Mi regalo de cumpleaños – Parte I

Qué tal todos los parroquianos de este blog. Espero se encuentren bien y deseosos de una buena historia. Han habido hartas historias sobre hombres que se querían consagrar a Dios, pero ninguna con un curita. Espero que les motive la historia y me dejen en los comentarios si quieren más historias así (tengo hartaaaaaaas).

Bueno, mi nombre es Rafael, tengo actualmente 40 años y soy un hombre curioso, muy curioso.


De chico me sentí inclinado a entregar mi vida a Diosito, pues era el círculo que conocía, colegio de curas, visitas al seminario y harta acción pastoral. Soy de Santiago. Esto ocurre cuando estaba saliendo de 4 medio, ya con mis 18 años bien puestos. En marzo de ese año, llega al colegio un nuevo capellán, era un cura joven, tenía unos 28 años si no me equivoco. Alto, joven, guapísimo. De barba cuidada y bien blanco, flaco y con un olor increíble. Tenía una sonrisa hermosa y como era joven, lo dejaron con la pastoral juvenil, donde estaba yo. Yo era el encargado de pastoral de mi curso, así que me tocó reunirme varias veces con él por actividades pastorales del colegio. Él era de trato fácil, suave, le gustaban los abrazos y siempre andaba dando abrazos, tocaba harto, brazos especialmente y también el pecho o la espalda.

Para las vacaciones de invierno, estábamos preparando las misiones del verano y yo estaba además postulando al seminario de esa congregación, quería ser curita así como ellos. Estábamos los dos, en la sala de pastoral y ya era de noche. Nos dio hambre y pidió una pizza al colegio. Era vísperas de un feriado, así que ya no había nadie y además, él vivía en el colegio, ahí estaba la casa de los curas.
Cuando llegó la pizza nos sentamos en el suelo de la sala, que era alfombrado y se sacó los zapatos, yo hice lo mismo y comenzamos a hablar de cosas más personales, con quien vivía, que quería hacer después de cuarto, cosas así. Le conté que quería ser cura y entregar mi vida a Dios. Quedó sorprendido y comenzamos a ahondar en eso. Después retomamos la actividad de preparación de las misiones y poco antes de irme, se sienta de nuevo a mi lado, sin zapatos y comienza a acariciar mis pies con los suyos. Me dijo que eran lindos los calcetines y que le gustaba tocar otros pies.
Yo la verdad, no vi nada muy malo en eso, pues a veces con mis amigos hacíamos cosas así, y no pasaba nada.

Después de un rato me dice que para entrar al seminario hay que pasar varias pruebas, psicológicas, académicas, vocacionales y otras más. Le pregunto cuales más hay que pasar, pues conocía todas las anteriores menos “las adicionales”. Me dice que a su tiempo lo sabré. Le digo que me voy, pues mi mamá ya me había llamado y me paro, él estaba sentado aún y al pararse, me pasa a llevar el paquete con sus manos, como apoyándose para pararse. Yo sentí algo rico en el cuerpo, pues nunca nadie me había tocado ahí. Era súper virgen, además era un colegio de hombres, aunque yo había mirando a varios compañeros alguna vez, nunca me había animado a nada. Días después, seguíamos en contacto. Reuniones, actividades, a veces me arrancaba de la sala de clases para ir a la sala de pastoral con la excusa de hacer algo y él me apañaba.

En agosto cumplí 18 años y Javier (así se llama el curita) me dice que me tiene un regalo, que si puedo ir más tarde para que me lo de. Al salir de clases voy a la sala de pastoral y Javier no estaba, así que lo llamo y me dice que está en la casa de los curas, que está solo y que vaya para allá no más. Me dirijo al lugar y me hace pasar, nos dirigimos a su pieza, pues el regalo estaba ahí y encima de su cama habían tres cajas de perfumes muy ricos que me gustaban. Me dice que escoja uno y que ese es mi regalo. Yo nunca había ido a la pieza de los curas, era un misterio, y me encantó estar en ese lugar.
Escojo uno y me quedo con él, lo abrazo dándole las gracias y pude sentir que su cuerpo estaba duro. Tenía un bulto en su pantalón que era duro y grande y él intencionadamente me lo apoyó en mi cuerpo cuando me abrazó. El efecto se produjo y le dije:

