El Antofagastino

Ante todo, quiero que sepan que esto es para todos los gays que creen que el amor ya no existe y que todos son iguales… se equivocaron.

Me dicen “Negro”. Bueno, soy un tipo de 21 años, estudiante de Psicopedagogía, mido 1.71, peso 79 kg, ojos café, pelo negro, macizo porque voy al gym, peludito, buena espalda, varonil… en fin, un wn normal.

Un día X estaba en el gaychat —la mayoría sabe de lo que hablo— y entré al chat de zona norte. Había estado ahí un par de días antes, ya que en ese tiempo tenía 18 años y recién estaba asumiendo que era gay.

Ese día entré, llevaba ya su buen rato conversando, pero nada enganchaba… puros viejos rancios, wnes chantas, puro “sexo, sexo, sexo”. Y me atreví a hablarle a un tipo que solo decía “Antofa”.

Comenzamos a conversar, saqué personalidad, hablamos de la edad —él 19, yo 18—, de qué nos gustaba hacer, cómo éramos… Yo, todo inseguro, le decía que era “guatón flácido” y él me decía que le daba lo mismo, que le gustaban así, pero yo no le creía.

Hablamos esa noche desde las 12 hasta las 7 de la mañana. Después nos pasamos el WhatsApp y el Messenger (jajaja, la wea antigua) y seguimos conversando, pero nunca usábamos la cámara. Ninguno daba el paso…

Hasta que llegó el día en que me invitó a su departamento en Antofagasta. Él venía de Calama y estudiaba en Antofa. Nos juntamos… puta que recorrí Antofagasta ese día, de los condominios del norte hasta Coviefi, más lejos que la cresta, como 1 hora 15 en micro.

Llegué y lo vi… mi corazón, de verdad, dijo: “Es él”. Me estaba esperando en una esquina. Yo estaba tirado en una pequeña plaza, a la entrada de la Coviefi, en el pasto, y me llamó al celular. Me paré, empezó el típico tiritón de piernas, nervios brígidos. Lo saludé con la mano, todavía mirando pa’l piso. Me dice:
—“¿Por qué no me miras?”
Y yo:
—“Es que tengo nervios…”

Ahora lo pienso y digo: “Qué wn soy”.

Subimos al condominio, me mostró el balcón, la cocina, su pieza… todo. Nos sentamos en el living, puso música, Lady Gaga, y por fin me atreví a mirarlo. Él hablaba, pero yo hablaba en mi mente… y lo empiezo a observar: un wn de 1.85, trigueño, con guatita de juguete, ruliento, pero de esos rulos sexis, manos grandes, pies como 44 más o menos, bien vestido, todo un hipster.

“Awww, ctm”, pensé… “este mino nica me va a pescar”. Dije: “amigos seremos”.

Seguimos conversando, le pregunté a qué se dedicaba. Estudiaba Tecnología Médica en la UA, bla bla bla… Vimos una película, se empezó a acercar y, wn, aunque no lo crean, jamás me había dado un beso. Era casto total, un nerd a los 18 años… hasta que pinchamos. Fue súper lindo.

Después salimos al balcón… la puesta de sol, el mar abajo… hermoso. No me doy cuenta y me abraza, lo miro hacia arriba y me da otro beso.

Pasaron los días, seguimos conversando por WhatsApp, nos conocimos más. Salimos a la costanera sur, fuimos al cine, a la playa, a su depto… pero todo sano.

Hasta que un día, no aguanté más, y le dije directo:
—“Sabi qué, yo no quiero webeo, quiero ser claro. Te demoras mucho po, wn… ¿querí pololear sí o no? Porque si no, somos amigos y chao”.

Me cayó con un beso, y me dijo:
—“Bueno, tenía esto para ti”… y me pasó un collar.
Ahí me dijo que sí quería pololear. Jaojaoja, yo siempre cagándola.

