Siempre me pareció atractivo. Gabriel, el jefe. Treinta y pocos, cuerpo marcado por el gimnasio, barba bien cuidada, y una actitud seria que solo lo hacía más provocador. Tenía esa mirada que te analizaba sin decir una palabra, y esa voz grave que me recorría como corriente cada vez que decía mi nombre. Yo era […]