Mi regalo de cumpleaños – Parte II

Cuando recibo el llamado telefónico y me avisan que quedé en el seminario me puse muy contento, pues era una confirmación de lo que yo creía que era mi proyecto de vida y que confirmaba que lo que había hecho con el padre Javier, era solo eso, algo que había hecho y que Dios no lo consideraba, pues si no, no hubiese quedado aceptado. Un par de horas después de ese llamado, me llama Javier para felicitarme, me dice que está muy contento y que podríamos salir a celebrar. No veo algo malo en lo que propone y acepto.

El sábado de esa semana, salimos a celebrar, me llevó a una parrillada y comimos y bebimos como si no hubiera un mañana. Como a las 2 de la mañana, empezamos a irnos a casa, yo iba medio arriba de la pelota, pues había tomado harta cerveza y suelo no beber. Javier me tuvo que llevar casi en brazos al auto y de hecho, vomité todo por la ventana del auto. Me sentí un poco mejor, pero seguía ebrio, por lo que me dice:

-Mejor y te quedas en la casa parroquial esta noche, si te ve así tu mamá se va a enojar contigo y conmigo.
-Bueno, llévame a tu cama, le digo.
-A mi cama??
-Sí, esta noche serás mío. Quiero probar tu cuerpo ahora y hacerte todo lo que me hiciste unos meses atrás. Ahora te toca a ti, le digo.

Yo estaba ebrio, pero sabía perfectamente bien lo que decía. Tal vez por el efecto del copete estaba más desinhibido pero de que estaba caliente, lo estaba. Javier no dijo ni sí ni no, solo me llevó a la casa parroquial y entramos a su pieza. En completo silencio, pues el otro cura que era muy mayor, ya dormía, roncaba como locomotora cuando llegamos y no nos sintió entrar. Así que nos fuimos a su pieza y me pongo de pie frente a él, empiezo a tocarle inmediatamente el paquete por encima del pantalón, como sobando. Javier me dice:

-Rafael, estás borracho, ni siquiera sabes lo que haces.
-Tomé lo suficiente para soltarme, y estoy perfectamente lúcido para saber que hago. Quieres o no? Si no me voy. Le digo sentenciando.

Javier se acerca y me da un beso, que encendió inmediatamente todas mis pasiones, sentí en la guata una especie de nerviosismo y placer mezclado, el que recorrió todo mi cuerpo. Volví a poner mi mano en su paquete, sobando y masajeando. Javier no puso resistencia. Sus besos se incrementaron, comenzó a besarme el cuello, me mordió la oreja, me besaba completamente la cara, su lengua masajeaba mi lengua y sus manos recorrían mi espalda y me apretaba el culo. Yo desesperado comienzo a abrir su pantalón, y sacó su pico del boxer, el cual comienzo inmediatamente a pajear.
Javier se sienta en la orilla de la cama y se saca completo el pantalón, se saca la polera y yo me arrodillo ante el, me acerco a su pene y comienzo a mamarlo, lo hice muy suave, saborié cada espacio de su pene, sus curvas, sus venas, el glande, debajo de su glande, la abertura por donde salía las gotitas de semen, me lo meto casi completo a la boca, como me dan arcadas, lo lleno de saliva y empiezo a chupar haciendo sonidos de succión, eso lo vuelve loco, me toma la cabeza con una mano y empieza a empujarla, me mete el pico un montón de veces, tal cual como si fuera un hoyito.
Lo disfruto, lo saco y tomo aire, y sigo en mi mamada, su pene tenía un sabor maravilloso, y olía a limpio, como a jabón mezclado con pene (no sé si me entienden)

Javier se recuesta completamente en la cama, quedando su pico de unos 18 cms aproximadamente súper erecto, lo tenía derechito, blanquito, con la cabeza bien rosada, muy mojado y mis babas corriendo por su tronco. Le tomo las piernas y empiezo a bajar por sus bolas, hasta llegar a su ano.
Uffff…. Que rico sabor, las bolas tenían otro sabor, como a sudor, mezcladas con olor a jabón. Eran largas, grandes y estaban calientes, suavecitas, me gustó mucho chupar sus bolas y tirarlas, a él también le gustó, gemia piola, pero gemia de placer. Empiezo a chupar su ano, mojo con mi saliva y empiezo a tocar, rodeo con mis dedos su ano, el cual se movía, como que latía, se abría y cerraba de forma automática, lo que me daba un enorme placer a mi también, empiezo a meter un dedo, y siento como este entra, siento caliente, siento húmedo, meto el dedo completo y él se retuerce de placer en la cama, me da indicaciones pero sigo haciendo lo que quiero, me doy cuenta de que sonrío, lo estoy disfrutando y de vez en vez, me toco mi propio pico y con el líquido que voy botando se lo voy poniendo en el ano y lo empujo con los dedos. Vuelvo a lamer, la mezcla de mis jugos y su ano. Javier está como loco, levanta las piernas, mueve el trasero, arquea su espalda, levanta más el poto para que yo llegue mejor. Empiezo a meter un segundo dedo, los cuales muevo como si fuera un pene, meto y saco y voy viendo como su hoyo se va abriendo, se dilata a cada movimiento, mientras meto los dedos tomo su pico con la otra mano y lo sigo chupando. El gime de una manera increíble, se nota que lo está disfrutando.

