Hoyo Glorioso en el Baño de la U – Parte II

Soy el Pancho, el glorioso, jaja. Resumen del relato anterior: Descubrí un glory hole en un baño de mi U y no lo supe aprovechar… pero me reivindiqué, jajaja.

Sigo. Después de ese día, se me hizo muy difícil pasar por ese baño y no caer en la tentación. Ya se empezó a hacer habitual que, especialmente cuando se terminaban las clases, me fuera al bendito baño y me quedara esperando a ver si aparecía una tula rica por ese glory hole.¡Y vaya que aparecieron!. Y ya no fui weón y me las metía enteritas a la boca, ¡puta que gocé chupando pichulas anónimas! La mayoría de las veces, se notaba que eran jóvenes de mi edad (tenía 18, ahora tengo 41), seguramente estudiantes colas de distintas carreras tal como yo, querían aprovechar el goce del hoyo glorioso. A veces parecían ser mayores, más maduros. Igual, el flujo del campus es enorme, es probable que incluso no fueran todos de la U, que fueran hombres de afuera que iban exclusivamente a chupar y ser chupados. Descubrí también que no era el único cubículo que tenía hoyos. Habían 2 paredes más que tenían glorys en donde se podía pasar perfecto la tula y varias otras paredes tenían hoyitos pequeños, para espiar. Pasé muchas horas mamando verga en ese baño, y muchas más dejándome mamar. A mucha honra, tragué mucha leche universitaria, jajaja.

Así transcurría mi primer año de U, entre clases, pruebas, y mamadas a través del glory. Con mis amigos de la U, incluido el Néstor, ya no sólo nos juntábamos a estudiar, hacíanos juntas, íbamos a bailar, carretes, y ya teníamos mucha confianza. El Néstor seguía siendo muy hetero, estuvo andando con varias compañeras durante el año, pero siempre fue muy cercano conmigo, muy de abrazarme, tirar la talla e incluso de contarme sus andanzas. Yo, obvio, full enamorado de él, jajaja. Pero era un amor platónico, no había ni una posibilidad. En verdad, lo quería mucho como amigo. Y además, yo tenía mi hoyito glorioso que ya sabía aprovechar muuuuy bien.

Un día, ya bien entrado el segundo semestre, me fui al bendito baño para mi dosis de pichula. Entré, ya tenía mi cubículo favorito, que era el primero en el que estuve porque tenía el glory más grande y abierto. No había nadie. Me siento en la taza y procedo a empezar a pajearme, pa entrar en onda. Al poco rato, siento que entra alguien. Yo, muy atento a cada paso, tratando de cachar pa donde se iba a ir el hombre, siento que se acerca cada vez más donde estoy yo y entra al cubículo de al lado. «Esta es la mía», me dije feliz. Yo ya había aprendido que hay todo un ritual y uno tiene que saber hacerla. No podí altiro lanzarte a mirar, tení que tratar de leer el momento, lo que hace el otro weón, si te da alguna señal, etc. Hay muchos que ni cuenta se dan de que hay un hoyo y de que al otro lado hay un weón tratando de mirarles el pico, se sacan la tula, mean y se van. Igual es rico espiar a esos weones, mirarles la tula así flácida tiene más morbo que la cresta. Pero bueno, este weón llegó se sacó la verga y se dispuso a orinar y yo poco a poco fui empezando a mirar a través del hoyito y pude ver primero sólo el chorro de pichí, bien potente, y siguiendo ese chorro hacia arriba me acerqué un poquito más y le vi la tula y me quedé perplejo. ¡Era enorme!, gorda, pero gorda, gorda y larga, con mucho prepucio, de un hermoso color como café con leche y le salía un chorro tan potente de orina, la cabeza estaba casi entera cubierta por su cuerito, se veía pesada, contundente. En un momento el tipo se echó el cuerito pa atrás y pude ver en su plenitud su glande, rosado, cabezón, como carnúo, gordito y el cabro seguía orinando. Se notaba joven, por la ropa, las zapatillas, por la piel de las manos. Sus manos me encantaron, grandes, de dedos largos y bonitas uñas. Yo estaba extasiado viendo esa maravilla, mi propia pichula palpitaba sin control. Sigo mirando y noto que el chorro de orina empezó a decaer de a poco, yo todavía miraba de lejos, sus manos empezaron lentamente a mover el prepucio de atrás hacia adelante, mientras lentamente dejaba de salir orina, de atrás pa’delante y otra vez y ese movimiento se convirtió en sacudida, botando hasta la última gota de pichí. Con la experiencia que había ganado en ese corto tiempo de hacerme asiduo a ese glory hole, supuse que sería todo y que muy poco faltaba para que se guardara esa maravilla de pico en sus pantalones y se fuera. Pero estaba muy equivocado.

