Leo, el domiciliario de las verduras II
Hola, chicos de Nuevo con uno más de mis relatos para ustedes recuerden que me pueden encontrar en X (Twitter) cómo @sebaspdeku, bueno viendo los comentarios y mensajes que me han llegado, he decidido continuar con la historia de Leo, contarles como evolucionó nuestra “relación”, honestamente me gustaría decirles que fue una historia fantástica, pero, aunque no fue un cuento de hadas, para mí si fue fantástica pues aprendí mucho sobre la sexualidad y los tabús a los que nos enfrentamos a diario. Con Leo no fue sencillo, pues, aunque nos hicimos buenos amigos, el al ser hetero no estaba acostumbrado a tratar de una forma más íntima con personas de su mismo sexo, por ende, hubo un tiempo en donde yo sólo fui la persona que él buscaba para su desfogue cuando él estaba caliente o cuando su esposa le cortaba los servicios como él decía.
Sin desviarme mucho, un día Leo apareció en mi casa sin yo haber ordenado nada, me pareció extraño pues no llegó en la moto en la que siempre llegaba si no en carro (que no sabía que tenía), me invitó a subir y ahí lo vi un poco contrariado con una actitud extraña, cuando me dijo que quería hablar conmigo yo imaginé que su esposa había descubierto lo que hacíamos y estaba en problemas y por un momento me asusté pues juré que me iba a decir que dejáramos las cosas hasta ahí, sin embargo fue algo muy distinto, pues él estaba conflictuado por el hecho de tener sexo con otro hombre y disfrutarlo, siempre me decía que no entendía el por qué le gustaba el sexo conmigo, “no soy marica” me repetía tal vez para darse seguridad o consuelo el mismo. Leo al pertenecer a un ambiente tan hetero normado, le era difícil expresar sus sentimientos y explorar más allá del típico sexo convencional y después de varias veces de hablar con él, logró entender que el sexo no solamente es blanco y negro sino que hay momentos para disfrutar y que eso va en la conexión que sientas con la persona, le hice ver que era normal que él disfrutara lo que yo le hacía, pues yo sabía cómo chupar una verga y cómo dejar que me clavaran, hablándole le expliqué que así como un hetero aprende a darle placer a una mujer, un hombre también aprende a darle placer a otro hombre, también le hice caer en cuenta que por el hecho de que tuviéramos sexo a él no le habían dejado de gustar las mujeres y que el ser “marica” como él lo decía (palabra que realmente odiaba como la usaba y le expliqué porque era malo usarla así), iba más allá de encuentros furtivos, es un estilo de vida, es sentimental, es querer compartir y desarrollar tu vida con otro hombre, buscar afinidad y ver la belleza y el deseo en otro hombre, así como él lo veía con las mujeres, cosa que fue entendiendo con el tiempo y dejando su machismo a un lado, por lo menos en mi presencia.
Cómo les comentaba antes la relaciones que teníamos durante un periodo eran muy convencionales por eso no ahondare mucho en ellas, al principio era gracioso pues él no sabía cómo abordar el tema del sexo y siempre hacía la misma estrategia, pedir el baño prestado y dejar la puerta medio abierta, yo me acercaba y luego la rutina de subir a mi habitación le hacía sexo oral para calentarlo y él me ponía en cuatro y me penetraba, incluso habían momentos en donde yo quería que me lo hiciera patitas al hombro para ver su cara mientras me taladraba, pero siento que se sentía incómodo al tener que ver el pene de otro hombre.
Con los meses varios en realidad y al explorar más del sexo y él al ver que como hombre no había cambiado nada, el sexo fue evolucionando para bien, para que no se sintiera rara la dinámica, mi misión consistía en hacerlo sentir como un macho, yo no era su hembra, pero si lo dejaba creer que tenía el control de todo y con paciencia iba avanzando lento pero firme, ya me dejaba tocarlo donde yo quisiera e incluso él se animaba a explorar mi cuerpo más allá de mi culo.
Un día tomado pero no borracho Leo llegó en plena noche, a mi casa, me tocó disimular porque justo mi abuela estaba para ese tiempo y él quería entrar, nos tocó hablar en el carro y me confesó que aunque no sentía nada romántico por mí, me tenía un cariño especial y quería que nuestros encuentros no acabaran, yo disimule mi risa, pues aunque no lo quería como pareja, también le comenté que la forma en que lo hacíamos me gustaba mucho y que sobre todo me sentía muy cachondo al saber que tenía sexo con un hetero y que era yo quien lo complacía como él quería y ese día sin son ni ton, me dio el primer beso, que aunque con sabor a licor, me llenó de alegría, siempre había querido besarlo, he de confesar que me gusta mucho el tema los besos y caricas es como un fetiche para mí y me gusta incluirlo mucho en el presexo y ya con eso, era un avance, hablamos un poco más de banalidades, la verdad yo no podía dejar de mirar su entre pierna y sin disimulo le hacía notar que quería verga
—¿Qué tanto miras?
