El Celular – Parte VI

Ya no podía aguantarme. Dejo el celular en la mesa y sin pensarlo dos veces le agarro el pico a Pedro. Yo había tomado la iniciativa. Fue tan placentero tocar un pene de grandes dimensiones, que mi otra mano se fue directo al mío. Quería compararlo, y este flaite maricón me ganaba casi por dos cabezas solo al tocarlo. Culiao bendecido. Se la corro encima de la ropa y se lo acomodo para el lado. Su extensión y forma al tacto eran más agradables de lo que creía. Lo tomo de la cintura y lo pego a mi cuerpo. Él era más bajo que yo. Nuestras vergas se intentaban buscar esperando conocerse pronto, y mis manos se metían debajo de ese buzo tan sexy. Sentir esa curvatura arriba de las nalgas se sentía exquisito y seguía bajando hasta que pude apretárselas. Eran tan suaves.

Él con ambas manos baja mi pantalón y la ropa interior hasta un poco más abajo de mis cocos haciendo que mi verga rebote. Estaba muy mojada y roja, y a pesar del leve dolor se mantenía erecta como un duro roble. Algo me decía que disfrutaría lo que vendría.

-Nunca lo he hecho, y con el loco del celular tenía puras ganas de que me la metiera, pero si no tení problemas con que experimentemos juntos…-

Mi mente se pegó con esa última frase. «Experimentemos juntos». ¿Cuándo iba a tener otra oportunidad de tener a alguien que estaba en la misma situación que yo? Apenas estaba entendiendo mi cuerpo ante estímulos a los que no estaba acostumbrado, y en un día habían pasado tantas weas que alguien que podría entenderme me hacía sentir más acompañado.

-Yo tampoco he hecho nada con otro hombre- mentí -pero me llama mucho la atención después todo-

Él me miraba tan cerca que sentía que su aroma se estaba pegando a mi ropa, y muy calmadamente con su gran mano toma mi hombría.

-Me vas a romper el hoyo con esto- dice mientras me pajea lentito -solo me he metido los dedos y creo que necesito algo más rico adentro-
-Y yo necesito culiarme ese monstruoso culo que tení- brotó una voz que no reconocí en mí al mismo tiempo que le pegaba un charchazo a unas de sus nalgas.

Me devuelve una mirada caliente, como esperando que le dé otra. Se la pego y noto que mi mano queda marcada.

-Uuuuh, que rico- exclama -otra más- y el palmazo resuena en el comedor.

Lo doy vuelta y queda listo para puntearlo. Me muevo suavemente. Sentir que esa raja estaba para mí era espectacular. Frotaba mi pico en ese voluminoso trasero y las sensaciones se intensificaban. Me meneaba de un lado a otro y el flaite gemía despacito. Que weá más rica. De pronto, con su mano posiciona mi pene y se lo pone entremedio de las nalgas. Nuestras respiraciones se hacían más agitadas y con cortitos movimientos sentía que me corría el forrito. Con mis manos le tomo sus tetas de hombre. Se las apreto y las estrujo al son de su sobada de culo. Sentía mi pene muy caliente.
Pego mi cabeza a su cuello y siento la fuente de su aroma lo que me hizo bajar hasta que mi mentón quedó a centímetros de su voluminoso culo. Cerré los ojos y olí.

Un olor a cuerpo limpio combinado con ese tan intenso perfume me dejaron estimulado. Podría sentir mi pico controlando todas mis acciones. No había sentido tantas ganas de comer un culo como ahora y estaba en bandeja de plata. Me fijo en la forma que me mira. Él lo quería. Quería ser deseado. Quería sentir a otro hombre dentro. Y yo lo deseaba. El dolor del pico estaba desapareciendo.
Le vuelvo a apretar las nalgas sabiendo que desde hoy ese culito estaría desflorado. Le beso esa curva hermosa que se le forma, hasta quedar al medio de sus nalgas. Un par pelitos se asomaban para darme la bienvenida. Abrí esos cachetes y un pequeño orificio me saludó como cuando conoces a alguien y sabes que se llevarán bacán. Vuelvo a oler y ese aroma se hace más fuerte. Separo mis labios y con mi lengua le acaricio el inicio de su zanja. Suavemente bajo sintiendo su apretado ano rodeado de esos poquitos inquilinos que me invitaban a seguir. Tomo mi verga y me estímulo despacito. Si estoy era iniciarse, que rico se sentía. Mi lengua toca un pliegue, y luego otro, y otro, encontrándose con ese delicioso botón. Meto la lengua adentro y siento que se amolda a ella, generando espasmos en Pedro. Se la vuelvo a pasar, esta vez hacia arriba.

-Ufff…- exclama y abro los ojos. Su cuello estaba torcido mirándome -Te gusta mi potito?-

Lo miro y asiento con mi cabeza. Le paso la lengua de nuevo y siento un gemido más fuerte.
La textura de su piel palida apretándome y la vista de su cachetes golpeándome la cara no me soltaban. Estoy unos minutos así. Su ano era una caverna húmeda. Mi lengua se estaba descontrolando y yo cerraba mis ojos dejándome llevar. Siento la mano de Pedro sujentándome para que le meta más la lengua. Le hago caso y ya entraba completa. Ese huevito quería sal.
Súbitamente se da vuelta, y algo golpea mi cara. Abrí mis ojos y un gran trozo de pico paliducho y con las venas muy marcadas estaba frente mío. Lo tomo con mi mano y le tiro el forro hasta atrás.

-Me la vai a chupar?- dice Pedro. Se levanta la polera y queda al descubierto esa guatita rica.

No digo nada. Ese monstruoso vergón me tenía hipnotizado con su tamaño. Nunca en mi perra vida imaginé tener semejante weá a centímetros de mi boca. Me sentía muy extraño. Una nebulosa iba tomando forma. Y se me ocurrió una idea.

-Préstame tu celular- le digo mientras lo observo con su vergota en mi mano.
-Qué querí hacer?- Pedro me miraba por entremedio de sus piernas. Se agacha a sacar su teléfono de uno de los bolsillos del buzo -no me digai que…-
-Si…- lo interrumpo -grabemos nuestras primeras experiencias-

Su cara me decía que no acababa de creer lo que le había propuesto.