El Celular – Parte X

El Celular X

Fueron dos semanas en que solo me dediqué a ir a trabajar y volver a mi casa.
No quería ver a nadie.
No me quería pajear pensando en un hombre.
No respondí los mensajes a Eduardo a pesar de que puso una denuncia por presunta desgracia. Me habló durante muchos días y nunca devolví alguno.
También evitaba a Pedro. Cada dia me enviaba un saludo y me mandaba vídeos probando con un consolador, hasta que dejó de mandarme mensajes.
Un día lo ví esperándome en su bicicleta vestido con un buzo del River en una de las esquinas cerca de mi casa. Se le marcaba el paquete como de costumbre. Me escondí hasta que se fue.
Y las pesadillas sexuales empeoraron. Me estaban atormentando. En todas imaginaba que me culiaba al flaite o al pendejo, y eso me hacía sentir culpable.
El hecho de sentir tan vividos los placeres del cuerpo y despertar mojado, me hacía sentir que había perdido el rumbo.
Durante dos semanas cambié mis rutinas y lugares.
La última noche fue tanto, que soñé que yo tenía al pendejo en una habitación oscura. En ese sueño lo veía postrado en una cama en dónde me acercaba a él, y le ponía mi gran verga en su boca. Él, con apenas energía abría su boca y me la comía con arcadas.
Con un espasmo desperté. Estaba hasta el ombligo de semen y erecto, pero muy asustado por mi subconsciente. Debía ir a ver a un especialista.
Sin pensarlo mucho me metí a buscar un psicólogo y pedí hora para la consulta.
Me apuré lo que más pude para ir antes de entrar al trabajo.
Era un edificio que tenía muchas oficinas y en el último piso, un pasillo que llevaba a una puerta solitaria.
Toco tímidamente el timbre, y escucho pasos que se acercan a la puerta. Un hombre alto, con barba y lentes anchos me abren. Al verme, una sonrisa se le esboza. El hombre es atractivo y debe estar por los cuarenta.
-Nicolás?- me mira a los ojos. Tiene una mirada penetrante, como buscando algo dentro mío.
-Si, y tú? Baltazar?- le digo.
-Así es- dice sin quitarme la mirada -aquel que te conocerá más durante esta sesión. Preparado?- veo que recorre con sus ojos mi pelo y mis labios. No será que es gay?
-Nunca he estado con psicólogo- le confieso -y creo que realmente me estoy preocupando por mi mente-
Él me mira extrañado.
-Te ha pasado algo este tiempo que realmente necesitas hablar con alguien?- me dice.
Mi boca se mueve sola.
-Creo que me estoy volviendo gay- mi voz sale sin mi control.
Me mira de nuevo buscando algo en mi interior a través de mis ojos.
-Y eso es un problema para ti?- me dice y lo miro sin quitarle la mirada.
-El problema es que cuando sueño, mi inconsciente me muestra que tengo relaciones con hombres que apenas he visto. Tengo sueños húmedos y lo único que me ha estado excitando es ver hombres desnudos- le digo.
-Tuviste relaciones con hombres últimamente?- me pregunta curioso.
-Si- se me sale un suspiro.
-Y te gustó?- dice incisivamente.
Un silencio se apoderó de mí. Creo que realmente me había gustado todo lo que había hecho.
-Entiendo. Estás procesando todo. Fue hace poco?
-Hace unas semanas, y con dos chicos más jóvenes que yo- mi voz se comienza a quebrar -pero no los he vuelto a ver.
-Puede que sea por eso. Tú mismo te estás mostrando en estás manifestaciones internas lo que quieres. Les has hablado?
-A uno no he querido responderle. Y el otro está desaparecido.
Su cara cambia de golpe.
-Perdido? O te bloqueó?- me pregunta.
-No ha vuelto a su casa desde que nos vimos- mi voz apenas sale.
Otro silencio abrupto.
Baltazar se levanta de su asiento sin dejarme de mirar.
-Es posible que sientas culpa porque no te ha vuelto a hablar, pero si desapareció es grave. Tuviste relaciones con él antes?
-Si, me hizo sexo oral. Me la chupo hasta darle toda mi leche en su boca, y se la tragó. Prometimos repetir.
Otro silencio que duró más de lo normal.
Se vuelve a sentar sin dejar de mirarme.
-Y te gustaría volver a verlo?- me dice y una punzada helada se instala en mi pecho.
-Si- digo.
Súbitamente se escuchan golpes en la puerta.
El psicólogo me hace un gesto con la mano para que espere, intentando no quitarme espacio para mi confesión.
Baltazar se levanta de su asiento y abre la puerta. De ella emerge un Eduardo ojeroso, asustado, y con lágrimas secas en su cara.
No pude evitar sorprenderme. Él estaba demacrado.
-Eduardo, tu hora es mañana- dice Baltazar algo molesto.
El padre del pendejo levanta la cabeza para mirarlo, y de reojo me logra divisar.
Veo como su apagada cara se pone pálida.
-Nico- dice y da un paso hacía mí.
-Se conocen?- dice en voz alta el psicólogo. Suena muy sorprendido.
-Es el weón del que te hablé- gime seguido de un llanto contenido. Camina otro paso hacía mí destruido -Aún no lo encuentran- y sus ojos se llenan de lágrimas.
-Por favor, siéntate- dice Baltazar apuntando a un sillón vacío.
Eduardo lo mira y como apretando el cuerpo se sienta.
-Estoy entendiendo que Nicolás estuvo presente cuando viste ese vídeo de tu hijo-
sus palabras tenían un tono que no logré entender.
Será por qué le conté de los dos jóvenes con los que estuve? Habrá entendido que uno era su hijo?
-Podemos seguir en otro momento?- le digo al psicólogo. Quería salir de ahí.
-Si te sientes incómodo podemos reagendar. Esta sesión fue para conocernos- mi mira otra vez de esa forma extraña  -Si estas pasando un momento difícil, hablar con alguien que ha vivido algo parecido puede ayudar- y mira a Eduardo.
-Lo tendré en cuenta- digo. Miro a Eduardo quién me devuelve la mirada- creo que él lo necesita más en este momento- me paro y le extiendo la mano para despedirme.
Me corresponde.
Paso por frente al padre del pendejo, y me despido de la mano también. Él tambien me la da . Me mira. Sin decirme nada sabía que quería mi ayuda.
-Nos vemos- le digo. Y con un gesto de mano salgo por la puerta aun abierta.
No miro atrás.
De verdad quería escapar de ese lugar.
Alguien sabía que había estado con el pendejo, y también conoce a su padre quién se lo culiaba.
Me había metido en un problema más grande.