Tragada de moquito y cachita a fierro

Bajando de un bus de la ruta 78, proveniente de Melipilla, pasé a los baños del Mall Paseo Estación, esos que están cerca del gimnasio, en el segundo piso. Como había leído en un foro de GayChat que ahí había hueveo, entré a ver qué onda. No soy tan joven, así que pensé que, si había movimiento, nadie me pescaría.

Entro al baño y veo a un compadre un poco más alto que yo, con un overol verde oscuro. Era un tipo de unos 30 años, tirado a moreno. Hacía como que orinaba, y yo me puse al lado. ¡Guau! El medio pico morenito y parado a full. Este huevón ni me miró, ya que había un par de colitas y un viejo chico del aseo dando vueltas. Me resigné y me dije: “Ese pico no es para mí”.

Me fui al último WC del lado derecho para esperar a algún otro hombre. Pasados unos cinco minutos, veo por las rendijas al hombre del overol, que trataba de mirar hacia adentro. En un dos por tres, y sin vergüenza, abrí la puerta y él entró. Yo estaba sentado, y sin decir nada me chantó el pico en la boca. ¡Chucha, la media cuea mía, pensé! Un pico de dos puños, morenito, cabezón, con unos cocos duros. Sin mediar palabra, se lo chupé como trastornado, besándole los cocos y pajeándolo, todo en menos de tres minutos. Con la calentura al extremo y para no arriesgarme a que se fuera, le dije: “Te espero afuera de Almacenes París”.

Me arreglé el jeans, revisé que no hubiera nadie y salí rajado hasta París, con la esperanza de que me siguiera. Me paré afuera de la tienda. Pasaron cinco minutos y pensé que no venía, así que me dispuse a entrar a comprar cualquier hueá para pasar la rabia. Al girarme, lo veo acercarse. Con voz jadeante me dice “Hola” y me cuenta que es de Talagante y que no conocía mucho el mall, por eso se demoró 5 minutos.

La calentura volvió, el culo me hizo pucheritos y la lengua se me batía sola. Yo, gay muy pasivo, maraco y con 38 años, le dije directo: “Perrito, estás muy rico. Tienes un pico demasiado bueno como para tener sexo en un baño. Te invito a un motel que está cerca”. El hombre aceptó al instante. Me dijo que no quiso culear con los colas más jóvenes porque eran atadosos para aguantar un pico grande, y menos en un baño. Nos fuimos a un motel cerca del terminal de buses.

En el camino compré cigarros, le invité una chela, y le pregunté por qué andaba de overol. Me contó que había venido con su jefe a Diez de Julio a comprar repuestos para unas motos, y que el viejo se calentó con unas putas y le dijo que lo pasaba a buscar al metro Estación Central a las 4. Eran las 2… Lo hice volar al motel.

Cabros, bajo el overol solo tenía boxer y calcetas. En la pieza, se los sacó y todo ese bello pico morenito y sus cocos eran para mí. Me tiró a la cama, me sacó la ropa y me estuvo lamiendo el hoyo unos diez minutos. Me metía la lengua como enajenado, me besó como si me amara. Yo, de espaldas, lo vi sentarse en mi cara, poniéndome los cocos encima y pajeándose hasta soltar los mocos, y no dude en tragarme hasta la última gota. Lo malo es que ya eran las 3 de la tarde y aún no me había culiado, igual conforme con la moqueada, creí que todo llegaba hasta ahí…

Nos quedamos en la cama, puso una porno, me contó cosas… y wow, el pico parado otra vez. Nos besamos, me puso patas al hombro, me lamió el culo y me chanta el pico de una. Para ser honesto, ni pensé en condón. Solo me abrí y dejé que me culiara ese tremendo miembro, que tendría sus 20 cm, viendo su cara de caliente. Me pedía que gimiera y fuera su perra, y yo de una empece a pedirle: “Papito, dame pico, culeame amor, moquéame… más pichula”. Él transpiraba, diciéndome: “Ahí tení pico… abre el hoyo… te voy a moquear”. Y como premio, nos fuimos juntos.

Sentí salir sus mocos, fui feliz. Entré al baño, hice lo que todo pasivo limpio hace, y luego entró él, nos bañamos. Antes de salir de la pieza, un feroz beso. Caminamos por Alameda sin que nada me pidiera, le regalé una gorrita, una polera de la selección y una toalla con la cara de Alexis. Le di mi WhatsApp, Skype y nombre. Fue sincero: “No creo que te llame… gracias por la invitación, hacía rato que no culiaba tan rico y sin atados, y gracias por los regalos”. Me dio la mano y lo dejé en Estación Central…

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2 Comentarios

  • Anónimo
    agosto 8, 2025 a las 11:13 pm

    Buen datito el del baño. Siempre se agradecen

  • Anónimo
    agosto 20, 2025 a las 12:48 am

    Este relato es una joya.
    Ojalá el autor siga escribiendo en algún lado, aunquea historia sea inventada.

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