-Qué onda Javier? Sentí algo…!
-Es que me gusta verte aquí. Jamás lo hubiera pensado.
-Que cosa? Estar en tu pieza?
-Si
-Por que?
-Por que me gusta que estés aquí.
-Jajajaj por qué? Acaso te gusto o me trajiste engañado para acá?
-Y si así fuera? Qué pasaría?
-Depende de el motivo de tu engaño.
-Cuál sería aceptable? Me pregunta
-Que me querías dar el regalo, le respondo.
-Es que hay algo más que te quiero dar, me dice.
-Así? Qué cosa?

Y se acerca y me da un beso. Toma mi cabeza con sus dos manos y las pone en mi barbilla. Me aprieta contra él y me mete la lengua. Yo de manera automática, respondo el beso, el cura era rico. Y la verdad, ya había tenido pensamientos lujuriosos con el, desde que me rozó el paquete hace algún tiempo. Me apego a él y siento que su pene está latiendo, siento que se mueve y eso me causa mucha curiosidad. Quería ver qué era o cómo era aquello que sentía. Bajo las manos y le tocó el paquete.

-Uffff…. Altiro al grano, me dice.
-Pa que perder el tiempo po.

Él hace lo mismo y se acerca a mí cierre, me abre el pantalón y mete la mano en el boxer, tocando inmediatamente mi pene. Nunca nadie lo había tocado y la sensación era riquísima. Sentí que se me puso más duro y más caliente cuando me tocó. Hice lo mismo con él, desabroche su pantalón y metí la mano en el, andaba sin bóxer, por lo que altiro llegué a su pene, era grande, largo y grueso. Blanco y depilado. Tiene que haber medido unos 18-19 cms. En verdad era grande. El mío media como 16 cms (ahora se ve más grande). Le sacó el pene del pantalón y comienzo a correrle una paja suave con la mano, el hace lo mismo y apoya su pene con el mío, masturbando los dos juntos. Era rico sentir otro pene junto con el mío. Yo sentía que estaba muy demasiado excitado, sentía muchas sensaciones nuevas y eran todas placenteras. Mientras su respiración profunda la sentía en mi boca, sentía su olor de la boca, que era muy rico su cuerpo de pie frente al mío y sus manos tocando ambos penes.
Luego de un ratito siento que voy a eyacular y no alcancé a avisar, soltando la leche en su mano y manchando su ropa. Él se separa y ve lo que hice y comienza a pasar la mano en el semen, llevándoselo a la boca y saboreando mi semen. Yo encontré que eso era demasiado excitante, pero me sentía algo avergonzado. Empecé a pedir disculpas y me dijo que no me preocupara.
Se empieza a desvestir y se saca los zapatos, el pantalón y la polera. Quedando completamente desnudo frente a mi. Me dice:

-También te manchaste. Tengo otro pantalón de colegio acá, si quieres te lo cambias y yo te lavo ese después.

Accedí y me saqué el pantalón, él se acerca desnudo y me abraza, quitándome la polera y dejándome desnudo también. La imagen de Javier desnudo, quitándome la ropa es una de los mas poderosos recuerdos que tengo, verlo así, me indicó que me gustaban los hombres. Fue como una Epifanía para saber que era eso precisamente lo que necesitaba para mi vida. Me acerqué a él y lo abracé, rodeé con mis brazos su espalda y comencé a besarlo mientras que con mis piernas hacía lo mismo. Las caricias comenzaron a ser más fuertes e intensas y sentí como su erección se hizo presente de nuevo.
Él me sienta en su cama y se agacha, toma mi pene aún dormido en sus manos y se lo lleva a la boca, comenzó a chupar la cabeza, pasaba la lengua por el glande, saboreaba el olor y sabor a semen que aún tenía mi pene. Eso provocó que se me parara de nuevo y siguió chupando mi pene. Incluso me besó los testículos. Se metía todo el pené a la boca y chupaba con fuerza. A mí nunca me habían hecho un mamón y era una sensación del cielo. La boca es caliente, húmeda y sus lamidas eran exquisitas.

