Algo que no me esperaba

Bueno, mi nombre es Javier, actualmente tengo 40 años y esto comenzó hace 20 años atrás. Yo era un cabro de esos medio pavo, de parroquia, estudiante y con polola… el modelo de hijo y de futuro adulto. Siempre me sentí como una persona promedio, físico normal, alto, nada de otro mundo.

Por cosas de la Iglesia un día conocí a unos seminaristas a través de un amigo, que tenía intenciones de ser curita, y yo que era un tipo sociable y simpático accedí a compartir con ellos. Estábamos en la casa de mi amigo, y llegaron dos de ellos, los seminaristas. Eran jóvenes, de mis misma edad, simpáticos y tenían mucho bla bla, cosa que a mi me encantaba, siempre he sentido que la capacidad de conversación de las personas es atrayente.

Estábamos viendo una película y yo sentí frío y mientras me incorporo a buscar mi polerón, uno de ellos, llamado Sebastian, me dice: pero yo te abrazo y se te pasa el frío. Confieso que acceder a esa petición fue algo que me demoré en procesar, pues nunca me había abrazado un hombre así como por pura buena onda. Pero finalmente accedí. Me abrazó y sentí que el frío se me pasaba. Luego de un rato salí a fumar y me disponía a acostarme (cabe mencionar que esa noche nos quedábamos en casa de mi amigo) y Sebastian también sale al patio. Seguimos conversando mientras me fumaba el cigarro y me dice:

Sebastian: que haces?
Yo: estudio enfermería
Sebastian: buenísimo. Conoces cosas del cuerpo!!!
Yo: (sonriendo) jajajaj si…. Todo!!!! Si te pasa algo te puedo atender (ya iba en 3 año)
Sebastian: y que más cuentas de ti??!
Yo: mmm… no mucho!!!! Soy fanático del cine, me gusta mucho escuchar música, y paso mis días sumergido en la universidad y el tiempo que me queda entre los amigos y la parroquia.

En eso, mi amigo grita desde adentro que se va acostar y que el otro ya estaba durmiendo, que apagáramos todo al entrar y cerráramos la puerta del patio. A lo que contestamos que ok. Sebastian dice que va a ir a buscar más cervezas para conversar y me traería el polerón para que no me de frío. Yo asiento con la cabeza.

Estuvimos conversando harto rato de todo, de el, de mi, de su vida como futuro cura, de mi futuro. Confieso que me sentía algo atraído por este tipo, que no conocía y que nunca antes había sentido algo así. Pero como dije anteriormente, la capacidad de conversación de las personas me resulta algo tremendamente atrayente.

Sebastian me dice: y cual es tu película favorita?
Yo: la guerra de las galaxias, le respondo.
El me dice: a mi también me gusta esa saga de película, siempre he querido hacer una guerra de sables.
Guerra de sables??? Le pregunto.
El solo se ríe y me dice: es una analogía de dos penes enfrentados entre sí moviéndose.

Yo quedé atónito. Tragué saliva y le pregunto:

-Quieres hacer eso conmigo?

El me dice:

-Solo si tú quieres.

Moví la cabeza diciendo que bueno y él se acerca a darme un beso. Sentir los labios de otro hombre (tremendamente guapo además, vestido de negro, pelo con gel, con un exquisito olor corporal y con unos labios muy suaves) me calentó tremendamente, nunca había besado a otro hombre pero como que algo dentro de mi, sabia perfectamente lo que había que hacer. Respondí ese beso y ahí comenzó uno de los momentos más excitantes de mi vida.

Me acariciaba el pelo, la cara mientras me besaba con una tremenda pasión.
Comenzó a bajar con sus labios por mi cuello y siento sus manos en mi espalda, luego en mi pecho, y luego en el cinturón de mi pantalón. Ahí se detuvo, me mira y me dice: sigo?

No contesté. Solo hice lo mismo que el, comencé a tocarlo. Por su pecho… sus brazos… sentí pegado a mi un pico grande… duro…. Yo estaba igual.
Comienzo a desabrochar su camisa y la tiro al suelo, el hace lo mismo con mi poleron y con mi polera, y así quedamos abrazados… en esa fría noche y en el que chincho de esa casa.

Beso su pecho, sus tetillas. El a mi. Meto la mano en su pantalón y siento algo grande…. Caliente, mojado. Le desabrocho el pantalón y lo dejo en pelotas. Pude admirar un cuerpo bien trabajado… y un rico pico de unos 18-19 cms. Antes de continuar, el hace lo mismo conmigo, me despoja del resto del ropa y sale mi pico a escena. Apartamos toda la ropa y me abraza y hacemos la guerra de sables. Se sentía rico. Jamás me hubiera imaginado que eso sería posible. Yo había tenido sexo con mujeres, y nunca había sentido algo por un hombre. Pero esto se sentía diferente, cómo un fuego que emanaba desde adentro. Nos besamos con mucha intensidad y me dice que me quiere chupar el pico. Lo miro y entendió la tarea. Baja despacio besándome el pecho y llega a mis pelitos del ombligo. Saca la lengua y sigue bajando… Yo de pie esperando un momento que sentía iba a ser sublime. Y así fue. Comenzó lamiendo mi punta, luego siento una sensación caliente en mi pico, era su boca húmeda que lamía completo, desde arriba a abajo, chupaba y chupaba y yo sentía como una fuerza profunda desde mi interior. Quería gritar, reír, gemir…. Era una sensación exquisita.