Saco los dedos y me pongo de pie, mi pico está súper parado y muy lubricado, cuelga un hilo de semen por el, le acomodo las piernas y trato de meterlo, no lo consigo, él se acomoda más arriba en la cama y yo me subo a la cama, me pongo de rodillas y el levanta la cadera, ahí consigo que entre.
Al principio me duele, sentí un tirón en mi pene, como la piel, luego no le di más importancia al dolor, pues se pasó y comencé a repetir lo mismo que él había hecho conmigo, lo tomé de las piernas y empecé a moverme hacia adentro y afuera. Javier me miraba y me decía:

-Culiai bien rico. Hubiera sabido que sabías te lo hubiera pedido antes.
-Es que tú me enseñaste. Recuerda que eres mi primer hombre.
-Y seré el único Rafa. Seré el único.
-Ya cállate que me desconcentras.

Y sigo en lo mío. Luego de un rato Javier se acomoda y se da vuelta, me dice que lo meta así, en cuatro. Lo hago y pude ver mucho mejor como se hundía todo mi pene en su ano. Era increíble la visión, Javier empieza a gemir más fuerte y hunde la cabeza en la almohada para que no se escuche. Yo empiezo a moverme rápido, sentía una fuerza y energía increíble en meter y sacar.

Luego Javier me dice que me quiere cabalgar. Se sale y me acuesta de espalda, mi pico se veía enorme, muy rojo y grueso. Javier se sienta mirándome a la cara y toma mi pico en su mano y se lo introduce. Ufffff…. Fue mucho más genial la sensación. Sus cachetes sonaban con mis piernas y su pico se apoyaba en mi guata, podía verlo disfrutar, morderse los labios y mirarme. A ratos me abrazaba y me besaba, a ratos se hacía para atrás y se apoyaba en las piernas.

-Oye cabro chico, que durai harto.
-Ni señales de irme, le digo. Disfrútalo. Yo estoy disfrutando como nunca.

Javier me abraza y me pone las manos en el cuello, empieza a moverse más lento, a suspirar, me besa y me acaricia. Parece que esa estimulación me hacía falta y siento que voy a eyacular.

-Me voy a ir, le aviso.

Javier se acomoda y comienza a apretar con su ano mi pico, sentía que apretaba y soltaba y lo hace cada vez más lento, en eso siento que me lanza leche en el pecho, y esa presión me hace eyacular. Le lleno el hoyo de leche al curita. Sentí que salió harta leche y fue una sensación muy rica.
Se baja y se sienta al lado mío, yo termino de pajearme y saco hasta la última gota de leche con mi mano.

-Oye Rafa, eres increíble. Y aguantador. Culeas bien rico -Y me da un beso-. Y pensar que estabas curado hace como dos horas.
-Gracias… lo hice bien? Te gustó???
-Súper bien y me encantó. Espero que se repita.

Luego de algo de bla bla, nos quedamos dormidos. Desperté en la mañana, con la actividad de la casa. Me había quedado dormido en la casa de los curas y no tenía como explicar que estaba en la pieza del padre Javier. Así que despierto a Javier y asustado le digo que hagamos algo, que me saque de ahí.
Javier me dice que tranquilo, que el padre Mario estaba en la cocina parece. Me pide que tome toda mi ropa y me vaya a la pieza del lado, que me acueste y haga como que dormí ahí, que deje los zapatos en el suelo y desordene la cama como si hubiera dormido ahí. Me acerco y le doy un beso. El me lo responde y ve que se me pieza a parar el pene.

-Ya, rapidito. Y se baja y me empieza a chupar el pico. Lo hizo tan rápido y tan rico que no dure nada. Le di el desayuno servido en su cara.
-Parece que se te cortó el frenillo me dice, tienes algo de sangre.
-Con razón me duele.
-Tranquilo, es normal. Ahora sentirás más rico.

Limpiándose mi moco, me dice que me vaya. Abro silenciosamente la puerta y me meto con mi cosas (en pelota) a la pieza del lado y cierro. Tiro mi ropa como si hubiera dormido ahí y me acuesto.

Me quedan varias historias. Si quieren que siga contando… solo indícalo. Tengo varios años de historias.

Saludos

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