El Pelao Varonil del Parque

Cruzábamos la calle. Eran las 5 de la mañana y había unos 22 grados de temperatura. Reíamos y corríamos jugando como lo harían dos cabros. Noche ‘Britney’ en “El Cerro”. Cervezas, más el vodka de la previa. Luces, roces, besos, risas. Realmente lo había pasado muy bien junto a mi follamigo Beto. Ya íbamos camino al departamento, pero antes de llegar al otro lado de la calle para seguir caminando unas 8 cuadras más, propuso que entráramos al parque forestal y yo, caliente, dije que bueno.

Caminamos entre las luces y las sombras características de uno de los lugares preferidos de los colas para el weveo post carrete. Como capítulo de “The Walking Dead”, las siluetas de hombres deambulando bajo los arboles sin rumbo alguno, aparecían mientras avanzábamos. Beto, al verse ahí se calentó. Empezó a tocarme el trasero. Sabía que esa noche yo sería el pasivo… Nos conocíamos hace un año casi y en todo ese tiempo, yo había sido siempre activo. Ahora me iba a tocar del otro lado.

– Weón saca la mano! – le dije corriéndome a un lado
– Ven pa’cá – respondió agarrándome por la cintura. Sentí su pene erecto en mis glúteos y me largué a reír – Estoy caliente – Agregó mientras caminábamos abrazados
– Jajajaja lo tienes duro! Weón caliente!
Llegamos a un lugar menos iluminado. Creo que era el punto rojo del parque, pero no había nadie todavía. Me bajó el pantalón y trató de penetrarme.
– Estai loco Weón! – Reclamé – No te das cuenta que hace dos años que no soy pasivo. Así ni cagando. Me va a doler.

Pero la borrachera era más fuerte. Y la idea no parecía tan mala… y bastante morbosa por lo demás. Así que comenzó a penetrarme de a poco. Me quedé quieto. Apareció un tipo de negro, su piel era pálida, tenía barba y era delgado. Se paró frente a mí, pero en la situación en la que me encontraba, no quise mirarlo a la cara. Metió sus manos en mi pantalón para sacar mi verga. Se acercó y sentí la piel suave de su cara rozando la mía. Entonces me calenté mucho más y lo besé. Lo hacía bien, pero parecía disfrutar más cuando separaba un poco sus labios para dejar que me quejara despacio justo ahí en su boca. Beto, mientras me penetraba un poco más rápido, comenzó a masturbarlo. Hice lo mismo y me di cuenta que su pene era más grueso que el de mi amigo. De repente lo miré a la cara y me di cuenta que inhalaba Popper. Puso su dedo tapándome la mitad de la nariz y me acercó el diminuto frasco. Luego de inhalarlo y producto del efecto Popper, sentí cómo Beto pudo meterlo un poco más adentro. Levanté la cabeza para mirar alrededor y me di cuenta que unos 8 tipos de diferentes lados, se acercaban a mirar el espectáculo. No quise pensar en nada. Mi amigo se corrió a un lado y le indicó al tipo de negro que me tomara. Gemí. Tenía el pene cabezón, supongo que parecido al mío.

– Conchetumadre! – dije en un grito que traté de ahogar – lo tenís muy grande weón –, pero el tipo siguió hasta que me penetró. Para entonces ya estábamos rodeados de unos 13 hombres.
En eso vi que llegaron dos tipos más. Uno de pelo muy corto, casi pelado, musculoso de bonitas facciones, bastante varonil. Beto se arrodilló para chupárselo sin pensarlo.
– Chupa los dos al mismo tiempo – dijo el amigo del pelado varonil, mientras sacaba el pene y lo acercaba a la boca de mi compañero el que, sin hacerse de rogar, disfrutaba de dos buenas vergas.
El tipo de negro se hizo a un lado y sentí la arremetida de otro. Este no era tan grande y no me dolió. Mientras me daba este nuevo desconocido, yo miraba al pelado varonil que me respondía la mirada calientemente. Beto se levantó y se puso detrás de él. “Mentira que va a dejar que se lo ponga” pensé yo al ver cómo mi amigo le bajaba los pantalones y se pegaba a él por detrás.
– Dale no más – dijo el pelado y yo quedé ‘negra’ – Eso, fuerte – Y yo, más negra!
El panorama era el siguiente: Yo apoyado en un árbol siendo penetrado por el desconocido. Frente mío el pelado varonil que estaba siendo penetrado por mi amigo Beto quien, a su vez, tenía al amigo del pelado con la misma intención, mientras unos 12 tipos más miraban o se pajeaban alrededor.
El pelado estiró su brazo y me agarró el culo fuerte. Le miré los brazos musculosos y pensé que si el tipo me cogía, sería fabuloso. Le toqué la verga y quedé impresionado. Era muy gruesa y larga. Se enderezó dejando a mi amigo atrás, quien ya había acabado. El desconocido de atrás se salió de mí y el pelado me dio vuelta, dejándome abrazado al árbol. Respiré profundo y pensé: “Si me voy con el culo desgarrado no importa, un weón así no me culea nunca más en la vida!”.

El grito debe haberse escuchado a varios metros a la redonda.
– Ahhh Conchetumadre! – dije apretando el tronco del árbol – Ohhh weón, la media weá!!
– Tranquilo – me dijo detrás de la oreja con una voz ronca, como si fuera un hetero, pero de esos heteros machos! – Si de apoco te vas a acostumbrar.

