El conserje colombiano
La fiesta en la disco estaba por terminar. Ese día, después de mucho tiempo, había salido solo. Mi pololo andaba de viaje visitando a sus amigas, y no tenía ningún interés en quedarme en casa mientras él disfrutaba. Había tomado algunas cervezas y ya me sentía borracho (borracho y caliente); uno de los efectos que me provoca el alcohol es que mi calentura aumenta al máximo. Ya montado en el taxi, aproveché para enviar un mensaje de WhatsApp a Luis, mi conserje favorito, diciéndole que estaba por llegar y que quería follar con él. Su respuesta fue la que esperaba: se mostraba disponible.
Desde la primera vez que follamos, la química entre nosotros fue instantánea. Su acento, su piel, sus labios y su pico me volvieron loco, así que repetir con él se había convertido en una costumbre. Cuando llegué, no lo vi en su puesto de trabajo. Supuse que estaba haciendo una de las rondas que le tocaba por todo el edificio, así que subí al departamento y le envié otro mensaje, diciéndole que dejaría la puerta abierta y lo esperaría sin ropa, listo y lubricado. Quería que, apenas entrara, me la metiera al tiro.
Tal como le escribí, me desnudé por completo, busqué el lubricante y me puse un poco. Estaba demasiado caliente y ansiaba sentir ese pico colombiano penetrándome. Al cabo de un rato, escuché la puerta abrirse y sentí la presencia de alguien que se desnudaba antes de entrar a la pieza. De pronto, noté el calor de un cuerpo subiéndose sobre mí, lo que me encendió aún más. Levanté un poco el culo para recibir ese pico gordo y jugoso, y vaya que lo sentí. Su respiración en mi nuca me puso más caliente, si es que eso era posible. Con mi mano, agarré su pico y la coloqué justo en medio de mi culo. No tuvo que presionar mucho; cuando la cabeza entró, el placer fue inmediato. Al sentirlo completamente dentro de mí, no pude reprimir un gemido intenso, como me gustaba sentirla a pelo.
El olor de su perfume me tenía loco; su pico, aún más. Comenzó a moverse, a entrar y salir, primero lento y luego con suavidad. Sentir ese pico partiéndome me ponía cada vez más cachondo. Mientras me la metía, comenzó a presionar levemente mi cuello, cosa que me calentó más, él trataba de no hacer mucho ruido, pero yo estaba demasiado excitado, gemía con cada metida que me daba. Creo que mi conserje follador favorito también estaba muy caliente y que escucharme gemir tan fuerte lo ponía más, porque no tardó mucho en susurrarme que estaba por terminar, preguntándome dónde quería recibir su leche.
Sin pensarlo, le respondí que la quería dentro de mi culo, que me preñara. Eso lo excitó aún más, y con tres estocadas profundas comencé a sentir como palpitaba ese pico y sentí como salía uno tras otro los chorros de semen, me dejó lleno de su leche caliente, una leche espesa que comenzó a escurrir de mi culo mientras él se retiraba de mi interior, me dejo ahí tirado en la cama con el culo abierto, lleno de su semen, justo donde dormía con mi pololo, se paró, se puso su uniforme y salió del departamento cerrando la puerta a seguir trabajando.
Definitivamente, haber coincidido con él la noche de aquella crisis con mi pololo había sido una excelente y cachonda casualidad.
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