El solo decía: oh que rico, que rico sabor, que caliente lo tienes, que grueso… a ratos hacía arcadas y sentía sus labios en mi pelvis. Yo estaba en otro mundo… en un universo que no sabía que existía. Luego de un rato le pido hacer lo mismo, y confieso que el sabor de su pico es algo que nunca olvidaré. Esa textura suave, una forma perfecta, caliente y húmedo. Lo saborié completo incluso le chupé hasta los cocos, que estaban depilados y eran suaves y grandes. Chupé pico como quien descubre algo exquisitamente rico y no quiere volver a soltarlo.

Me pide continuar él. Ahora nos rendimos en el suelo, pusimos la ropa que nos sacamos y seguimos. A los minutos estábamos los dos en un hermoso 69, chupando y chupando como que no había un mañana. De pronto siento una sensación de orgasmo diferente, venía desde el pecho, de mi estómago, de mi cabeza, le aviso y me dice que le de no más, que él no despediciará ninguna gota de mi leche. Y acabo en su boca, mientras mi respiración me hacía dócil concentrarme en todo lo que estaba pasando. Sebastian lame todo con mucha pulcritud, no queriendo perder ninguna gota del este manjar que estaba derramado para el (y por él). Minutos después él hace lo mismo. Se va en mi boca y aunque al principio me dio algo de asco el sabor, luego pude disfrutarlo.

Yo estaba de espalda mirando el cielo estrellado de esa noche y el se sube encima mío y comienza a besarme. Me dijo muchas cosas, que era su primera vez, que nunca lo había hecho antes con nadie y bla bla bla. Yo le respondí que para ser tan inexperto sabía perfectamente lo que hacía. Me guiñó un ojo y me dijo que quería que lo hiciéramos. Que quería sentirme dentro de él. Mi pene en verdad es bastante extraño, hay ocasiones que después de eyacular se ponía flácido al tiro y en otras ocasiones, cómo está, seguía duro. Así que accedí.

Él se acomodó arriba de mi, abrió sus piernas y con ellas me abrazo, me dio un beso largo y luego escupió su mano. Me masturbó con su saliva y los restos de la leche que aún salía y luego se lo pasó por el culo. Luego tomó mi pico con su mano y lentamente lo introdujo en su ano. La sensación era maravillosa. Estuvo así, cabalgándome un buen rato, a momentos con mucha lentitud y otras con mucha rudeza, luego de un rato, lo tomo y lo doy vuelta, lo dejo patitas al hombro. Y verle la cara de placer es algo que me puso a full. Sentía mi pico como que iba a estallar, sentía un profundo calor y unas sensaciones que nunca antes había sentido.

Estuvimos así, harto rato, no se, 15-30 minutos y le pido ser penetrado. Sebastian me mira, me abraza y con un beso me da vuelta, comienza dándome un beso negro, esa sensación de sentir una lengua en mi ano y jamás me la hubiera imaginado. Mordía, lengüeteaba, introducía la lengua y los dedos. Yo tenía los ojos cerrados, pues poco podía ver, pero lo importante estaba en sentir. Y luego siento que apunta hacia mi y lentamente siento como mi esfínter se iba dilatando ante ese tremendo pico que quería entrar. Yo creo que por todo lo experimentado en esas horas no costó mucho que entrara, yo estaba en 4 patas, y solo sentí un inmenso placer, que al principio era dolor, pero luego, y por la dulzura de mi compañero, se convirtió en placer. A los pocos minutos me dijo que acabaría, qué ya no aguantaba más y siento cómo me caía un líquido caliente por la espalda y los cachetes.
Yo me incorporo y comienzo a besarlo, como loco, como una puta. El comienza a pajearme y a los minutos acabé en su mano. El inmediatamente se chupó la mano y los dedos.

Luego de eso nos abrazamos y nos quedamos así unos minutos más. Yo no sabia que pensar… que decir. Así que nos abrazamos y luego de un rato comenzamos a vestirnos. Así nos quedamos, medio vestidos y abrazados.

Cerca de las 6am despertó y me despierta para que entremos a la casa.

Nadie nunca supo de esto. Pero esto no terminó ahí.

Al otro día, despertamos, mi amigo hizo desayuno y los 4 estábamos tomando desayuno juntos en la cocina. Luego mi amigo les pidió a los seminaristas que rezáramos laudes (una oración que se hace en la mañana) y yo al verlo rezando, tan hombre de Dios, no podía dejar de pensar en lo que esa boca tuvo adentro hace unas horas atrás.