Vino el tiempo de la lucha. Le conté a mis papás… mal. Mi mamá lloraba, mi papá no reaccionaba, ese día se fue a acostar. Yo bajaba a ver la tele, ellos se iban a almorzar, se paraban cuando llegaba yo, me iba a bañar y ellos se cambiaban al otro baño… mi mamá me ignoraba, mi papá igual.

Hasta que un día mi papá me pilló una carta de mi pololo… y me agarró a correazos, dejándome tres marcas en los brazos, una en la pierna y la espalda morada con líneas de sangre. Me encerré en mi pieza, llorando, la cama ensangrentada… ahí reaccionó mi mamá, me abrazó y me pidió perdón.

Le mandé un WhatsApp a mi pololo con un simple “help”. Me llamó altiro, quería venir a encarar a mi papá. Mi mamá le habló por teléfono, mi pololo le decía que no éramos unas mierdas, que no éramos lacras, que cómo podía haber tanta homofobia, que quería que mi papá me matara, que a goles me gustarían las mujeres. Hasta que empecé a explicarle todo, ahí mi mamá entendió que éramos dos hombres varoniles que se querían. Desde ese momento me aceptó.

Pasó el tiempo. Llegó enero y él seguía en clases por un paro en la U. Yo me iba a quedar con él. Veíamos “Perla” (la serie de los gitanos, jaojao) y comíamos sushi.

Ese mes, por fin, tuve que dejar de ser casto, porque él se iba a Calama en febrero y volvía recién en marzo. Él ya tenía recorrido con wnes pero yo no tenía idea de nada. Esa noche, después de “Perla” y los sushis, nos fuimos a acostar. Yo en bóxer y polera, él en bóxer… awww, wn rico.

Me dice:
—“Negro, pucha… quiero saber qué rol eres”.
Y yo:
—“¿Qué es eso?”
Jaojaojao.

Me explica. Probamos con él activo… y wn, lo tenía grande y grueso. No por hacerle publicidad, pero es la verdad. Me dolió caleta, lloré, le dije que lo sacara. No podía ni sentarme.

La semana siguiente probamos al revés, yo activo… y desde ahí, nunca más paramos. Hoy en día, él es pasivo y yo activo.

La relación se fortaleció, aunque hubo altos y bajos. Había caleta de jotes detrás de él, porque su estilo hipster varonil atraía a los minos de la U, en Facebook, en todos lados. Pero aprendimos a confiar.

Con el tiempo, les conté a mis amigos. Me apoyaron todos. Lo conocieron, carreteamos en la playa, en su depto, en casas de amigos… y hasta hoy siguen siendo mis mejores amigos.

Han pasado casi 5 años. Vivimos juntos, tenemos nuestro departamento, nos casamos simbólicamente, mi esposo tiene su camioneta, yo estoy terminando mi carrera. Vamos al gym, salimos, vamos al cine, al estadio, jugamos Play, vemos series, comemos sushi, nos sacamos fotos, vamos a ver atardeceres…

Mi mamá nos visita seguido, se lleva la raja con mi esposo. A veces se quedan los dos conversando mientras yo veo fútbol.

Obvio que discutimos de vez en cuando, pero nunca dura más de un día… siempre nos pedimos perdón.

No cuento esto para quebrarme, si no para que se den cuenta, conocí a un mino guapo en un chat donde todos buscan sexo yo mas encima un wn que se tiraba pa´ abajo y hoy soy feliz y lo que hemos construido sigue creciendo y me siento más guapo que nunca, siento que soy un beard de tomo y lomo 🙂

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2 Comentarios

  • Sehet
    agosto 30, 2025 a las 10:17 am

    Ame tu relato, realmente espero que sigan juntos, no conozco gaychat, o sea se que está grindr pero ahí tratan mal y estoy en tu misma posición, y aunque tengo mi edad me sigue afectando.

  • Anónimo
    agosto 31, 2025 a las 12:51 pm

    Una hermosa historia de Amor… Felicitaciones a ambos que han sabido salir adelante y que con mucha paciencia, valentía y honestidad han construido un maravilloso hogar… Que Dios los colme de muchas bendiciones…

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