Mi casi primo – Parte I: Los bóxers

La cosa empieza así: cuando tenía como 24 años me fui un año a vivir a Santiago (soy del sur) y como no tenía donde quedarme me alojé en la casa de una tía mía que vive ahí hace caleta de años. Con mi tía apenas habíamos compartido pero había buena onda, al menos la suficiente como para tenerme viviendo ahí.

Mi tía tenía dos hijos grandes (como dos años menores que yo) y un hijastro suyo que vivía en la casa de 18 años. El tipo al que llamaremos Francisco era rubio como el solo, blanquito y medio solitario. Yo cuando llegué para allá noté algo raro con él, quizás esa vibra que te hace preguntarte si a alguien le gusta o no la cuestión.

La cosa es que nos llevábamos todos bien y buena onda. No pasaba gran cosa porque yo estaba concentrado en aclimatarme a la capital como buen venido de región. En ese tiempo dormía en un sillón cama en el segundo piso de la casa, en una especie de salón que tenía con juegos y esas cosas.

El tema se pone cochino cuando una noche, yendo al baño del segundo piso me fijo en la canasta de ropa sucia que tenían justo afuera del baño. En la parte de arriba de la canasta había un bóxer blanco. Yo pensé que debía ser del Francisco porque solo él y yo dejamos la ropa ahí (mis primos tenían sus canastos en sus piezas) y obvio que me dio la maldad y me lleve el bóxer para el baño.

Antes de eso apenas había pensado en el Francisco, pero me calentó caleta el bóxer y me pajee oliéndolo. Tenía ese olor rico, mezcla de sudor de bolas y pene, acabé casi al tiro oliéndolo y pensando cómo sería probar la fuente de esos olores. Fui en silencio a dejar el bóxer al canasto y me fui a acostar pensando que había pasado piola. Lo hice un par de veces más con otros bóxer, pero solo cuando estaba muy caliente.

Meses después de mi paja, casi a fin de año nos quedamos solos un fin de semana. Mis dos primos jugaban al fútbol y mi tía los iba a ver jugar los domingos. Yo generalmente me quedaba en la casa haciendo aseo y webeando en el computador y el Francisco siempre se pegaba, pero ese fin de semana dijo que no se sentía bien y mi tía me pidió que lo vigilara.

Pasó parte de la mañana en silencio. Al rato subí a verlo, estaba en la cama con polera y unos shorts cortitos que dejaban a relucir sus piernas flacas y muy blancas. Me hice el preocupado y le pregunté si estaba bien. Él me dijo que pensaba que tenía fiebre y si podía revisar. Obvio me acerqué a él y le toqué la frente. El weón realmente estaba caliente, pero dudo que fuese por la fiebre. El Francisco me rozó el paquete con la mano así como que no quiere la cosa. Yo me traté de hacer el weón, pero luego lo volvió a hacer y se me empezó a parar.

-¿Estás bien? –pregunté tratando de estar tranquilo.
-Estoy caliente.
-No tienes fiebre.
-El otro tipo de caliente –me dijo todo suelto de cuerpo.
-Cosa tuya –le dije.

Me dispuse a salir y olvidar que el pendejo me estaba tirando los calzoncillos así. Yo obvio que quería pero no quería problemas con mi tía, al final ella me estaba dando techo, no podía ser tan vaca de culearme a su hijastro. Pero el pendejo era más vivo de lo que esperaba.

-Te pillé una vez oliéndome los bóxer.

Quedé paralizado. Yo siempre pensé que pasaba piola. Lo hacía bien tarde en la noche, cuando todos estaban durmiendo.

-Lo hago para ver si están sucios o no –inventé.
-Ya si no soy weón –dijo el Francisco–. Si cacho porque lo hací.

Me acerqué al pendejo sabiendo que me tenía agarrado de las bolas. Ahí me di cuenta que el weón tenía la media erección que se le marcaba toda en los shorts.

Ahí ya no la pensé. Me acerqué a él y el pendejo me empezó a besar. Fue como si toda la calentura que había acumulado por meses me llegara de golpe. Me subí a su cama y lo empecé a besar con ganas. El Francisco me besaba y me tocaba por todos lados. Sabía lo que quería el pendejo.

Me sacó la polera y yo hice lo mismo. Tenía un pecho exquisito, blanco y con los pezones bien rosados. Empecé a mordérselos y chuparlos y él solo gemía y me pedía más.

No pude aguantarme y le bajé el short y el bóxer, dejando su pico al descubierto. Tenía un buen pico, bien parado y con la cabeza brillante. Me acerqué y lo olí harto. Luego me lo metí a la boca y empecé a mamárselo. Demás está decir que el Francisco estaba vuelto loco con el tema.

Me pidió si podía chupármelo él y accedí. Se notaba que no tenía experiencia, por un rato me la hizo cagar con los dientes pero luego fue cachando y la mamada se puso rica. Lo que le faltaba en experiencia lo compensaba. Le ponía todo el empeño, incluso me empezó a pasar la lengua por los testículos sin que se lo pidiera.

Yo volví a chupárselo y a masturbarlo. Tenía un pico tan rico, quería puro conocerlo más, comerle el poto quizás, pero cache que nos quedaba poco rato. Más o menos a esa hora llegaba mi tía y no quería que me pillara haciendo eso. Le puse todo el empeño con mi boca y con mi mano, el pendejo gemía, me decía que se lo estaba haciendo muy rico y que hace rato quería que le hiciera eso. Yo estaba demasiado caliente y mientras lo hacía me pajeaba. Acabé al rato y el Francisco acabó en mi boca.

Una vez acabamos ambos nos fuimos a limpiar. Yo me lavé los dientes todo apurado para que no me quedará nada del olor, pero me puse a olerme los dedos sintiendo todo el olor de su pico. Quedé caliente pero no pude hacer nada más. Como me esperaba al rato llegó mi tía y nos tocó fingir que ni habíamos hablado.

Las cosas con el Francisco siguieron un poco después de ese encuentro, pero esa es cosa de otro relato. Ojalá les guste.

¿Te gustó el relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 5 / 5. Recuento de votos: 8

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

/ / / 🇨🇱 Chile / 🌈 Gay

🔥 ÚNETE A NUESTROS CANALES DE TELEGRAM 🔥

Recibe los mejores relatos directamente en tu celular

IR AL CANAL DE TELEGRAM
💬 Escribe un comentario

No hay comentarios aún. ¡Sé el primero en comentar!

💬 Deja tu comentario

×

Reportar Relato

SALTAR AVISO