Al despedirme de él, me dijo que le gustaría verme de nuevo, cómo amigos, dijo. Nos dimos los teléfonos y me fui a casa. Yo nunca lo llamé.

6 años después, yo trabajaba en un cesfam ya como enfermero y él llegó a ese lugar. Había dejado el seminario y estaba estudiando trabajo social. Llegó a hacer su práctica. En el casino nos vimos y nos dimos un abrazo como si nos hubiéramos visto ayer. Nos sentamos a almorzar y nos pusimos al día con la vida. Al salir en la tarde, me estaba esperando. Me invito a tomar algo, por los viejos tiempos dijo. Yo sabiendo lo que pasaría accedí. Fuimos a un bar y terminamos en su departamento. Hicimos de todo. De todas las maneras posibles. Y estuvimos haciéndolo casi un año. Hasta que él se fue a trabajar al sur. A puerto Natales. Yo estaba trabajando en clínica, y tenía un cargo. Por lo que todo quedo hasta ahí.

Luego de eso, pasaron hartos años hasta volver a verlo. De vez en cuando me llegaba un mensaje de él, contándome cómo era la vida con los pingüinos.
Y yo le contaba cómo iba mi vida en la capital. Durante la pandemia tuve demasiado trabajo, yo estaba a cargo del área crítica de una clínica. Por lo que mi tiempo libre era para dormir. De vez en cuando un mensaje de su parte y una escueta respuesta de la mía.

Hace 6 meses, a las 4 de la tarde, tocan el timbre de mi departamento. Era el.
Yo con toda la sorpresa que la situación podía tener lo abrazo y al alejarme me da un beso en la puerta. Yo respondo el beso, lo empujo hacia adentro del departamento y rápidamente nos sacamos la ropa. El me besó de la forma en la que solo él pudo hacer (ya que durante ese tiempo, otros labios y cuerpos también recorrieron este cuerpo)

Sus manos en mi cuerpo, mis manos en el suyo. Ya casi con 40 años no era el mismo cuerpo. Pero nada de eso importaba. Lo tiré encima del sofá y me lance a su pico de manera desesperada, lo hice acabar en unos minutos y su leche saltó encima de mi cara y mi pecho, esa leche caliente, blanca, líquida, de rico olor y sabor. El me arroja al suelo y comienza a chuparme el pico, las bolas, tiraba de ellas como si fueran chicle, las lamía con tanta pasión que también dure poco, y expulse mi leche sobre su cara. Así llenos de nuestras leches nos besamos. Mientras yo me paro para ir al baño a limpiarme el me abraza y me pide que no me aleje, que se quiere quedar así, desnudos, para siempre. Me detengo y lo abrazo y comencé a besarlo, se sienta sobre mi, como aquella primera noche y lentamente comienza a escupir sobre su mano y se lo pasa por mi pico y su hoyo. La sensación era indescriptible. Caliente, húmeda, salía un olor a hombre de nosotros que solo quienes atan ahí pueden percibir.

Todo sonaba, mis bolas en su culo. Mi pico húmedo en su hoyo. Sus gemidos, los míos. Nuestra respiración agitada. Se tira hacia atrás y comienzo a follarlo así, el gritaba de placer. Yo le pido que deje de gritar, pues tenía vecinos copuchentos, pero nada de eso importó. Luego lo tomo y le coloco las piernas sobre mis hombros, y así empujó mi pico en su hoyo, mientras nos miramos. Así me dice que me ama, que jamás ha pidió olvidarme, que tuvo que regresar pues llevaba casi 10 años sin verme y estaba desesperado. Yo le confieso (mientras le seguíamos dando) que tampoco he podido olvidarlo.

Se acomoda nuevamente y se sienta otra vez sobre mi, así, cabalgándome, besándonos, abrazados, me dice:

-Te amo Javier.
-Te amo también Sebastian. Le respondo.

Y en ese momento acabamos juntos, yo dentro de él y el, en mi pecho.

Luego nos fuimos a bañar juntos, preparé algo de comer y le digo una frase que siempre quise decir:

Preparo la cena o la vida?
Sebastian me dice: creo que quedo claro que la vida.

Ha pasado un poco más de un año de esto, estamos juntos. Y hacemos el amor todos los días. Tomamos desayuno cuando podemos, almorzamos cuando podemos, salimos. Pero al regresar a casa, lo hacemos juntos. Ya nunca más solos.

Gracias por leer mi historia.

¿Te gustó el relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 5 / 5. Recuento de votos: 4

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

/ / / 🇨🇱 Chile / 🌈 Gay

🔥 ÚNETE A NUESTROS CANALES DE TELEGRAM 🔥

Recibe los mejores relatos directamente en tu celular

IR AL CANAL DE TELEGRAM
💬 Escribe un comentario

No hay comentarios aún. ¡Sé el primero en comentar!

💬 Deja tu comentario

×

Reportar Relato

SALTAR AVISO