El tipo se la empezó a sacudir. Se la sacudía y se la sacudía, y ya saben lo que dicen: «más de 3 sacudidas, ya es paja». Dicho y hecho. El tipo me la estaba mostrando, me la estaba ofreciendo y era un espectáculo verlo. Esa pichula empezó a crecer y crecer y se transformó en algo descomunal, de verdad, es la pichula más grande que he visto en mi vida. No la medí, por supuesto, pero créanme que era enorme. Yo había empezado a agarrar confianza y ya estaba bastante cerca del hoyo mirando, hasta que ya no pude más, levanté mi mano izquierda y apoyé mis dedos en el hoyo glorioso. Él entendió perfecto el gesto, se acomodó y empezó a acercar esa pichula de ensueño. Yo lo veía todo en cámara lenta, su verga estaba enorme, no pude sacar la vista de esa pichulota, tenía pelo justo arriba del tronco, castaño, no demasiado, pero contundente, y pude ver sus cocos grandes, pesados, como con vida propia, hermosos. Vi su glande rosado y carnoso acercarse cada vez más al hoyo y al llegar a la puerta de entrada se detuvo un segundo, como dudando un poco, pero esa duda duró casi nada y finalmente esa preciosura de verga pasó a mi cubículo a traves del glory hole. La contemplé un instante, me acerqué, la olí y casi me fui ahí mismo, tenía un olor sublime, a pico rico, un poco a meao, un aroma robusto e hipnotizante y yo estaba en éxtasis. Le agarré el pico con mis dos manos, apretándolo un poco, aprisionándolo, sintiendo su dureza, su piel suave y venosa, «¡puta que es grueso!», pensé y empecé a pasarle la punta de mi lengua en el hoyito de su glande, luego por los costados de esa enorme cabeza, y después me metí esa pichulota en mi boca, saboreando, moviendo mi lengua mientras lo tenía adentro… uuufff, ¡el sabor de esa pichula!. Sublime, era un manjar, levemente salado, exquisito.

