El conserje colombiano – Parte I

No hubo un inicio claro, lo veía hace algunos meses en la portería del edificio, ya sean en la mañana, tarde o noche, desde la primera vez caché que era colombiano, no el más guapo, pero sí como me gustaban a mí, más alto que yo, delgado y un pico que llamaba la atención, incluso cuando andaba con uniforme. Luis, como después caché que se llamaba, siempre me saludaba amablemente, pero de los saludos no pasábamos, hasta aquella noche.

Ese día salí de fiesta con mi pololo, en la disco, las cosas no estuvieron bien, terminamos peleando y cada uno volvió por su cuenta. Cuando llegué al edificio me di cuenta de que no tenía llave para entrar al apartamento, así que no me quedó de otra que quedarme sentado en la conserjería, y ese día Luis estaba de turno, ahí conversamos de todo, me enteré de donde era, con quien vivía, coincidió que vivía en el mismo edificio, que no pololeaba y aunque no me lo dijo, mi lado más morboso, me decía que le gustaba el pico.

Ese día, entre la pelea y las ganas de dormir, se me quedó el celular en su mesón, al día siguiente, cuando caché que él lo tenía, lo llamé, me dio su número de departamento y partí a buscarlo, hasta ese momento, no tenía ninguna intención oculta, simplemente quería recuperar mi teléfono. Cuando me abrió la puerta, estaba sin polera y con un buzo de franela, obviamente no pude evitar cuarteármelo entero, estaba fibroso, y por el buzo, volvía a marcarse, esta vez de mejor manera, ese pico que terminaría comiéndome.

Cuando me entregó el teléfono, me tire contra él para agradecer, lo abracé y sentí el calor de su piel, respiré ese aroma a hombre recién despertado y puta que si por mí hubiese dependido, me arrodillaba ahí mismo para mamársela en agradecimiento. Después de ese día, comenzamos a hablar seguido por whatsapp, se notaba que había onda, al principio le tiraba los tejos de manera sutil, como caché que no le molestaba, comencé a ser más explícito, hasta que le propuse juntarnos.

La primera vez que se la mamé, fue en el departamento donde vivía con mi pololo, ese día me quedaba solo y justo él tenía turno de noche. Yo estaba demasiado caliente, sabía que el conserje no tendría mucho tiempo, así que cuando sentí que tocó la puerta, ni bien entró, me agaché, le desabroché el pantalón, le bajé el bóxer y esa longaniza ya erecta me pegó en la cara, su olor a macho sudado y un poco de orina, fue un aroma que en lugar de molestarme, hizo que se me pusiera más dura.

No pude aguantarme más y me la tragué entera, ese pico moreno, largo y grueso, sabía mejor de lo que había imaginado y me atragantaba como tantas veces lo había imaginado. Estaba tan caliente que solo podía pensar en chuparla y hacer que me deje su leche espesa y caliente en la boca. Escuchar sus gemidos de placer y su “Parce que chimba como la chupa” me ponían más, luego de un rato de ser yo el que llevaba el ritmo, siento que Luis el conserje colombiano, toma mi cabeza y comienza a follarme la boca, se notaba que estaba casi a punto de venirse, entre tanto gemido, me preguntó donde quería su leche, y le pedí que me dejara tragármela, siguió follándome la boca, hasta que sus gemidos fueron más intensos y las estocadas más profundas, hasta que siento que su pico comienza a palpitar y su semen a salir, fueron 4 chorros de leche colombiana espesa, que sin pensarlo, pasó directamente por mi garganta, por fin había probado el sabor de mi conserje colombiano, cuando terminamos se acomodó el uniforme, me dijo que tenía que volver al turno y que esperaba que me hubiese gustado. Tanto me gustó, que días después, le terminé entregando el culito para que me lo rompa.