Ya con esas palabras y con ese tono… Qué más iba a weviar poh. Quieto me quedé esperando su arremetida. Y qué arremetida! Mire hacia los lados. Parecía que todos disfrutaban con mi doloroso placer. Todos menos mi amigo que, al escucharme se cagó de la risa y se corrió para que otro tipo se lo chupara. Después de unos minutos el pelado varonil miró a su amigo que, al entender, me miró con cara de “¿Puedo yo ahora?”, a lo que le respondí con otra cara diciendo “Por supuesto papá!”
No sé como sería su verga, pero era distinta a las demás. La imaginé como esas estrechas, que no se les corre el prepucio hasta atrás. La cosa es que me dolió. El pelado varonil se dio cuenta y metió su mano. Su amigo lo sacó y él metió sus dedos que en verdad, no sé cómo los movía, pero se sentía genial.
– Ya, está listo – sentenció para que su amigo me diera otra vez. Y claro, no me dolió mucho, pero cuando el tipo se entusiasmó y empezó a darle con todo, empecé a quejarme de nuevo.

Me di cuenta que seguía abrazando casi al árbol. El pelado estaba al lado mío mirando cómo su amigo lo hacía. Así que me agarré de su brazo. Un brazo musculoso, duro, grande. Nunca había puesto mi cara en un brazo así. Mientras gemía iba aprontándole más el brazo.

– Dale fuerte! – le ordenó al amigo que, obedientemente, fue y me hizo cagar de dolor. Pero el pelado fue y me rodeó el cuello con su tremenda mano. Me agarró fuerte, como si me fuera a arrancar – Tranquilo, si tú puedes – dijo como si fuera la voz del comercial de la Universidad Santo Tomás – Te gusta? – preguntó en un tono tan calientemente que sentí que me iba a derretir al tenerlo ahí casi abrazándome y sintiendo su olor tan, pero tan varonil. ¿Era una broma? ¿Qué si me gustaba? Su otra mano pasaba por debajo de mi verga. Sus dedos se abrían justo en mi culo para sentir cómo entraba y salía su amigo de mí. Era lo máximo!!

Entonces, el tipo acabó. Y el pelado me soltó y me puso nuevamente apoyado en el árbol. “Conchetumadre” pensé yo, “Este weón me va a dejar todo culiáo”. Y claro, sentí de nuevo su verga cabezona entrando. Pero esta vez fue más fuerte. Parece que se había calentado mucho más. Ya sentía como si me hubiese gustado de siempre. Quería que me hiciera de él con ganas. Y pareció entenderlo, porque me acomodó bien y lo puso… entero. El dolor me llegó al estómago. Hasta los ojos se me salieron un poco. Y él empezó a darle como si se fuera a acabar el mundo. Era impresionante sentir eso. Pensé: “Ahora sí que he sido pasivo de a de veras” Es que sus arremetidas provocaban algo muy intenso. Sentía que me recorría todo el cuerpo. Se me erizó la piel. Sentía sus manos fuertes agarrándome la cintura, tirándome hacia él mientras en venía hacia mí, haciendo que el choque de su cuerpo se escuchara quizás hasta dónde. Imagino que los demás estabas extasiados con tremenda escena. Trataba de ahogar los gemidos, pero no podía. Sentía sus testículos chocar cerca de los míos. Su vello púbico rozar mi culo. Yo estaba en éxtasis! Pero el dolor era demasiado.

– Acaba luego – le pedí en un tono casi agónico
– Qué? – me dijo cerca de la oreja. Sentí el calor de su aliento y de nuevo se me erizó la piel otra vez. Pero el dolor ya se había expandido a todo mi cuerpo
– Que termines luego, ya no doy más – le expliqué
Dos minutos más y por fin acabó. Lo agradecí y parece que él también. Con un tierno “¿Estás bien?” me acarició el hombro. Al asentir se arregló el pantalón y empezó a caminar. Llegó otro tipo atrás mío. Lo miré como diciendo “¿No te das cuenta que estoy mueeeeeertaaaaaaa?”
– Puedo? – preguntó
– No, no puedo más
Me arreglé y sentí que el costado de mi polera tenía la leche de quizás quien. Miré a mi amigo Beto, quien de lejos miraba casi riéndose.
– Weón por favor vámonos de aquí – le dije
– Jkajkajkajka por qué?
– Te parece poco? Estoy pa la cagá!! – alegué sobándome el estómago y sintiendo cómo los músculos empezaban a manifestar su tensión –. No puedo ni caminar. Necesito sentarme…
Después de estar sentados un par de minutos, caminar hasta la esquina, devolverse porque mi amigo le hizo ojitos a un tipo que llegó en auto, esperar que Beto, como una maraca se comiera al hombre del auto rojo con la mitad del cuerpo metido por la ventana, caminar al departamento y que el hombre nos siguiera hasta darle la cortá, llegar a dormir a las 6.30 y que mi amigo me quiera cobrar justo ahora por todo el tiempo en que yo fui activo, y me follara como media hora más, al fin, después de todo eso, pude dormir.

Al otro día Beto me contó que conocía al tipo. Que lo había visto en una red social de gays y que siempre había querido comérselo. Psicopateando entre las redes sociales pude ver fotos en las que trabajó de modelo. Ahora es jugador de Rugby y tiene una profesión en la que usa terno y corbata, tenida que le queda estupenda. Ahora lo sigo en todo y creo que será mi amor platónico de por vida, porque otro follón como ese y con él, jamás se repetirá.

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