El Celular – Parte IX

El papá del pendejo se da vuelta a mirarme con cara de culpable. Intento decirle algo pero no logro articular nada. Espero que Pedro haya podido escuchar. Esto se estaba poniendo de otros colores.Se levanta del comedor y se dirige a la puerta.
-Oye, no sé por qué mierda hiciste eso con tu hijo, pero ese culiao es un weón loco y está con él- le digo con tono serio- hay que buscarlo.
Eduardo no sabía qué decir. Me miraba desde la puerta.
-Si querí vamos a poner una denuncia y hablamos con alguien. Ese vídeo puede ayudar como prueba junto al celular de este enfermo- digo mientras me paro y me dirijo a él. Su cara estaba destruída y sus ojos contenían las lágrimas. Evitaba pensar más cosas que lo que podía estarle pasando a Javier.
Le doy mi número, le paso el celular de Baltazar y lo acompaño a la puerta. Me despido con un genuino apretón de manos. Cuando se pierde en una esquina, entro a mi casa y veo a Pedro parado frente al sillón. Se le veía tremendo paquetote con ese pijama.
-Me estai webiando que se culiaba al hijo- dice Pedro procesando mientras se acomoda el paquete. Efectivamente, era un caso de incesto entre padre e hijo.
-Ya no sé qué pensar- confieso mientras lo veo acomodándose la verga otra vez. Podía notar incluso bajo el pantalón dónde estaba el tronco de su herramienta.
-Y deja de mirarme la tula, que se me va a parar- dice el flaitecito. Mi verga hacía el intento de pararse pero dolía mucho.
-Ya, andate pa tu casa- digo cansado. Necesitaba tener un rato para pensar.
Pedro me mira y se levanta para irse.
-¿Me vai a llamar, cierto?- me habla con tono infantil.
-Hay que repetir- y le agrego mi número y mando un WhatsApp a mi cuenta.
Me da un abrazo y vuelvo a sentir ese perfume. Me dolía el pene al no encontrar forma de erectarse.
Me despido mientras él se aleja de mi casa. Había sido un día de locos. Me tiro en mi cama con ropa, y me llega un mensaje de Pedro. Era el vídeo que grabamos. Era pesado. Queda descargando, y lo dejo a un lado. Lo último que veo es «escribiendo» del pendejo flaite y me quedo dormido profundamente.
Estoy en mi cama totalmente desnudo. Me levanto. Tengo espejos por las paredes y el techo con un diseño muy bonito. Veo mi verga durísima a través de ellos. Miro hacia un costado de la cama y estaba Pedro con el culito levantado. Apoyaba su cabeza en una almohada y se abría los cachetes del culo. Su anito palpitaba cada vez que lo descubría.
Mete los dedos de una mano en su boca y lo lubrica bien, y con una cara de caliente me invita a que se lo ponga. Su pene cuelga de sus grandes bolas como una longaniza larga y pálida. Sitúo mi pene en su entrada. Mi glande le hace presión y su cuerpo se desliza hasta quedar ensartado, comenzando el vaivén lentamente. Vuelvo a mirarme a los espejos y me siento poderoso. Pongo mis manos en sus cachetes. Ver ese culo siendo penetrado por mi me ponía a mil. Doy vuelta al flaite dejándolo de misionero, y ya no era él, ni su cara ni su cuerpo. En su lugar, la cara de Javier gimiendo, se me aparece y su delgado cuerpo se mueven en cada embestida que le doy. La excitación de tenerlo en esa posición y tan cerca me hacen aumentar la intensidad. Sigo dándole. Su cuerpo delgado se movía sin resistencia a cada bombeo. Le levanto una pierna y lo coloco en mi hombro. El golpeteo de mi pubis se acelera más. Sus gemidos eran cortados y me miraba con cara de caliente. Esto lo quería hacer hace tiempo.
Su miembro se movía para todos lados. Lo tomo y lo pajeo. Es más delgada que la mía y se sentía muy dura. Miro al espejo sobre mí. No logro discernir quién penetra al pendejo, pero no era yo. Bajo la mirada mientras sigo dándole. Algo había cambiado. Suelto su pene y le pongo las dos piernas en mis hombros. Mi boca se acerca a la suya acompañado de sus gemidos. Solo quería destrozarle el culo. Vuelvo a mirar a los espejos a mi lado y corroboro lo que había visto anteriormente. No era yo.
Mi cuerpo se movía solo y estaba ahorcando a Javier. Su cara me decía que le gustaba y me pedía más. Tomo su boca y esta se abre, y le lanzo un escupo adentro. Mi ritmo es acelerado y siento que voy a acabar. Javier está frente a mí comiéndome los labios. Vuelvo a mirar a los espejos y veo que quién se está follando a Javier es su propio padre. Soy su propio padre. Y con un orgasmo acabo dentro de él y mis ojos se cierran.
Despierto y estoy en mi pieza, con una erección desapareciendo lentamente. Mi ropa interior estaba llena de moco y aún sentía las contracciones en mis cocos. Había tenido un sueño húmedo muy extraño en dónde las figuras de Javier y Pedro se me cambiaban, y yo era el padre de Javier que se lo culiaba brutalmente. Qué fue eso.
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1 Comentario
Dot25
diciembre 6, 2024 a las 12:22 amLa historia más real 🤯 ojalá haya una siguiente parte(?)