Empecé a chuparle el pico como si no hubiera un mañana, me la metía hasta lo que más podía, me atragantaba hasta las arcadas y después la sacaba y le lamía el tronco, desde cerca de los cocos hasta la punta, de arriba a abajo y de vuelta y después me la volvía a meter. Me pasaba ese pico por toda la cara, quería quedar impregnado con ese olor, hediondo a su pichula. Después me la metí toda a la boca y me quedé así un rato, jugando con mi lengüita, disfrutando la imagen mental de que tenía en mi boca ese pico descomunal y sabroso. Ahí él tomó la iniciativa y empezó a mover su pelvis sacando y metiendo su tula dentro de mi boca, despacio primero y después con un ritmo vertiginoso. Me culió el hocico a través de ese bendito glory hole. Yo no daba más de placer,¡me sentía tan puta! Luego volví a tomar el control y de nuevo me pasaba ese glande carnoso por mis ojos, mi nariz, mi frente, apretando su tronco con mis manos. Se notaba que a él le gustaba lo que yo hacía porque pude escuchar sus gemidos. Espero que no haya entrado nadie al baño en esos momentos porque ninguno se guardó los sonidos de placer; él gemía e incluso me decía «sí, qué rico», y también mi boca sonaba con el medio mamón que le estaba dando. En un momento quise tocarme y masturbarme también, pero su pichula era tan grande que era más fácil manejarla con mis dos manos y mi boca. Yo no quería dejar de chupar, oler, saborear, que no se perdiera ni un poco de precum, me lo comí todo, estaba como en un trance. En un momento noté que su verga se hinchó y empezó a crecer aún más en mi boca (¡¿cómo era eso posible!?) y el tipo empezó a emitir unos sonidos más guturales, más roncos, como de macho muy macho, muy calientes. Y me doy cuenta de que está por acabar. Con una voz distorsionada de la calentura me pregunta: «¿te puedo dar moco?», a lo que yo contesté con un sí que se amortiguó por tener mi boca ocupada con su tula, pero que se entendió clarito. Y sin más, su pico empezó con contracciones y espasmos, empezó a gemir muy fuerte y rico y me largó toda su lechita en el fondo de mi garganta. Yo aproveché para agarrarme mi verga y sin ni un esfuerzo, apenas rozándome, me fui cortado al instante. Uff, qué delicia su moco, fue muy abundante, unos 7 espesos chorros en mi paladar, que se rebalsaron y empezaron a chorrear por las comisuras de mis labios hasta mi pera. Nos quedamos así unos instantes, ambos disfrutando de ese orgasmo, yo con su pichula aún dura en el fondo me mi garganta, él con sus dos manos agarrando la pared del cubículo por arriba. Tuve su verga en mi boca hasta que se achicó, le di una última succión y salió limpiecita. Él apenas se movió, su pichula flácida colgó un instante en mi lado del cubículo a través del glory. Estaba flácida, pero igualmente se veía enorme y gorda. ¡Qué lindo verla así!

Estaba así contemplándola, saboreando su semen en mi paladar, y el tipo se acomoda, se arregla la ropa y se dispone a salir. Fue rápido. Intenté acercarme y atisbar algo más de su físico, algo de su cara. A pesar de que una de las cosas que más me calienta de los glorys es el hecho de chupar/ser chupado sin nunca ver la cara del otro, me entró en ese momento la curiosidad de saber cómo era este dios pichulón, tal vez me lo había cruzado en algún pasillo o incluso se podría repetir lo que acabábamos de hacer. Así que decidí apurarme, arreglar mis ropas y tratar de salir lo más rápido posible para ver si lo alcanzaba a divisar.

Salgo del cubículo, camino a la parte donde están los lavamanos y espejos y ahí estaba, medio agachado poniéndose agua en la cara. No había nadie más. Ahí estaba. Eran los mismos pantalones que había visto contener esa enorme verga, las mismas zapatillas, la misma piel, las mismas manos que bajaron el cuerito de su tula y me dejaron ver ese glande carnoso y jugoso. Era él. El hombre se levanta y saca sus manos de su rostro, veo su cara húmeda. Nos miramos a través del espejo, los ojos fijos el uno en el otro. Era el Néstor.

Pancho, el glorioso.

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4 Comentarios

  • Anónimo
    enero 18, 2025 a las 8:24 pm

    Que paso después???🥲

  • Claudio Bi
    enero 18, 2025 a las 8:41 pm

    Que rico relato wn, yo nunca he pillado un glory en un baño por donde quepa mi tula es muy ancha ctm, el otro dia pille uno en el espacio urbano, trate de pasar mi pico y ni la cabeza entro, no entiendo, lo peor es que el wn de al lado si paso la suya y no se veia chica.

  • Anónimo
    enero 19, 2025 a las 3:01 am

    Omg ! Tenia la sospecha de que era Nestor, que rico 😮‍💨 que paso despues?

  • Anónimo
    enero 20, 2025 a las 2:46 am

    oooooohhhhh!!!, la media volaíta bro, cuenta que pasó después.

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