a eso me refiero. Ahí le expliqué que sí me gustaban, pero que era asunto mío, y que tampoco tenía por qué notarse que a uno le gustaran o no los hombres o las mujeres. De ahí me preguntó si había estado con algún “chiquillo” y la verdad me dio un poco de pudor decirle que me había metido con puros hombres maduros y, en su mayoría, casados, así que le dije que sí me había metido con hombres, pero de mi edad. Siguió con su interrogatorio, y me dice si había estado con alguna “chiquilla” alguna vez, y le dije que no, que nunca me habían atraído, y me dice -a lo machito- y eso que a tu edad las mujeres están en su mejor momento. Yo le pegué una mirada inquisitiva, porque dije, capaz que este weón se haya cagado a mi mamá con alguna jovencita, y le pregunté así muy general si había estado con mujeres de mi edad, me respondió que sí, pero cuando joven y en su época de soltero, pero que a su edad ya no salía a cuenta, porque siempre le sacaban plata. Luego de ello, quizá por el efecto del alcohol, no pude evitar reírme y, por cansancio y miedo de seguir preguntando y que me pregunte cualquier otra cosa, le dije que iría a dormirme.
Por razones de pandemia, entre junio y septiembre no pasó nada relevante, ya que seguíamos encerrados en las casas, y yo estaba ocupadísimo con mis estudios. En septiembre, por las fiestas patrias, nos quedamos otra noche hasta tarde conversando los tres, hasta que mi mamá nuevamente se fue a dormir. Tras esto, como la vez pasada, me empezó a interrogar. Su primera pregunta fue sobre cómo me había sentido en la pandemia. Yo lo miré extrañado y me dijo que en el trabajo dos psicólogos les habían dado una charla sobre salud mental y que era importante la comunicación en la casa en estos tiempos. Yo le dije que estaba estresado, como cualquier semestre de universidad, pero que tampoco era muy de fiestas o cosas así, como para extrañar tanto la vida social. Ante esto me dice susurrando: ¿y la vida sexual? Yo me reí y le dije, ya más desinhibido y con confianza: se suple con videollamadas. Se rió. Luego, él me responde: de verdad no entiendo cómo aguantas tanto, yo ahora no aguanto ni dos días sin ponerla, imagínate a tu edad. Me volví a reír, aunque no pude dejar de imaginarme su vida sexual con mi mamá, lo que me dio un poco de pavor e incomodidad. De ahí me pregunta si tenía algún chiquillo o un “peor es nada” por ahí, y le dije que no, que hasta antes de la pandemia sólo tenía encuentros sin mayor importancia, pero que ahora igual me daba miedo, porque podía contagiarme yo y de paso contagiarlos a ellos.
Despúes, para no ser sólo yo el interrogado, le pregunté si antes de conocer a mi mamá llevaba una vida sexual muy loca, a lo que me responde: como la de todo hombre no más. Yo le dije: pero hay hombres casados o con pareja y hombres solteros, no todos tienen la misma vida sexual. Y me aclara que el hombre siempre anda caliente, a lo que me reí y asentí, después de todo, yo igual siempre ando pensando en sexo.
Me acordé, además, de lo que me dijo la vez pasada de las mujeres jóvenes, y le pregunté que por qué le salían tan caras, y me dice que las chiquillas de mi edad buscan hombres viejos como él sólo para tener plata fácil, salvo que se trate de un viejo mino, y me aclaró que no se consideraba uno de ellos. Le pregunté que si sólo buscaba jóvenes cuando estaba soltero o si también le hacía a las maduras, y me dijo que a lo que le saliera, y que las maduras tenían más claro el cuento y que no se daban tanto color como las más jóvenes.
De ahí le pregunté con cuál se quedaba, si jóvenes o maduras. Me dijo que las jovencitas eran “chiquillas apretaditas y ricas”, que eran una tentación constante, porque tenían todo en su lugar, que “la gravedad no les ha hecho mucho efecto todavía”, pero que nada superaba a una mujer con experiencia en la cama, aunque no la tuvieran tan apretada. Esto último me dio mucha risa.
La noche avanzó y ya eran como las cinco de la mañana. Yo me había quedado dormido en el sillón y él igual estaba sentado con la cabeza a un lado y curado. Lo intenté despertar o, al menos, hacer reaccionar, y lo llevé a la cama de mi mamá y me fui a acostar. Un mes y medio más tarde, se avanzaría en el plan Paso a Paso, y me tocaría ir a la ciudad a un encuentro, y ¿quien me llevó?…
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4 Comentarios
Anónimo
junio 23, 2025 a las 10:49 amTiene buena pinta, pero demasiado preámbulo, 2 partes y aun nada…
Anónimo
junio 24, 2025 a las 8:35 amMe gusta que tenga detalles, pero dos partes de detalles y poco acción
N1tr0g3n0
junio 30, 2025 a las 3:14 pmAun esperandoo la 3ra parte…
Anónimo
agosto 3, 2025 a las 2:59 amSin fin???