En la Mili
Hace bastante tiempo que quería escribir esto y no me animaba… hasta ahora.
Esto pasó en cierta base militar de artillería. Como a todos en algún momento les pasa, uno se hace amigo de alguien, y yo no fui la excepción. Ya sabiendo que me gustaban los hombres, no había duda: yo era gay haciendo el servicio militar.
Contrario a lo que se pueda pensar, nunca me desesperé por ver tanto soldado en pelota; al final daba igual, aunque era más rico verlos con uniforme que desnudos.
Yo, un tipo de 1,84, delgado y algo marcado por tanto ejercicio… y él, más bajo que yo, con un culo de los dioses que invitaba a degustarlo, labios gruesos y una cara fuerte, pálida. La verdad: un mino rico.
Todo partió con sus indirectas. Un día me gritó desde un tercer piso:
—¡Te quiero!
Pensé: “Este es muy weón o se hace”. Eso creí al principio, pero me di cuenta de que no era así cuando se puso celoso porque yo hablaba mucho con otro soldado.
No le tomé mayor importancia; al final, era solo un weón más del montón. Ya había tenido encuentros con hombres y sabía para dónde iba mi micro, así que filo.
Pasó el tiempo y todo normal, hasta que se anunció una campaña de un mes fuera de la ciudad, en Antuco… y ahí quedó la cagá.
Allá, gracias a mis contactos, tenía acceso a cigarros, café, pan… todas esas cosas que uno extraña de la casa. Fue así como él me pidió que le llevara pan con algo. Yo dije: “Claro, por qué no”, sin imaginar lo que pasaría.
Llegué a su carpa, que era solo para una persona, y él estaba en pijama sobre el saco de dormir. Comimos algo, me fumé un cigarro y me recosté de espaldas para conversar. Entre conversa y conversa, me quedé dormido.
No sé cuánto pasó, pero desperté cuando uno de sus brazos me llegó al pecho. Me quedé de una pieza cuando, sin dudar, rozó mis labios con los suyos. Sentí su respiración en mi boca hasta que se montó sobre mí y me besó. No atiné a nada más que a agarrarle el culo mientras me besaba con esa calentura que uno siente la primera vez con alguien.
No pensé en nada: ni en la guardia, ni en las carpas que nos rodeaban. Solo disfruté el momento, dejándome querer. Pero todo se salió de control: me sacó el pantalón con fuerza; de su pijama solo salió el pantalón. Sin lubricar, se sentó sobre mí metiéndoselo despacio en su culo caliente y apretado, sin dilatar, ni siquiera con saliva. Dudó un poco, pero de un solo empujón se la comió entera y empezó a subir y bajar, cada vez más rápido.
Yo, con mis manos, le abría más el culo para que me lo comiera todo. Me besaba, se pajeaba duro, aguantando la respiración para no gemir como quería. Así estuvimos un buen rato, hasta que me decidí: lo tomé fuerte de las nalgas, lo levanté un poco y empecé a meter y sacar lo más rápido posible, sin hacer boche.
Lo puse en cuatro y se lo metí fuerte y profundo. Tenía el culo durito, apretado y con ganas de más. Me lo tiré hasta decir basta: se lo metía y lo pajeaba; se lo metía y lo mordía. Quería hacerlo gritar, pero no podía. Eso me calentaba más.
Al final, lo puse sobre mi pecho, con su culo directo en mi boca, diciéndole:
—Goza, weón, que esto tu mina jamás te lo va a hacer.
Le metía la lengua mientras lo pajeaba a dos manos, tratando de que acabara ahí mismo. Pero mi socio me salió duro para mi suerte, porque quería verlo acabar sobre mí mientras yo lo clavaba y acababa dentro de él.
Lo agarré y le dije:
—Weón, ahora acaba encima mío, que yo te voy a dar y me voy a ir cortao adentro tuyo.
Con cara de caliente, se abrió el culo con las dos manos, se lo comió todo y empezó a montarme mientras le agarraba el paquete para hacerlo correrse. Y así fue.
—Weón, me voy… —me dice.
—¡Dale, mierda! que yo toy listo —le respondí.
Y ahí lo vi llenarme la wata de leche mientras yo lo llenaba por dentro. Se bajó y, sin decir nada, se tiró a lamerme la corneta hasta dejarla limpia. Luego, con su boca, recogió la leche que estaba sobre mí y me besó, diciéndome:
—Nunca lo había hecho… no lo digas a nadie.
Lo miré y le dije:
—No sé si seguir con esto o no, pero te aseguro que ninguna mujer te ha hecho gozar así.
Me vestí y me fui punta y codo pa’ mi carpa.
Al día siguiente, como si nada… hasta que llegó la tarde y me pidió pan. Así que, de garzón, me las di un buen tiempo, llevándole mi paquete para comer.
Tiramos varias veces en el regimiento y en campaña. Ya que salimos de ahí, seguimos en contacto, pero sin follar… aunque, como tiene esposa y me sigue llamando, imagino que algún día me va a volver a pedir algo para comer.
______
Este relato fue rescatado desde una pagina que ya no existe. Por su calidad creemos que merece ser compartido nuevamente en KYUNIX.
Si tú eres el autor original de este relato, te invitamos a ponerte en contacto con nosotros. Queremos darte el crédito que mereces y, si lo deseas, incluir tu nombre (o seudónimo) como autor, o bajar el relato si así lo deseas.
📩 Escríbenos a relatogay7@gmail.com
3 Comentarios
Anónimo
agosto 15, 2025 a las 3:44 amQue buen relato… Que buena que se nombró mi pueblo Antuco
El Turko
agosto 15, 2025 a las 8:22 amMe dejo caliente solo de imagiros en carpa y militares cerca
Anónimo
agosto 15, 2025 a las 10:09 amEra su primera vez, osea sin aseo, y te lo chupó y te besó después de que se lo metiste sin condon?