—Esto —respondí sobando su bragueta, sintiendo su verga dormida en el pantalón.
—Hoy no men, hace rato no tengo sexo con mi esposa y si saco poca leche, me pone problemas.
—Un poco toxica tu vieja ¿no? —le sonreía aun sin despegar mi mano de su pantalón, ya apretando mas fuerte y jugando con mis dedos.
—Jumm —confirmaba con un suspiro, sin apartarme.
—Bueno, le puedes inventar que te habías masturbado o hacerte el que no quieres porque estas tomado y así recargas esto —desabroché el botón de su pantalón y con un tirón, su bragueta bajó del todo dejando a la vista su boxer azul oscuro, yo no tenía reparo y lo miraba fijamente, deseaba besarlo y mucho, pero no quería echar a perder el momento, así que me consolaba yo mismo con el morbo de ver sus pelos recortados cuando bajaba el resorte de su prenda interior, bajé, olí, lamí y aunque el medio intentó poner resistencia, cuando sintió mi lengua acariciando la base de verga, sentí como relajó su cuerpo dejándose caer completamente en su asiento.
No iba a desaprovechar ese momento de soltura que el morbo nos brindaba a los dos, así que saque su verga semi flácida, baje su prepucio y empecé a lamer su cabeza, hacia círculos con mi lengua alrededor del glande, succionaba y lamia como un helado, hasta que estuvo completamente erecta y sin aviso, la introduje toda en mi boca de un golpe chocando mi nariz con su pelvis, haciéndome cosquillas con sus pelos, lo que provocó en el un suspiro profundo seguido de “lo chupas muy rico mano”.
Al sentir el click de la palanca de la silla, echándose hacia atrás mientras estiraba sus piernas, ya no había marcha atrás, pensé: “lo siento mucho por su esposa, pero hoy esa leche será mía” Yo también corrí mis silla hacia atrás para poder tener más espacio y continué con lo que hacía antes, pero sin delicadeza, quería tetero, su verga era mi juguete, la chupaba hasta el fondo, dejando saliva en todo su contorno, luego enfocándome en su glande lo succionaba y veía como se hinchaba cuando mis labios se posaban en él. Me gustaba tomar su pene desde la base y apretarlo, saboreaba su líquido preseminal, lo tomaba con mi dedo y lo lamia, mirándolo directamente a los ojos con excitación y lujuria, no decíamos nada, pero el deseo estaba ahí encerrado con nosotros y no lo íbamos a desaprovechar.
Leo contenía los suspiros, tal vez para que no nos escuraran, mientras tanto yo continuaba con la succión de diferentes maneras, rápida y profunda, lenta y jugueteando con mi lengua; Por toda la extensión de su verga, lamia, olía, besa, golpeaba mi cara con ella mientras tomaba oxígeno para continuar y eso le encantaba pues veía la expresión intensa que ponía cuando me restregaba su verga en mis mejillas. En alrededor de unos 15 minutos de estar chupando y jugando con su verga y sus huevos, vi como sus muslos se tensaban y sus piernas se estiraban aparentando los pedales por el corto espacio disponible, cuando alzó su cadera supe que iba a venirse, así que empecé a solo estimular la cabeza de su verga con mis labios y lengua y mientras Leo más gemía yo más succionaba, soltó su leche, varios espasmos sentí y toda me la tragué, su cara de satisfacción y morbo fue increíble, era la primer vez que me tragaba su leche y eso le gustó mucho.
Luego ambos nos tumbamos sobre nuestros asientos, el terminando de relajarse de mi mamada y yo descansando mi boca de lo que le ofrecí, hablamos un rato más y luego su celular comenzó a llegar mensajes que dañaron el ambiente post sexo, no sé si era su esposa o algún amigo con el que estaba tomando y la verdad tampoco me interesó preguntar, total, ya tenía lo que quería. Antes de salir del carro, fui yo quien se “despidió” con un beso y cerca de su boca le susurré que no le diera pena conmigo de nada, que yo quería que él se desinhibiera conmigo de todo y se atreviera a explorar y experimentar de todo, yo era su primera experiencia sexual fuera de lo convencional y quería compartir esos recuerdos, él me miró raro, no malo, pero no pude descifrarlo
—No le des mente, disfruta sin arrepentimientos, nadie tiene por qué enterarse y ambos estamos para disfrutar el uno del otro —dije mordiéndole el labio inferior y me bajé, no miré atrás, solo entré y ahí culminó el encuentro.
No volvimos a hablar más durante más o menos dos meses, lo que yo no sabía era que iba a volver, incluso más recargado, cerdo y desinhibido…
Hasta acá el relato, espero les haya gustado, me gusta leer los comentarios y mensajes que envían, así que no se cohíban y pregunten lo que gusten. Nos leemos en un próximo, besos blancos para todos.
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