Luego me levanta las piernas, levantando mi pelvis y queda con mi ano completamente en su cara, empieza a besarlo, siento su lengua en mi ano, chupaba y besaba, sentía incluso que me metía le lengua en el agujero y me penetraba con ella. Yo sentía cosas muy profundas en mi cuerpo, una sensación de placer inigualable, jamás había sentido nada de esto y empecé a tocarme el cuerpo, el pecho, los pezones, mi abdomen, incluso me toque el pene para masturbarme pero sentí que iba a acabar de nuevo y quería que esto durará, que no acabara. Cuando mete un dedo en mi ano, siento un dolor rico pero doloroso. Me quejo, lo hace más suave y de forma amable, al rato esa sensación de dolor desaparece y da paso a más placer, quería más, quería sentir otra cosa en mi ano. Luego introduce dos dedos, me duele de nuevo pero pasa muy rápido el dolor. Luego se levanta y me pregunta si lo puede meter, que tengo listo el culo. Le digo que si, que por favor lo haga. Que tenga cuidado, que es mi primera vez. Él dice que no me preocupe, que lo disfrutaremos ambos. Se pone de pie y se acomoda y lentamente siento una presión en mi ano, era su pene tocando la entrada, empuja pero no entra, me duele, se lubrica con una crema que tenía cerca y me coloca crema en el ano, la reparte con los dedos e introduce un poco con los dedos. Luego sigue y empieza a meter el pene. Lentamente empieza a meterlo, poquito a poquito, yo sentía como mi ano se dilataba y se iba abriendo ante su tamaño y grosor, se acomodó completamente a su pene y parece que ya no me dolía, pues solito me empecé a mover. Él me tomó los pies, los besó, los olía, me besaba los dedos y me los chupaba, me seguía besando las piernas mientras lo iba metiendo, pude mirar su cara, con una cruz colgando en el pecho que se movía por su vaivén, sus caderas empiezan a chocar con las mías y el sonido del sexo era algo que quedó grabado en mis recuerdos. Me soltó las piernas y me empieza a pasar la mano por mi abdomen, me toma el pené, las estira hasta mi pecho y me pone un dedo en la boca, el cual empiezo a chupar como si fuera pene. Era exquisito imaginarme que eternos su pene en mi boca, mientras me daba por el ano. Se vuelve a incorporar y me toma las piernas de nuevo, las abre más y comienza a moverse más rápido, el sonido era increíble, el olor también, me sentía descubriendo placeres que estaban ocultos en mi.

Luego de un rato, siento que sus movimientos se hacen más profundos y sus gemidos más intensos, me avisa que se va y saca el pene y se termina de masturbar encima de mí, lanzando todo el semen en mi abdomen. Un chorro llega en mi cuello, lo tomo con la mano y lo llevo a mi boca, para saborearlo, era exquisito el sabor a semen, el sabor a hombre. Me enderezo en la cama y me acerco a su pene para chuparlo. Saboreo todas las ultimas gotas que estaba saliendo de él, y me las trago. Luego me dice que me vista, nos limpiamos y me dice que este era mi regalo de cumpleaños por haber cumplido la mayoría de edad, pero que si quería que siguiera pasando, tenía que guardar el secreto. Acepte sabiendo que tendría ese manjar y esas sensaciones de nuevo.

A las semanas me empecé a sentir mal por lo que había hecho, yo quería ser curita pero me sentía mal por no ser lo suficiente hombre para desempeñar ese papel. Así que empecé a evitarlo y por varios meses no hice nada con él. Decido postular al seminario y en enero del año siguiente, me avisan que quedé.

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