Mi amigo flaite – Parte II
Pasó casi un mes de la última vez que estuvimos en la fiesta donde mi amigo hetero me dio una mamada que nunca he podido sacar de mi cabeza. Le escribí por Whatsapp, quería saber si se estaba cuestionando o si se arrepintió de algo. Hasta que un día me respondió.
¿En qué andai?
Lo saludé como si nada, aquí weon invite a unos amigos al depa, nos vamos a tomar unas cucarachas.
¿No invitai?
Claro, vente de una.
Llegó a eso de las 22:00, antes que los otros invitados, pusimos música, mi pareja sacó unos tragos para empezar el carrete. Luego llegaron dos invitados más y al final éramos 5 personas. La cosa transcurría entre morir en el intento y jugarsela un poco más por sacar este carrete adelante. Mi amigo «hetero flaite curioso», se sacó la camisa mientras bailaba, no entendí bien que le pasó y por qué lo hizo, Pero si se sentía bien haciéndolo, quien soy yo para reprimirlo.
Las visitas se fueron, el amigo hetero seguía en el depa, está vez, estaba más hebrio que la vez anterior, me pidió que bailara con el y así lo hicimos.
Tanto baile y roce, sentí que me estaba calentando, el se tocaba y se apretaba las tetillas. Bailamos un rato más y de pronto le dije tengo sueño, ¿te quedas en el sillón?. Me respondió: «Es que voy a estar incómodo ahí, mejor me acuesto entre ustedes dos»
No lo pensé mucho y nos fuimos a la pieza, se sacó las zapatillas Y tenía un olor a pies que me quito la calentura de una. Se sacó el pantalón, y los calcetines, quedó en boxer. Se acostó, se acomodo al medio de la cama y estaba listo para dormir. Yo hice lo mismo, me acosté a su lado, sin ninguna maldad, la verdad el olor a pies me quito toda calentura y maldad. Pasaron las horas y de pronto desperté por un leve cosquilleo en mi pene, no me moví, no abrí los ojos, solo me dedique a sentir que hacía. Con uno de sus dedos, recorría mi pene, que ya a estás alturas se había erectado. El sin dudar mucho y pensando que dormía metió su mano bajo mi boxer y acariciaba mi pene, cada cierto tiempo se detenía, luego continuaba, lo acariciaba, lo movía y luego empezó a bajar el prepucio. Aquí yo ya estaba caliente, pensando hasta donde va a llegar está vez. También pensaba donde había quedado el macho recio amenazante con actitud de pelea a combos si le respondía mal.
Siguió jugando con mi pene, subía y bajaba el prepucio, lento sin prisa, sentí un dedo mojado recorrer el glande y de pronto, silencio, quietud. Se dió vuelta, acomodo mi pene entre sus nalgas, sentí que su culo ardía, estaba tan caliente que sentía mi pene rodeado de calor humano, apretado por esas nalgas calientes que de poco empezaron a apretarse y soltar.
No lo podía creer, mi amigo flaite de toda la vida ahora me estaba masturbando con sus nalgas, solo apretaba y soltaba, se sentía tan rico, sentía que sus nalgas me daban un masaje digno de los dioses, apretaba y soltaba, mi glande sentía todo,su calor, su espacio, su ano besando la punta de mi glande. Sentía que cada movimiento estaba más por entrar mi glande, estaba dilatado y ya era imposible volver atrás, detenerlo no era opción.
Entro, la cabeza ya había entrado sentía su interior ardiendo, dilatado y lubricado, el seguí moviéndose, yo quería meterlo todo, dejar de fingir que dormía y meterselo y follarlo como merecía, Pero y si se asusta, si otra vez se asusta y se va…
Siguió un buen rato moviéndose con el glande adentro, su propósito parecía estar cumpliendolo, no se esforzaba por meterse más mi pene, solo el glande, apretaba, soltaba, sus nalgas eran fuertes y las apretaba tragándose la cabeza de mi pene. Ya era tanta la calentura que sentí que eyacularia, me acerque a su oído y le dije voy a acabar, ¿Quieres que te acabe adentro?. Me dijo que si, en un susurro entrecortado me dijo no te muevas. El se estaba encargando de esto, el quería tener el control de pronto empujó fuerte para meterse más el pene en su interior, de pronto se detuvo, se quejo, lo saco, y se levantó. Tomó su ropa y se fue de la pieza. Me dijo yo no soy maricon, así que pobre que le cuentes a alguien, me empujó contra la muralla metió su mano en mi boxer y me dijo yo no soy maricon, no soy maricon. Le pegó un golpe a la muralla y me besó. Me apretó fuerte el pene y me volvió a empujar contra la muralla, no le cuentes a nadie, esto es entre tu y yo. Agarro sus cosas y se fue.
Desde ese día por más que le escribí no volvió a responder ni me habló más.
Hasta el día de hoy creo que tiene miedo de ser quien es.
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1 Comentario
Anónimo
febrero 9, 2025 a las 11:21 pmTercera parteeeeeee